Mañana, 8 de marzo, se conmemora el Día de la Mujer. Fue a mediados del siglo XIX, en plena revolución industrial y durante el auge del movimiento obrero, cuando la reivindicación de la igualdad de género y la denuncia de la opresión social hacia las mujeres cobraron fuerza, comandadas por los primeros grupos feministas. En 1977, la Asamblea General de la ONU proclamó esta fecha como Día Internacional de la Mujer y, desde entonces, este organismo ha contribuido a que este día represente una oportunidad para realizar acciones en favor de los derechos de las mujeres y de su participación en la vida política y económica.
La comprensión de las desigualdades entre hombres y mujeres, concebidas bajo la categoría de género, provocó entre otras cosas un creciente sentimiento de identidad femenina y una reacción de miedo y defensa de la sociedad patriarcal frente a lo que Balandier denominó “la mitad peligrosa”. Estando así las cosas, el auto-reconocimiento y representación social bajo la identidad de mujer se han proyectado como forma de resistencia, en la medida que reivindican el derecho a ser diferente sin ser inferior.
Resulta interesante que los resultados de la Encuesta de Estudiantes de la UNAM (ENEUNAM), levantada durante el segundo semestre de 2011, muestren que entre las estudiantes el identificador de género ocupa el lugar más importante como fuente de autoreconocimiento, incluso por encima de identidades que se construyen en torno a la universidad, el estudio, la juventud, la acción política y el país.
De acuerdo con la información que muestra el cuadro, la condición femenina aparece como la marca que define y orienta los procesos de adscripción social de las estudiantes de la UNAM: son mujeres antes que cualquier cosa. Si se presta oído a las palabras que pronunciaron al dar respuesta a la encuesta se escucha que las estudiantes declaran que son mujeres, universitarias y estudiantes, eneseorden.Encambio, loshombres dicen que prefieren ser identificados como universitarios y estudiantes, más que como hombres.
Saber que las estudiantes se autoreconocen, principalmente, como mujeres resulta importante para construir y entender sus procesos de construcción como actrices institucionales y habitantes de la universidad, ya que la identidad opera como fuente de sentido y mediación de sus experiencias y de acción en la institución. Desde esta perspectiva, cuando se leen los indicadores sobre representación y participación política y cultural en asuntos y grupos institucionales surge preocupación porque, sistemáticamente, las estudiantes tienen menor participación e interés que sus compañeros hombres; quienes ya de por sí tienen una participación e interés muy limitados.
Lo que la información de la encuesta parece estar apuntando es que la construcción de las estudiantes a partir de la identidad de género no está actuando como elemento de incorporación de las mujeres a la política y a la vida universitaria. El tema es complejo y merece mayor investigación; aquí, por lo pronto, sólo se deja apuntado.
Pero, lo cierto es que la preferencia de las estudiantes por ser reconocidas como mujeres y su escasa interacción con la política y los campos de acción universitarios sugiere que, a pesar de que a la fecha las mujeres representan un poco más de la mitad de la matrícula de la UNAM a nivel licenciatura, entre las estudiantes y la institución todavía está pendiente la construcción de un “proyecto común” capaz de impedir la perpetuación de las desigualdades y las formas de exclusión y violencia de género a las que, por siglos, han estado expuestas las mujeres y que son la fuente primordial desde donde se reproduce la asignación de “roles” para la vida social.
Una clave de lectura del problema enunciado la constituye la percepción que tienen los y las estudiantes respecto a la inseguridad en los espacios públicos: el país, su ciudad, su barrio o colonia, las calles por donde transitan, su escuela/facultad y su trabajo. En todos los casos, ojo, se incluye la escuela, las estudiantes sienten mayor inseguridad que sus compañeros ¡Feliz 8 de marzo!
Cuadro 1.
