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Una estrategia inteligente para la educación superior
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 236 [2007-08-16]
 

Estamos en un mundo con interconexiones estrechas, que sería deseable aprovechar para aprehender los flujos de conocimiento que circulan a nivel internacional. De esta forma, podría impulsarse a la educación superior. Son dos los propósitos. Producir nuevos conocimientos y personas que los generen para elevar el nivel de vida de la población. También, para aumentar la competitividad de la economía y de la sociedad. Estos puntos suponen que se sigan políticas de desarrollo institucional.

La primera tiene que ver con un apoyo decidido del gobierno a un puñado de universidades, que no son únicamente las federales, en las que existen mayores capacidades de hacer investigación, las cuales están más concentradas de lo debido. En la república hay una quinteta de universidades públicas en las que ha habido un desarrollo académico notable. Tienen cuerpos académicos suficientes, un buen número de investigadores nacionales, laboratorios, bibliotecas, atienden a una parte considerable de la demanda educativa y están ubicadas en diferentes zonas y entidades del país: Jalisco, Nuevo León, Veracruz, Puebla, Sonora, Baja California.

En un plan estratégico de desarrollo institucional, las universidades públicas de estos estados, junto con la UNAM, la UAM y el IPN, pueden jugar un papel fundamental a nivel internacional. También en el país, fomentando la superación de las instituciones con menos capacidades académicas y estimulando que se lleven a cabo proyectos docentes y de investigación conjuntos vinculados a problemas del entorno social.

México ha hecho una inversión de enorme cuantía en sus universidades públicas durante mucho tiempo. Hoy es oportuno que se sigan políticas inteligentes que permitan cosechar. Y seguir sembrando. Porque hay estados que tienen universidades públicas cuyas estructuras académicas son garantía para dar pasos hacia delante. Las universidades de Michoacán, Coahuila, San Luis Potosí, Yucatán, Zacatecas y el Estado de México han seguido una senda de crecimiento académico que les otorga altas potencialidades para continuar avanzando.

Una red académica, en serio, integrada por universidades como las que he mencionado, si se le da condiciones de crearse, funcionar adecuadamente y con recursos suficientes, seguramente podría ampliarse asociándose con universidades como las de Chiapas, Oaxaca, Campeche, Tlaxcala y Quinta Roo, que mucho podrían hacer en el futuro por el desarrollo local, el establecimiento de agendas y planes gubernamentales.

Hay que visualizar en conjunto al sistema de educación superior para que, en sus diferencias, las instituciones encuentren políticas que les sean apropiadas a sus realidades concretas. No se puede continuar con planes y evaluaciones generales, porque cada institución tiene sus propias necesidades. Tampoco con una descentralización engañosa, ni mucho menos con una división entre el norte y el sur de México, que es indeseable que se profundice.

Para que las políticas que se apliquen lleguen a feliz término, es fundamental que existan otras que vayan en dirección al reconocimiento de la responsabilidad que ha tenido y tendrá la comunidad académica con su labor. Tal reconocimiento consiste en brindarle confianza, mejores condiciones de trabajo, que las burocracias no interfieran, como lo hacen, en las tareas académicas, facilitar la movilidad interinstitucional, los nexos entre colegas y la circulación de las ideas.

La política hacia las universidades públicas no puede continuar siendo de reducción o contención del gasto. Las universidades, por muchos lados, son detonantes de crecimiento económico, desarrollo y justicia social. Como estamos, las segmentaciones institucionales, con subsistemas heterogéneos en capacidades académicas, lo único que reproducen es la desigualdad social.

Está en las manos del gobierno impulsar, desde las universidades federales y estatales, la economía, el campo de lo social y la esfera de lo público; dejar que en esta última prolifere el diálogo y la crítica para consolidar la democracia. Encontrar las claves para lograr que la educación superior se vuelva un medio institucional más equilibrado en el país con fines de desarrollo local. Requerimos políticas que nos permitan jugar con el mayor número de variables al mismo tiempo. Y para ello es indispensable que los expertos en el tema opinen y creen opinión.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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