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Políticas para la educación superior: los académicos
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 537 [2013-11-28]
 

Hay una buena cantidad de literatura y muchas sugerencias sobre cómo mejorar la situación de los académicos. Sin embargo, quienes toman decisiones para conducir la academia no las han tenido en cuenta y, en muchas ocasiones, el contenido de las políticas va en sentido contrario a lo que se ha escrito y resuelto en las investigaciones acerca de este actor universitario.

Hoy, es indispensable investigar más sobre los académicos, porque son ellos los productores de conocimiento y los formadores de las generaciones que van a dirigir el país. También, para saber qué opinan de la denostación que han hecho los medios televisivos de la figura del maestro. En el Simposio La Universidad Pública a Futuro tuvimos una mesa dedicada a los académicos. Recojo tres líneas de conclusiones de la mesa, que también fueron mencionadas en una reunión de investigadores de las ciencias sociales.

La docencia recibe enormes demandas de la sociedad y del plano global, que presionan hacia la innovación, en la era del conocimiento. Es indispensable que las reformas curriculares se hagan en un proceso continuo que adapte el contenido de la enseñanza a los tiempos. Asimismo, mejorar la infraestructura del aula y de la escuela.

Es indispensable que las reformas curriculares se hagan como un proceso continuo que adapte la enseñanza a los tiempos, complementar con otros métodos la exposición oral y llevar a cabo programas de superación con formación pedagógica para usar las nuevas tecnologías. Todo lo cual supone flexibilidad de criterios, confianza en el profesor y amplios canales de comunicación entre autoridades y docentes.

Para revalorar la docencia hay que entender que es una función. Una visión restringida desanima a la academia. No cobra importancia para la evaluación atender a los alumnos después de clase, las tutorías, la elaboración de planes y programas de estudio para el posgrado, la participación en comités de dirección de tesis, encargarse de abrir opciones docentes para diversos públicos, como diplomados y especializaciones, la puesta en marcha de seminarios de investigación fuera del programa curricular, etc. De todas estas actividades se dan constancias, que al final no dan puntos, pero que exigen en los informes.

Sería adecuado establecer varios perfiles para los académicos, derivados de la relación investigación-docencia y que las autoridades presten atención a los criterios de evaluación que se están aplicando, para cambiarlos a favor de un clima que beneficie la relación profesor-alumno. Además, darle celeridad a la renovación de la planta, con programas como los que se llevan cabo en la UNAM, e interconectar a las generaciones de académicos. Asimismo, mejorar la infraestructura del aula y de la escuela.

Un segundo punto es el de las publicaciones. Hay una presión creciente para que se publiquen artículos en revistas indexadas o en revistas extranjeras en inglés. Muchos de estos trabajos se leen por grupos de académicos muy pequeños en el país; las publicaciones en el extranjero, sobre todo en ciencias naturales y exactas, tienen poca repercusión e impacto en la sociedad mexicana y son, en ocasiones, sólo extracción de conocimiento valioso para quienes tienen más capacidad de absorberlo en los países desarrollados.

El volumen de producción de conocimiento en ciencias sociales y humanidades en el país no cabe en las revistas indexadas, lo cual va a afectar seriamente las evaluaciones de los académicos, sí esto priva como criterio de evaluación principal. En estos campos es de la más alta prioridad que los investigadores participen en los medios y que democraticen el conocimiento y la cultura. Su participación en los medios debe evaluarse positivamente, de manera explícita.

Finalmente, los resultados de la encuesta sobre la reconfiguración de la profesión académica en México apuntan dos grandes preguntas: i) ¿por qué es importante que los académicos participen del gobierno de su institución y en la toma de decisiones institucionales? Ii) ¿Se puede mejorar e incrementar su participación? La respuesta es que una participación informada puede ayudar bastante a que las universidades funcionen mejor.

Mucho de lo que ocurre con los académicos, que nos está asfixiando, se debe a que no estamos organizados De ahí que se propusiera la creación de la Asociación Mexicana de Académicos, para servir de interlocutor con las autoridades, con el propósito de mejorar el funcionamiento de las instituciones. Ya se están dando los primeros pasos y son muy firmes.

Aparte. Sr. Rector José Narro Robles. Necesitábamos una respuesta enérgica y digna ante los embates de la CNDH a nuestra casa de estudios, como la que Ud. dio. Es un llamado a todos nosotros para cuidar a la UNAM en estos tiempos de destrucción del espacio público.


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