MOTOR DE BÚSQUEDA PARA ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Autor  Periódico  Año 
Mostrar Introducción

Los estudiantes no son la razón de ser de la universidad, sino sus principales protagonistas
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm. 516 [2013-06-27]
 

Con frecuencia se escucha decir que los estudiantes son la razón de ser de las instituciones educativas, particularmente de las universidades. Desde mi perspectiva, esto no es así, ni debería serlo, lo que no quiere decir que a los estudiantes la institución educativa no deba una atención prioritaria.

Las nociones y conceptos que organizan en el país el discurso que sitúa a los estudiantes como la razón de ser de las universidades surgieron de la conciencia de la vulnerabilidad y descuido institucional que en el país sufren los y las jóvenes. Sin duda, en el México contemporáneo existe una juventud, mayoritaria, precarizada a la que las instituciones educativas deben apoyo y cuidado.

Sin duda, los estudiantes son y han sido, de distintas maneras, importantes protagonistas de las historias de las instituciones educativas y, sobre todo de las universidades; de hecho resulta imposible desligar la situación y condiciones que las delinean con la actuación que han tenido y tienen sus estudiantes. Pero, una cosa es ser protagonista y otra distinta es representar la razón de ser de una institución. Ser reconocido como protagonista implica tener el derecho a participar activamente en las tramas que construyen cotidianamente a la institución y, también, dan sentido a su razón de ser.

En cambio, la concepción de que los estudiantes son la razón de ser de las instituciones educativas deja de lado la importancia de la acción de los estudiantes y remite y construye imágenes y representaciones sobre ellos y ellas que lo/as definen como sujetos dependientes de sus “mayores”. En tal sentido, el papel que asumen las instituciones educativas, los maestros, administradores y directores, es el de cuidar y proteger a los estudiantes para que se preparen para acceder (en el futuro) a la vida adulta. Es como si el papel de los estudiantes fuera el de dejarse llevar por una senda previamente construida para lo cual ellos solamente tienen que escuchar y seguir mandatos. Incluso las “desobediencias” a los mandatos se reconocen como parte de los privilegios que tienen los estudiantes por ser “la razón de ser”, es decir por ser jóvenes.

La verdadera razón de ser de las universidades y el papel que en ella deben tener los estudiantes se encuentran en su génesis. La que es reconocida como la primera universidad en la historia del mundo occidental, la de Bolonia, fue fundada por estudiantes que buscaron instituir relaciones entre maestros y estudiantes con el objetivo de aprender, producir conocimiento y obtener certificaciones y títulos formales, reconocidos socialmente.

Esta génesis pone en claro que es son las acciones de aprender y enseñar, de transmitir y producir conocimiento y la de actuar en la historia, las que otorgan valor y sentido a la universidades y a sus actores. La labor educativa y la producción de conocimientos pertinentes son el signo que las identifica. Por su parte, el agenciamiento estudiantil en estas labores es el que debe forjarla.

Considerando que las instituciones educativas son espacios cuya razón de ser son los estudiantes se inhibe la comprensión de que a ellos les corresponde participar activamente en la construcción de las relaciones y ambientes sociales necesarios para el aprendizaje y la investigación. Tal postura inscribe el quehacer de las universidades en visiones paternalistas de la educación que limitan la participación y la responsabilidad de los y las estudiantes en la institución y que obstaculizan su crecimiento cívico, intelectual y crítico.

Una universidad que se precia de serlo, debe evitar, a toda costa, infantilizar a los estudiantes y socializarlos como personas dependientes. El “paisaje juvenil” en las universidades debe corresponder a los referentes y horizontes políticos de la autonomía.

Las representaciones institucionales y académicas sobre los estudiantes han sido un gran obstáculo para forjar relaciones de mutuo aprendizaje y co-producción de conocimiento en las que los jóvenes participen de manera activa. Considerados como “razón de ser” se les piensa inmaduros y se les cierran o escatiman los canales de participación como iguales.

La consideración de que los estudiantes son la razón de ser de la universidad trae larvada una cuestión de poder entre jóvenes y adultos. Reproduce un orden en el cual cada quienes debe ocupar su lugar y mantenerse allí, sin traspasar los límites. En este orden los adultos, profesores, investigadores, administrativos y funcionarios son los productores y responsables de la universidad y de sus procesos y los estudiantes son el producto, al que se debe atención y cuidado.

Dada la situación histórica y cultural por la que hoy atraviesa el país, que demanda la participación activa de todos los mexicanos y sobre todo de las instituciones educativas y de sus jóvenes, es urgente que la universidad reconozca que los estudiantes no son su razón de ser sino los protagonistas fundamentales en el proceso de construcción de la institución misma y de sus procesos, así como del propio país.

El agenciamiento estudiantil, esto es el posicionamiento, reconocimiento y actuación del sujeto juvenil de la universidad, como actor, constituye una exigencia para la creación de procesos de enseñanza aprendizaje y de conocimiento, así como de actitudes cívicas, pertinentes a la realidad contemporánea del mundo y del país. Este posicionamiento es condición necesaria para establecer relaciones de mutua preocupación, responsabilidad y cuidado entre la universidad, la juventud y la sociedad.


Instituto de Investigaciones Económicas
Seminario de Educación Superior
TEL: 56650210, FAX: 56230116
webmaster@ses.unam.mx
Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

Free Blog Counter