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CyT: el penúltimo año
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 429 [2011-09-01]
 

El Quinto Informe de Gobierno no ofrece buenas cuentas en materia de ciencia y tecnología. Lo más lamentable es que, al parecer, lo no realizado ya no se hará en lo que resta de este periodo.

La agenda nacional y la preocupación gubernamental se volcaron al complicado tema de la seguridad pública. Ahí colocó el gobierno federal su prioridad y las demás áreas simplemente siguieron las líneas de acción que ya estaban en curso o ya se habían ensayado.

Además, el actual sexenio se ha caracterizado por la inestabilidad de los titulares en las diferentes secretarías. El sector de ciencia y tecnología no ha sido la excepción. Las direcciones adjuntas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la segunda línea de mando en el organismo, desde el comienzo del periodo, han estado en permanente movimiento.

Los directivos han cambiado una y otra vez, la última ocasión en el segundo trimestre de 2011; solamente dos de las ocho direcciones adjuntas han conservado el mismo titular a lo largo del actual ejercicio.

En marzo de este año, en el último tercio de la presente administración, también se registró el cambio en la dirección general del Conacyt, después de múltiples especulaciones sobre la remoción del anterior titular del organismo.

Además, las secretarías de Economía y de Educación Pública —sectores que tienen mayor vinculación con el sistema científico y tecnológico— también han cambiado de responsable en el periodo. La primera ha experimentado con tres secretarios y la segunda con dos. Tantos movimientos no son un síntoma positivo, pese a la preservación de las estructuras organizacionales y líneas de acción.

El 9 de marzo de este año, al tomar posesión el actual director del Conacyt, Enrique Villa Rivera, destacó que daría continuidad a los programas que mostraran resultados positivos, lo mismo que emprendería acciones para fortalecer la investigación científica y el desarrollo tecnológico, así como el fomento a la formación de capital humano de alto nivel. La idea fue mejorar el bienestar de la nación e impulsar la productividad y la competitividad de la economía, como se indicó en el Plan Nacional de Desarrollo de este sexenio.

Sin embargo, de acuerdo con el Programa Especial de Ciencia y Tecnología 2008-2012 (Peciti), una de las metas de esta administración sería mejorar la posición de México en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial: pasar del lugar 58 en el que se encontraba en 2006, al lugar número 30 en 2012. Pero no, en lugar de escalar posiciones, más bien ha descendido.

Si bien en 2007-2008 México ocupó el lugar 48, de un total de 131 economías mundiales, en el índice de competitividad, esto es, escaló diez lugares respecto del año previo. Solamente ha ido a la baja. En 2009-2010 descendió a la posición 60 y en 2010-2011 al lugar 66. La semana próxima el Foro Económico Mundial dará a conocer las mediciones más recientes de su indicador. Lo más probable es que México no mejore su posición competitiva.

Tampoco se cumplirá con la meta del número de solicitudes de patentes realizada por mexicanos en un año. La línea base estaba en 574 en 2006 y se preveía elevar a 796 para el año próximo. Aunque en 2008 ya se había superado la meta, al registrar 822 solicitudes, el indicador comenzó a descender, el año pasado registró 475 y en lo que va de este año las cifras no son mejores.

Las cifras son peores si se remite al número de patentes concedidas a mexicanos. En tal caso, de un total de 8 mil 479 solicitudes realizadas el año pasado (nacionales y extranjeras), se concedieron 4 mil 708 y de estas últimas, 124 fueron para nacionales (2.6 por ciento). Una proporción que casi ha permanecido intacta en los pasados diez años.

El número de miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) ha seguido una tendencia creciente, pasó de 12 mil 96 integrantes en 2006 a 16 mil 600. Esto es, ha añadido casi mil nuevos integrantes anualmente durante los últimos cuatro años.

No obstante, con tal tendencia probablemente tampoco alcanzará la meta de llegar a los casi 20 mil que tenía previsto para el año próximo. Es el mismo caso de la inversión en investigación y desarrollo, la cual ha permanecido alrededor de 0.45 del PIB en los pasados cuatro años y no se ve que pueda alcanzar 1.2 por ciento respecto del PIB que se había planeado.

Quizá los mayores logros del Conacyt se localizan en dos líneas. La primera, en la continuidad de las iniciativas descentralizadoras, tanto en lo que se refiere a la instauración de los fondos competitivos en las entidades federativas, como en el fomento a los consejos y programas sectoriales estatales.

La segunda, el respaldo en materia de recursos humanos, particularmente en la ampliación de miembros del SNI y en su benigna política de becas nacionales (las becas al extranjero han disminuido a partir de 2007).

Como se podrá advertir, casi al cierre del ejercicio, las cuentas del sector no son las mejores.


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