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El desplazamiento de los migrantes calificados
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 188 [2006-08-10]
 

A los cálculos sobre la magnitud de la migración calificada en las últimas décadas, datos que hasta hace relativamente poco tiempo pasaban desapercibidos y eran sólo aproximaciones, se agregan ahora algunas de las condiciones que motivan la salida y también la inserción en los países de destino.

Por el lado de los países de los que emigra el capital humano calificado, se ha destacado que lo propicia la escasez de oportunidades en el mercado laboral, la incertidumbre asociada a la marcha de la economía, el poco desarrollo de la investigación o la fragilidad del sistema científico. Por el lado de los países receptores, se resalta la demanda de profesionales con cierto tipo de competencias, mejores condiciones de desarrollo y mayores niveles de preparación.

A la diáspora de recursos humanos altamente calificados, sobre todo para el caso de las naciones en desarrollo, se le ha hecho notar la pérdida económica que infligen a los países de origen y los beneficios que acarrea a los países de destino. Sin embargo, estos últimos han argumentado que en realidad los países de procedencia también se ven beneficiados, puesto que al retornar tales emigrantes, se trata de una repatriación de personal con alta calificación, con redes amplias de contactos y con importantes flujos de información y conocimiento que son sumamente útiles. Es posible, pero lo cierto es que no terminan por hacerse claros tales beneficios y tal vez se trate de experiencias muy localizadas.

Una de las mayores dificultades con el tema de la migración calificada es que los registros de su dimensión, cuando existen, son relativamente recientes y aproximados. Estados Unidos, el país de mayor atracción para los emigrantes de todo el mundo, ha sido uno de los pocos que cuenta con datos para ubicar el volumen y las condiciones de su inserción. Los censos de población de ese país han sido tomados como principal fuente de información por un grupo de investigación del Banco Mundial que indaga la migración internacional y el desarrollo. El año pasado tal grupo presentó los resultados preliminares de sus investigaciones (Aaditya Mattoo, Ileana Cristina Neagu, and Çaglar Özden. "Brain Waste? Educated Immigrant in US Labor Market"), información que la comentamos en su oportunidad. Pero uno de los integrante de ese grupo, Çaglar Özden, participó en la reunión de expertos de Naciones Unidas de finales del año pasado sobre migración internacional y presentó algunos datos importantes sobre la fuga de cerebros en América Latina (Brain Drain in Latin America).

La fuente de información es una muestra del uno por ciento del censo estadounidense del 2000, constituida por personas nacidas en el extranjero entre los 25 y los 65 años de edad y que estaban empleadas al momento de levantar el censo. Özden extrae algunas conclusiones de la información reportada. Por ejemplo, advierte que los flujos de migración de América Latina hacia los Estados Unidos representan alrededor de dos terceras partes de la migración total a ese país. El asunto es que para países más pequeños, como Jamaica, Haití, Guyana o Belice, significa que cerca del 80 por ciento de su población con nivel universitario está viviendo en los Estados Unidos. El promedio es de aproximadamente el 30 por ciento para países de América Central, como El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua y Panamá. En cambio para los países de mayor tamaño, como Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Uruguay y Venezuela el promedio es menor al 5 por ciento. El de México es de aproximadamente el 13 por ciento.

El problema parece menor o al menos se ve aminorado en los países de tamaño medio porque, en términos relativos, los emigrantes calificados constituyen una menor proporción respecto de la población total de su país de origen y también de los trabajadores altamente educados que componen la fuerza laboral.

El punto que resalta en la exposición de Özden es que la mayoría de los migrantes con altos niveles de escolaridad que llegaron a los Estados Unidos en los años ochenta, obtuvieron sus grados más bien en esa nación, no en los países de procedencia. Un volumen que desciende para los que llegaron en la década siguiente. Este hecho, señala, muestra que completar los estudios es uno de los motivos para la migración y es, además, un factor con importantes repercusiones para debatir la idea de fuga de cerebros, dado que no es lo mismo hablar de un recurso humano que se formó en su país de origen a otro que se forma en el país de llegada.

Independientemente de las salvedades con las fuentes de información utilizadas y la población considerada, al supuesto de los beneficios que tiene la emigración calificada para los países en desarrollo, ahora también se añade el argumento del lugar y calidad de la formación. Convendría comenzar a sistematizar los datos en los países de origen.


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