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Internacionalización: temas y dilemas
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm. 500, pp.34 [2013-02-28]
 

En los tiempos actuales, en que la vorágine y la incertidumbre son las marcas distintivas de los acontecimientos mundiales, los procesos de internacionalización de la educación superior—hoy llamada también terciaria o post secundaria—han estado sujetos a situaciones sin precedente. Recurriendo nuevamente al boletín editado por Philip Altbach, International Higher Education, es posible tomar conciencia de los principales acontecimientos en este campo educativo. Ellos son producto de las dinámicas mundiales y de la forma en que éstas afectan a los diversos países y regiones del planeta.

Conviene señalar de principio, que la educación superior sigue expandiéndose a ritmo acelerado en casi todos los países, sea en los llamados desarrollados y más aún en los denominados “en vías de desarrollo”, aunque menos en los de las regiones más pobres del mundo. Su carácter masivo se evidencia con los datos proporcionados por Altbach: en la actualidad la matrícula asciende a 150 millones de estudiantes, habiéndose incrementado su número en apenas una década. Hoy el 26 por ciento del grupo de edad entre 19 y 23 años asiste a alguna institución de este tipo a nivel mundial, cuando en el 2000 el porcentaje era del 19 por ciento. En muchos de los países más avanzados el acceso es superior al 50 por ciento y en algunos casos rebasa el 80 por ciento, aunque también en algunas de las naciones en desarrollo la matrícula se ha incrementado de manera dramática. Se dice que en la primera década de este siglo muy probablemente más alumnos estudiarán en alguna institución académica que en todos los 10 siglos anteriores.

El crecimiento seguirá durante las próximas décadas y será más apreciable en los dos países más poblados del planeta: China e India, quienes aún tienen bajos porcentajes de cobertura (23 y 12 por ciento, respectivamente). Por otro lado, los estudiantes chinos e hindúes siguen siendo los más numerosos en las universidades más prestigiadas de Estados Unidos y Europa.

En lo que se refiere al mercado internacional de la educación superior, Peter Scott, antiguo editor del Suplemento de Educación Superior del Times, ha señalado los pros y contras de la movilidad académica, entre los cuales se encuentran los cambios en los valores y ethos de las universidades y demás instituciones de educación superior. Uno de estos cambios tiene que ver con el hecho de poder realizar estudios universitarios en la comunidad, en los ámbitos laborales e incluso en los hogares. En lo que respecta a las labores de investigación y producción del conocimiento, también éstas han salido fuera de las bibliotecas y laboratorios para distribuirse ampliamente en diversas esferas de la sociedad. Asimismo, el habitus de la educación superior ha pasado de ser una empresa social y académica, a convertirse en una parte de la industria de servicios relacionados con el conocimiento.

La composición demográfica de los estudiantes también se ha transformado en términos de edad, género y composición social, entre otros factores. Sin embargo, en el terreno internacional un número importante de los estudiantes que asisten a una institución universitaria fuera de su país, pertenecen a los grupos privilegiados económicamente, e incluso proceden de sociedades en las que la democracia ha estado ausente. De modo que, para algunos la experiencia de estudiar en el extranjero refuerza su condición socio económica, en tanto que para otros, puede ser una experiencia transformadora.

En cuanto a la base intelectual, Scott ha observado, que en las universidades más avanzadas la docencia se lleva a cabo mediante la promoción del aprendizaje basado en la resolución de problemas y la evaluación con base en proyectos. Para los estudiantes locales estas formas de realizar las actividades académicas forman parte de su cotidianidad, en tanto que para los internacionales parecen alejadas de las que tuvieron en sus propios países. Aunque se van acostumbrando a ellas con el paso del tiempo, se registran casos en que presentan resistencias a los métodos innovadores de enseñanza y buscan retornar a las formas más tradicionales. También es de hacer notar que en la mayoría de los casos, las disciplinas y profesiones preferidas son ingeniería, computación, administración y negocios, en tanto que las humanidades y las ciencias sociales, lo son en menor grado. Además, en varias instituciones los criterios de admisión para los estudiantes internacionales siguen las reglas del mercado, en tanto que para los estudiantes locales la base es el bien común.

Finalmente, Scott cuestiona que la globalización constituya una fuerza irresistible hacia el capitalismo de libre mercado, la cultura de los mass-media, las marcas globales o la democracia multipartidaria. Señala la existencia de distintos tipos de globalización y de un futuro más abierto de lo que señala la teoría de una sola trayectoria para la globalización. Así, por ejemplo, algunas personas consideran a ésta como fuente de enormes oportunidades para seguir carreras y desarrollos profesionales de manera global, o seguir una trayectoria profesional predominantemente nacional con el valor agregado de la dimensión global. Por el lado contrario, hay quienes la conciben como la que provoca la migración económica, la inestabilidad de las familias, y la separación de amigos y familiares. En cambio, para algunas instituciones, entre las que se cuentan las universidades de mayor prestigio mundial, la globalización ofrece promisorias oportunidades de colaboración en materia de investigación, así como la posibilidad de ubicarse mejor en las clasificaciones internacionales (rankings). Hay también otros establecimientos universitarios para los cuales la globalización representa una amenaza a su vida académica, cuando algunos de sus más brillantes investigadores buscan emigrar al extranjero, o cuando sus valores nacionales e institucionales son cuestionados por los equipos de expertos de las agencias globales, quienes prescriben políticas de mercado y les dificultan desarrollar estrategias alternativas al mercantilismo educativo. Se requiere, por tanto, un mayor compromiso para buscar nuevas formas de globalización y profundizar la comprensión de la educación internacional.

Por otra parte, una de las paradojas más sorprendentes en el terreno que nos ocupa, es la que se observa cuando al aumentar el acceso a los estudios superiores, también está creciendo la inequidad. Al ofrecer mayores oportunidades de educación en universidades y otras instituciones se están proporcionando diferentes niveles de calidad, tanto en los elementos para realizar los procesos de enseñanza y aprendizaje como en las instalaciones donde éstos se desarrollan. Es posible advertir que en muchos casos aquéllos (los niveles de calidad) dejan mucho que desear y la deserción aumenta. Los números presentados al inicio de este artículo dan cuenta del crecimiento tan grande de la población estudiantil en educación superior por todo el mundo.

A medida que se ha venido dando la expansión de los estudios superiores, los estudiantes se han diversificado en dimensiones sin precedentes. Uno de los más dramáticos cambios ha sido el del crecimiento de la matrícula femenina. En la actualidad las mujeres constituyen la mayoría en muchos países. El que haya estudiantes provenientes de ambientes y contextos tan diversos es un reto enorme para las instituciones, más aún si se incluye a muchos que no cuentan con una buena formación previa. Con frecuencia las instituciones requieren invertir en programas de tutoría y cursos de nivelación, lo que aumenta sus costos de operación. La expansión también requiere de la creación o ampliación de las instalaciones físicas, a fin de proporcionar las condiciones favorables para la enseñanza o el aprendizaje. Para algunos países el esfuerzo en este sentido es monumental, sobre todo en una época en que los recursos financieros siguen siendo muy limitados.

La profesión académica también se ha visto afectada por la creciente expansión de la matrícula, pues los profesores tienen que atender a grupos más numerosos de estudiantes. Además, en muchos casos los salarios y las condiciones laborales se han deteriorado dramáticamente. Muchos docentes tienen que laborar en varias instituciones (públicas o privadas) para poder sobrevivir. Esta situación dificulta en enorme medida la posibilidad de crear ambientes favorables para el aprendizaje.

El crecimiento de la demanda también ha sido un factor que contribuye a la proliferación de instituciones privadas, cuando los gobiernos no han tenido la capacidad de financiar los establecimientos públicos. Los países de América Latina y México en particular, son ejemplos del rápido crecimiento y atomización de instituciones particulares dedicadas a absorber la demanda no atendida por el sector público. Un número importante de ellas carece de adecuados mecanismos de selección de alumnos y profesores, por lo que la educación que proporcionan es muy deficiente. Ante esto, los sistemas educativos y los gobiernos han promovido la creación de organismos para el aseguramiento de la calidad y la acreditación. Este proceso, iniciado en la década de los 90 se ha ido consolidando en pocos casos, y en otros sigue siendo todavía incipiente.

En virtud de las restricciones financieras y las dificultades para contratar y dar estabilidad al personal académico, es muy probable que las desigualdades sigan existiendo por mucho tiempo. Uno de sus efectos más inmediatos será que los beneficios económicos esperados para las personas que ostenten un título o diploma profesional, continuarán en declive. El dilema es que, por un lado, persiste la demanda social por mayor acceso a la educación superior y, por el otro, los crecientes costos hacen cada vez más difícil que las instituciones públicas ofrezcan las mejores condiciones para un aprendizaje de calidad para todos los estudiantes, independientemente de sus antecedentes académicos y culturales.


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