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José Narro Robles
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 488 [2012-11-22]
 

La Universidad Nacional Autónoma de México ha tenido grandes rectores. En mi opinión, José Narro es uno de ellos, porque su labor otorga proyección histórica a la institución. En los momentos tan graves y difíciles que vive el país, el Dr. Narro ha representando a los universitarios con honra y ha recuperado la idea de que la UNAM juega el complejo papel de ser conciencia crítica de la nación. Su postura frente a los grandes problemas nacionales ha colocado a nuestra casa de estudios en un espacio de dignidad y le ha devuelto a sus académicos y estudiantes el ser personas dignas.

Como estudioso de la universidad pública e interesado en las relaciones de la institución con la sociedad, de la visión del Dr. Narro me llaman la atención tres conjuntos de ideas, que resumo aquí: modelo de desarrollo, educación y juventud.

Entre muchos profesores e investigadores, hay un acuerdo razonado sobre la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo, porque el actual ha acentuado las desigualdades y ha privilegiado los mecanismos que las reproducen. El Dr. Narro, en conferencias y declaraciones, ha insistido en esta idea sobre la base de información que pone en evidencia las enormes diferencias que hay en la distribución del ingreso. Más todavía, ha reiterado, una y otra vez, que el país no puede seguir produciendo pobres y enviando al exterior su fuerza de trabajo más joven.

Con todas sus letras, ha señalado que es necesario instaurar un proyecto nacional que permita crear crecimiento económico y un clima social y político en el que se puedan generar reformas que permitan lograr mejores niveles de bienestar y una mayor calidad de vida. En una ocasión dijo: “tenemos que promover acuerdos para hacer una reforma fiscal que sea justa, equitativa y que permita a las estructuras gubernamentales fortalecer los programas públicos, en particular el de educación.”

El Rector ha mencionado que aún faltan reformas que atiendan la cuestión social y la reforma del Estado, porque de otro modo no se renovará la legitimidad del sistema político ni la confianza en las instituciones. El Rector Narro se ha ubicado en una plataforma desde donde señala, con toda la fuerza moral que ha adquirido, que hay que privilegiar, en lo político, el futuro de México y expandir el espacio público. Desde su perspectiva, llegó la hora de corregir el rumbo.

El cambio en el modelo de desarrollo necesita un sistema educativo que lo soporte. En este punto, no sólo se refiere a la parte productiva, sino también a los valores que estimulan a la población a apoyar la transformación y a centrar sus expectativas. El Dr. Narro ha estado comprometido con estas ideas y con la educación de los mexicanos. A la educación la concibe como un bien público.

Se escucha fuerte cuando José Narro sentencia que en materia educativa el país no puede avanzar con 5 millones de mexicanos que no saben leer y escribir y con más de 30 millones de personas en rezago educativo. El Rector ha esgrimido tesis favorables a universalizar el bachillerato, a aumentar la cobertura de la educación superior, revisar las formas de evaluación de la academia y elevar el financiamiento a las universidades públicas. También, ha impulsado el establecimiento de políticas que vinculen de manera directa a la educación superior, la ciencia y la tecnología. El Rector está convencido de que la próxima década de nuestro país debe ser la del conocimiento. Por la vía de la ciencia y la cultura podemos resolver muchos de nuestros problemas.

Uno de ellos es que la juventud no siente tener horizonte; carece de utopías para engrandecer la nación, porque la nación no le da oportunidades suficientes, entre otras para estudiar. Hay casi siete de cada diez jóvenes que no están matriculados en la educación superior. Abandonan la escuela al salir de la secundaria, o de la preparatoria, y les quedan como caminos: entrar al sector informal, hacer chambitas y ganar cualquier cosa, lo que nos les permite integrar una familia con decoro. Otra ruta es quedar desocupados, ganar dinero por medios ilícitos o intentar la huída a otro país.

El Rector Narro ha abanderado que nuestra juventud tenga educación y trabajo. La falta de relación entre estos dos ámbitos es, a no dudar, esencia misma de lo que vivimos, indicador de la ausencia de un pacto social. Esta desconexión nos deja como una sociedad en riesgo de perderse como país.

Desarrollo, educación y oportunidades para los jóvenes son tres dimensiones articuladas. De ahí la importancia del discurso del Rector para que México cambie. Sus ideas constituyen una orientación para avanzar como sociedad. Con su acción, José Narro Robles, sirve a la Universida


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