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Entrevista a Imanol Ordorika. La UNAM, llamada a cumplir un papel central en la política del país: Imanol Ordorika
Imanol Ordorika Sacristán
Campus Milenio Núm. 480 [2012-09-28]
 

No cambian los seres humanos, cambian las circunstancias, para empezar con el tópico. Imanol Ordorika es hoy Coordinador de Evaluación Institucional de la UNAM; hace más de dos décadas, líder del Consejo Estudiantil Universitario. Pasa de los cuarenta años. Viste de manera casual y despacha sin solemnidad alguna en una oficina de la zona aledaña al estadio de Ciudad Universitaria.

Toma como perspectiva la década de los 80, cuando como alumno de la Facultad de Ciencias fungió como uno de los tres principales líderes del movimiento estudiantil, hasta estos sus días de funcionario de la UNAM, y llega a la siguiente conclusión: la visión de Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de aquel entonces se parece, y en mucho, al proyecto de la UNAM de hoy en día.

Incluso, lo dice con todas sus letras el investigador de la UNAM, más allá de lo que proponía el rector Jorge Carpizo McGregor en su reforma académica que dio lugar al movimiento.

El autor de La disputa por el campus, recuerda, a varios años de distancia, que el CEU luchaba por una universidad gratuita. Misma lucha que 1999-2000 se impuso a la intención de incrementar las cuotas. Y quien tenga el atrevimiento de ir en dirección contraria, sabe que le apuesta a un conflicto.

“Peleábamos por una universidad que estuviera totalmente inmersa y relacionada con los temas políticos y sociales de nuestro país, en oposición a una universidad encerrada en sí misma, academicista, etcétera”, explica.

Y sin embargo, con un dejo de autocrítica y humildad, reconoce que no es un logro del CEU, como muchos quieren verlo, sino de una postura que se tuvo que adoptar, de manera obligada, ante los cambios políticos fuera de la universidad y dentro de ella.

“El cambio político del año 2000 yo no le llamo transición a la democracia, la sustitución de un partido por otro en el Ejecutivo Federal y en algunas gubernaturas el cambio de la correlación de fuerzas en la Cámara de Diputados obligó a la universidad a constituirse en un actor, y que interviniese, de manera casi permanente, en los temas más polémicos de la vida nacional”, sostiene.

Se generó una condición que no se había vivido antes; hasta el gobierno de Ernesto Zedillo había habido un alineamiento, no homogéneo y suave, pero un alineamiento entre la administración universitaria y el gobierno en turno.

Con la llegada de Fox, dice, el panismo no tenía ni el conocimiento, ni las herramientas, ni los contactos necesarios para mantener esa relación entre los poderes federales y la universidad.

Y en esa dinámica, comenta Ordorika, los dos rectores que ha habido durante los periodos de gobiernos panistas, por vocación propia o no, se ubicaron junto con la universidad a la izquierda del gobierno federal.

Porque el gobierno federal criticaba a la universidad pública, hizo de la universidad pública un enemigo, la agredió financieramente, le generó muchísimos problemas y dificultades; entonces, naturalmente la reacción de los universitarios fue de una postura muy crítica frente al gobierno de Vicente Fox y de Felipe Calderón, en muchos ámbitos, y los rectores tuvieron la sensibilidad con estilos muy diferenciados de asumir esa postura de los universitarios de cara al poder federal.

Y eso comenta el investigador, requería, más allá de lo que pudiera pensarse, de talento y capacidad para aprovechar esa condición y de sensibilidad política, y la aprovecharon con estilos muy diferentes cada uno de ellos.

“Eso ha tenido un resultado muy favorable en ciertos aspectos, la Universidad se ha planteado, ha crecido en el número de estudiantes casi en 50 mil estudiantes, eso era una demanda del CU; en lugar de que se quitara el pase automático estamos recibiendo más estudiantes; la universidad se planteó lo que durante varios rectorados dijo que no iba a hacer, que era incrementar la matrícula, eso también es un producto de la demanda social por entrar a la universidad, pero ése era el programa nuestro”, comenta.

Y de nuevo, la comparación de aquellas posturas estudiantiles de los noventas cuando habla del avance, en términos de presencia nacional, de la universidad, en términos de la postura crítica de la universidad, en su intervención en los temas álgidos de la vida nacional, de la democratización limitada pero importante del acceso universitario.

Por eso, señala Ordorika, las administraciones adquieren legitimidad fuerte por la postura en donde los universitarios se sienten bien representados de cara al poder federal y eso permite que los temas tradicionales de democratización de la vida interna de la universidad queden un poco en stand by.

Una condición que, apunta el investigador, se ha logrado desde aquellos años en que el movimiento estudiantil sacudió los pasillos universitarios.

La defensa de lo público

Ordorika comenta, en entrevista con Campus, que la autonomía, no es otra cosa que una relación de fuerzas entre el exterior, entre el gobierno federal y la universidad.

Y ello depende de qué tanta fuerza tiene la universidad, no sólo al interior, sino en conjunto con la sociedad, de cara al gobierno federal.

“Depende mucho de la legitimidad interna, y ésta se construye generalmente a través de aumentar la participación de los universitarios en la toma de decisiones, fundamentalmente del sector académico.

“Siempre lo pensé así, nunca fui partidario del voto universal, siempre planteamos la importancia de la paridad en los sectores académicos, pero sí la necesidad, esto lo planteamos desde antes del Congreso Universitario, desde antes del CU, de democratizar una serie de aspectos de la vida universitaria, para generar legitimidad interna, para enriquecer la vida de la universidad”, comenta.

Una vida académica que tuvo una mayor cohesión a partir, precisamente, de la disputa entre universidad y gobierno federal; hizo que los rectores enfatizaran el tema de la unidad interna y la confrontación afuera puede ser una estrategia, pero también una necesidad.

“No te podías echar para atrás cuando el senador Madero salía diciendo que las universidades públicas no servían o no rendían cuentas; muy agresivos y muy duros con la universidad, un diputado, no recuerdo ni su nombre, que salió diciendo que en las universidades se acreditaban las materias con cinco”, sostiene Ordorika, al menos para dar un ejemplo de ello.

Comentarios que, a pesar de ser infundados y de provenir de un desconocimiento absoluto de la vida universitaria, internamente fortalecen a la UNAM.

El referente del #YoSoy132

El investigador y ex líder estudiantil, al hablar del reciente movimiento denominado #Yosoy132, debe ser visto como uno de los pocos referentes que genera esperanza.

Una movilización en la que debe contar, sobre todo, la creatividad de los jóvenes, su creatividad, su capacidad para expresar opiniones, para asumir formas de acción y de organización que corresponden a este momento, a las condiciones en las que están, y para revitalizar al conjunto de la sociedad como lo hicieron antes del proceso electoral.

“Es un movimiento heterogéneo, escucho de un conjunto de ellos, una expresión con una enorme claridad, de que las redes sociales son una herramienta, y solamente una herramienta, y no sustituye ni la organización, ni las ideas ni las propuestas.

“Eso me gustó mucho porque veo en ellos una enorme capacidad de superar lo que a veces los medios u otros actores de la sociedad les adjudican con cierto simplismo”, dice Orodrika.

Por eso, los dirigentes del #Yosoy132, explica el especialista, plantean bien cuáles son las ideas que permiten dar continuidad a este proceso.

“No sé qué es lo que vaya a pasar, han sorprendido en momentos en que se pensaba que habían llegado a una encrucijada, insuperable para ellos; no quiero juzgar y no quiero dar consejos porque recuerdo mi época de estudiante y desde fuera, gente que veíamos además muy mayor, se empeñaba en decirnos qué era lo que teníamos que hacer y qué era lo que estábamos haciendo bien o mal”, compara.

Y es que, lo reconoce Ordorika, no tiene el pulso de los estudiantes de hoy, ni puede haber intromisiones. Porque depende de la condición de ser joven y estudiante, y estar ahí.

Lo que ve con alegría, es que existe un enorme entusiasmo, que los del 132 no están atados a paradigmas ni formas organizativas que aparecen de repente como un discurso viejo de algunos grupos que tratan de venderle al movimiento recetas.

“Los del 132, concluyó, tienen esa capacidad de creatividad e independencia y sí pienso que a la alta o a la baja la politización, la experiencia que han vivido y la capacidad de acción que han generado, llegó para quedarse.

Eso no necesariamente quiere decir que va a haber el #Yosoy132 como lo hemos visto hasta ahora, pero de que se revitalizó la discusión, la participación en las escuelas, el actor estudiantil cambió no sólo en la universidad o en unas cuantas universidades, sino en todo el país cambió radicalmente” .

Los rankings y la UNAM

Doctorado por la Universidad de Stanford, en su labor como funcionario le concierne la política universitaria y los temas de la educación superior. Imanol Ordorika expone y explica sus tareas y la naturaleza de los referentes que permiten ver en la Coordinación de Evaluación Institucional la verdadera dimensión de los rankings.

Sus reflexiones y conclusiones son políticas. En la Coordinación está apoyado por experimentados especialistas en esos temas. Estudian los temas específicamente relevantes de la Universidad Nacional a partir de datos duros, bien sistematizados, al mismo tiempo que ubican a la UNAM en su contexto nacional e internacional, con el fin establecer una interacción bien fundamentada con el fenómeno emergente de los rankings universitarios que existen en el mundo.

Señala Ordorika que la Coordinación se ha dedicado a resolver el vacío que existía cuando estos rankings hicieron su aparición, de una información sistematizada sobre la educación superior en el país y la posibilidad de que se replicaran si respuesta alguna estas jerarquizaciones o clasificaciones internacionales en México.

Imanol recuerda que los famosos rankings eran extremadamente problemáticos, sesgados, con limitaciones metodológicas, con cierta opacidad.

Para ello se creó la Coordinación: había que tener la capacidad de poder generar desde un espacio universitario, tanto información como análisis a profundidad del conjunto de los temas de la Universidad.

Desde 1988, a la fecha que se fundó la Coordinación con el rector José Narro, se han obtenido resultados interesantes. El nivel de estudio que se ha hecho de los diversos rankings permite ubicarlos por su sus objetivos, por su metodología, unos son más comerciales, otros son más académicos; todo esto marca mucho a los rankings, pero tienen un elemento en común y es que las mediciones son fundamentalmente sobre las actividades de investigación que tiene cada una de las universidades a nivel internacional, apunta.

Bajo esa perspectiva y a pesar de que la UNAM no es solamente una universidad de investigación superior, “a mi juicio está bastante bien ubicada en los rankings internacionales, como la primera o segunda universidad de Iberoamérica, consistentemente casi en todos ellos; no sólo Latinoamérica sino tomando en cuenta también a Brasil y a España, la UNAM está siempre hasta adelante, casi en varios de ellos detrás de la universidad de Sao Paulo, que sí es propiamente una universidad de investigación mucho más en la lógica del modelo norteamericano”, explicó.

El papel polifacético de la UNAM

De ninguna manera, este lugar que ocupa la UNAM debe generar en nosotros una condición de autocomplacencia, por varias situaciones, una, es que hay otras universidades que se mueven más rápido que la UNAM, hacia arriba, Sao Paulo se está moviendo así; nosotros no nos estamos moviendo tan rápido; nos estamos moviendo, estamos mejorando en todos nuestros indicadores de artículos publicados en revistas indexadas, profesores internacionales, alumnos internacionales, patentes; en todos estos rangos la universidad está aumentando su producción y está mejorando, pero quizá necesita hacerlo a ritmos más acelerados”

Para Imanol, el segundo tema es que mientras otros como España o Brasil, que son con los que realmente compiten en Iberoamérica, estos países tienen un buen número de universidades en los rankings, mientras que de México prácticamente sólo figura la UNAM.

Desde su punto de vista, esta es una mala señal. Se evidencia que el de la UNAM es un esfuerzo casi individual, de una sola institución, sin una política pública del Estado mexicano que la acompañe; o sea, el resto de las universidades públicas mexicanas, o privadas pudiera ser, el resto de las instituciones de investigación no están siguiendo el paso que tiene la UNAM o no están en condiciones de ubicarse en estos lugares.

Esto demuestra, reclama Imanol, “la falta de compromiso del Estado mexicano en los últimos 25 años, por lo menos; demuestra las limitaciones presupuestales en el área de educación superior, de ciencia y de tecnología, que es un tema que consistentemente se ha traído a colación”.

El tercer elemento que provoca esta situación, es sobre el carácter de la Universidad Nacional: “alguien podría decir hay que enfocarnos sólo a la misión o al componente de investigación de la UNAM; esto a mi juicio, —y de la actual administración universitaria afortunadamente— no es compartido.

“La Universidad Nacional es una institución muy compleja que juega muchos papeles al mismo tiempo; es una institución de investigación, pero no es exclusivamente una universidad de investigación; es una universidad que forma profesionales, pero no es exclusivamente una universidad con una orientación profesionalizante; es una universidad que atiende la educación media superior y que la tiene que tomar en cuenta en el conjunto de actividades y en el diseño institucional completo.

“Es una universidad, que en la condición actual que vive nuestro país ha sido llamada a ocupar un lugar político de enorme importancia, ante la crisis del sistema de partidos, la falta de confianza en las instituciones partidarias, en los dirigentes políticos, en la política en general, entendida ésta de una manera limitada, como la política que se hace en el ámbito político profesional, ejecutivo, legislativo, partidario, etcétera”, expresó.

A la Universidad Nacional, sostiene Imanol Ordorika, le ha tocado incrementar su papel opinando, reflexionando, investigando, sobre los temas cruciales del desarrollo nacional y de la vida cotidiana del país.

Entonces, se pregunta, Imanol, “¿cómo se puede jugar todos estos papeles y al mismo tiempo figurar más o menos en los rankings?: creo que lo hemos hecho bien, y sin decir que no lo podemos hacer mejor, sí diría que cualitativamente esta universidad es absolutamente de clase mundial, que hace cosas que otras universidades a veces más reconocidas a nivel internacional no tienen la capacidad de hacer, yo te diría Harvard, Stamford, la Universidad de París, Oxford”, concluye.


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