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El interés por los jóvenes
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 522 [2013-08-15]
 

En los tiempos que corren, hay un enorme interés de los científicos sociales por los jóvenes (15 a 29 años). Y no es para menos. La recuperación de la economía no aparece. La crisis en muchos países no permite crear empleos frente a una demanda creciente de parte de los jóvenes. Hay quienes han insistido en buscar un trabajo asalariado y terminan por rendirse. Empleos seguros y decentes ya no se encuentran, son escasos. Los jóvenes tienen una mayor probabilidad de estar desempleados.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que había alrededor de 73 millones de jóvenes desempleados en el mundo, en el 2013. La tasa es de 12.7 por ciento. En la región latinoamericana, la mencionada oficina estimó que, en el mismo año, la tasa es de 13.2 por ciento. El desempleo afecta más a las jóvenes (16.3 por ciento) que a los jóvenes (11.1 por ciento). Las proyecciones hacia el 2018 indican que la situación no va a mejorar.

En México, la OIT señaló que en el 2012 la tasa de desempleo juvenil fue de 9.7 por ciento. Al igual que en el conjunto de Latinoamérica, el problema afectó más a las mujeres (10.6) que a los hombres (9.1). Es muy probable que en el próximo lustro no haya una mejoría considerable.

Los resultados para América Latina y México muestran que, en estos países, hay debilidad de las instituciones encargadas de atender el mercado laboral. Los trabajos que hay son malos, los jóvenes ganan poco dinero, se incrustan en la informalidad (o en la delincuencia), o bien encuentran salida emigrando a otros países. Los datos duros indican que la educación no necesariamente les sirve para fines laborales. La OIT advierte que se trata de una generación en riesgo.

¿Cuáles son las respuestas que dan los jóvenes a la situación en que se encuentran? ¿Qué perciben? Acaban de salir los resultados de una encuesta hecha por el BID para los jóvenes de Iberoamérica. Importa lo que opinan, porque refleja cómo ven la sociedad en la que viven, así como sus rasgos culturales. Importa, asimismo, tener claro que los jóvenes son un grupo muy heterogéneo y que sus respuestas no pueden generalizarse. Lo que aquí señalo no es más que un botón de muestra para indicar la urgencia de pensar y aplicar soluciones a problemas de gravedad estructural e individual.

El deterioro de la relación de la escuela con el trabajo es, a no dudar, uno de los principales resultados del modelo de desarrollo vigente. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes mexicanos, (más del 70 por ciento), percibe que la escuela si funciona: lo que se aprende sirve para la vida y, a veces, para desempeñar un trabajo. Que sirva para el trabajo, no quiere decir que sea buena para conseguirlo. Dos quintas partes, la mayor frecuencia, opinan que los contactos sociales son el principal mecanismo para obtener un empleo.

Independientemente del comportamiento estructural de la relación, los jóvenes en el país tienen expectativas de realizar su educación en el mercado, aunque dos terceras partes consideran que la educación es regular o mala. No obstante, adquirirla significa contar con un medio que ayuda a abrirse posibilidades de movilidad social, a pesar de que la tasa de desocupación es más alta entre los profesionistas.

Otro resultado que llama la atención es que los jóvenes en México tienen menos confianza en las instituciones que los jóvenes de otros países. Como ya se ha mostrado en otras encuestas, a la policía, al gobierno y a los políticos se les tiene muy poca confianza, contrario a lo que sienten por las universidades.

De la mayor relevancia es que, en todos los países de Iberoamérica, la aprobación de legalizar la marihuana no rebasa más allá del 15 por ciento de los jóvenes. En México, algo más del 80 por ciento está de acuerdo en que consumir drogas ilícitas es malo. Los jóvenes mexicanos, según el BID, se encuentran entre los más tradicionales, comparados con los jóvenes de otros países, en lo que se refiere a temas controvertidos.

Y, finalmente, casi dos tercios creé que la calidad de vida en México es regular, y más de dos quintas partes que los mayores problemas de los jóvenes son la delincuencia y la violencia. Sólo la mitad considera que el país va a estar mejor en los próximos cinco años, mientras que 7 de cada 10 opinaron que en lo individual van a estar mejor.

El mercado laboral les ha hecho la vida muy difícil a los jóvenes. La prioridad más alta que tenemos es crear empleos decentes para ellos y darles acceso a buenas y prestigiosas universidades nuevas. En el país, los jóvenes todavía tienen expectativas de avanzar e integrarse a la sociedad con su educación. La reforma educativa no puede quedarse donde la han dejado, porque no va a servir a ningún propósito de largo plazo. La esperanza tiene camino, pasa por la cultura, y la ética, y no pasa por la legalización de la marihuana.


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