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Universidades privadas, a examen
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 141, pp.8 [2005-08-18]
 

El sector privado de la educación superior mexicana ha sido motivo de constantes debate y polémicas por parte de académicos, políticos e interesados en el tema. Por lo general, las discusiones se inclinan ya sea a exaltar las bondades de la educación que imparten algunas instituciones que gozan de prestigio por la calidad de la formación que brindan a sus alumnos, o a criticarlas por sus altos costos, accesibles sólo a unos cuantos a pesar de las becas y los planes de crédito.

En este sentido, también se ha puesto de relieve con bastante frecuencia la baja calidad de la multitud de establecimientos que parecen estar guiados por el lucro. Se ha acuñado en el habla popular la palabra “patito” para denominar este grupo de “instituciones” dedicadas a medrar con las expectativas de miles de jóvenes que buscan una oportunidad para cursar la enseñanza superior.

¿Cuál ha sido el origen y desarrollo de la educación privada en México? ¿A qué ha respondido su acelerado crecimiento en el último cuarto de siglo? ¿Cuáles son las perspectivas de dicho crecimiento en el corto y largo plazos? ¿Qué mecanismos han sido establecidos para asegurar la calidad de la educación que imparten estas instituciones? ¿Se puede formular una tipología de los establecimientos que imparten la enseñanza superior de manera privada?

A estos y otras interrogantes pretende responder el reporte elaborado por Adrián Acosta, profesor de la Universidad de Guadalajara, el cual fue publicado recientemente por el Instituto de Educación Superior de América latina y el Caribe (IESALC).

Con el propósito de ofrecer un panorama general de las variaciones que ha tenido la educación superior privada en nuestro país desde 1980 hasta la fecha, el autor se enfoca a examinar los antecedentes, el marco normativo, su expansión en la licenciatura y el posgrado en los últimos 25 años, sus formas de organización, así como el financiamiento y las políticas de admisión. (1)

Los antecedentes ofrecidos por Acosta muestran que las universidades privadas son un acontecimiento relativamente reciente, pues la primera institución (la Universidad Autónoma de Guadalajara) fue creada a mediados de los años treinta. De ahí hasta fines de los cincuenta, el crecimiento fue muy incipiente.

En el periodo comprendido entre 1960 y 1980, el número de establecimientos creció de forma moderada y no fue sino hasta esa última década que el número de instituciones, alumnos y profesores aumentó de manera explosiva.

El autor también proporciona un recuento detallado de los cambios llevados a cabo en la legislación sobre la enseñanza de nivel superior. Algunas de esas transformaciones se efectuaron como producto de la dinámica de crecimiento del sector en cuestión. Destacan, en este sentido, las adecuaciones hechas a los mecanismos por los cuales se autoriza la apertura de los establecimientos particulares que ofrecen servicios educativos de nivel superior.

El autor, por cierto, no menciona si los ajustes a dichos mecanismos favoreció de algún modo el incremento en el número de instituciones.

Una parte considerable del reporte la dedica el autor al tema del crecimiento del sector privado en las dos últimas décadas, centrando su análisis en la comparación del aumento en la matrícula con el de las instituciones públicas. Subraya de modo particular los cambios en el número de alumnos en las diversas áreas de conocimiento.

Cabe desatacar que en esta sección, Adrián Acosta identifica las causas que provocaron tan acelerado crecimiento del sector bajo estudio: la incapacidad del sector público para absorber la demanda y la universalización de la educación básica, así como la atracción de los programas correspondientes a las áreas de las ciencias sociales y administrativas y las ingenierías, la incorporación de las mujeres a los programas de licenciatura y la paradójica combinación de la heterogeneidad en términos de tamaño, orientación social, antigüedad, programas, etcétera, con una especie de “isomorfismo institucional”.

Por otra parte, en el nivel de posgrado el autor señala la reproducción de niveles de concentración semejantes a los de la licenciatura en las diferentes áreas de conocimiento. Asimismo, el mayor índice de crecimiento observado corresponde a las especializaciones y, particularmente a las maestrías.

El doctorado aún presenta muy bajos niveles de demanda y está poco desarrollado en la mayoría de los establecimientos universitarios. De manera semejante a lo que ocurre a nivel de licenciatura, la planta docente está constituida en la mayoría de los casos por profesores por horas, aunque en el número de los de tiempo completo tiende a aumentar.

Si bien el reporte presenta algunas limitaciones debido a la falta de información detallada del universo de pequeños establecimientos que constituye el sector privado de la enseñanza superior, el trabajo de Adrián Acosta constituye una aportación muy relevante al estudio de un fenómeno del cual se habla mucho pero que, a profundidad, se conoce todavía de manera insuficiente.

1. EL TEXTO COMPLETO PUEDE CONSULTARSE EN LA DIRECCIÓN ELECTRÓNICA: www.iesalc.unesco.org.ve


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