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Educación superior latinoamericana: insuficiencias a pesar de los avances
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm. 562, pp.6 [2014-06-05]
 

La expansión de la educación superior en América Latina ha continuado de manera notable en la última década y media, a pesar de los avatares que ha enfrentado en diversos aspectos como las críticas de diversos sectores sociales en torno a los conocimientos y habilidades de los egresados; los altos niveles de deserción en algunas instituciones y carreras profesionales; la desigual distribución de las oportunidades de obtener una formación de calidad, la cual se concentra en unas cuantas instituciones; los altos niveles de desempleo de los egresados; el alto grado de preferencia en las opciones profesionales tradicionales; y la falta de acceso de los grupos sociales más desaventajados, entre otras. El que la matrícula de lo que se ha llamado también educación terciaria siga una ruta ascendente, significa que aún permanece muy fuerte entre los jóvenes (y los no tan jóvenes) la idea de que con este nivel de escolaridad mejorará su nivel de vida o cuando menos eventualmente estarán preparados para ingresar al mercado laboral en condiciones más ventajosas en comparación con quienes no pudieron llegar hasta ese escalón en su trayecto escolar.

Algunos informes recientes editados por organismos de la UNESCO en América Latina, dan cuenta de los avances y las insuficiencias que la educación superior ha tenido desde la década de los 90 hasta el primer decenio de este siglo. En ellos se describe el panorama educativo regional, subrayando que la expansión ha sido muy significativa, pero no ha podido dejar atrás la inequidad que caracteriza a las sociedades de esta región. Una de esas publicaciones, escrita por Margarita Poggi, directora del Instituto Internacional de Planeación de la Educación (IIPE-UNESCO) intitulada “La educación en América Latina: logros y desafíos pendientes”, ofrece un panorama de las tendencias generales de la educación a nivel regional, el cual permite contar con un marco comparativo de los sistemas educativos de la región.

Poggi considera que para asumir las deudas del pasado y del presente, así como los desafíos del futuro, se requiere construir nuevos esquemas que permitan interpretar en forma más acabada los problemas educativos. En este sentido, es importante no olvidar la compleja relación entre democracia, justicia y educación, lo que supone preguntarse siempre sobre lo que ha hecho y puede hacer la democracia por la educación—al considerarla como requisito tanto para una ciudadanía efectiva como para la construcción de identidades colectivas—y, a su vez, preguntarse en todo momento sobre lo que puede hace la educación por la democracia. Aun cuando las sociedades latinoamericanas han avanzado significativamente en la provisión de oportunidades educativas para grandes sectores de sus respectivas poblaciones, las deudas pendientes indican que la educación sigue buscando ser más justa y equitativa.

Para ilustrar lo anterior, el informe elaborado por Poggi ofrece datos que señalan avances muy evidentes en las tasas de escolarización del grupo de 15 a 17 años entre 2000 y 2010 en la mayor parte de los países latinoamericanos: primero en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y México, y en años más recientes, en Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela. Además, las cifras también muestran un aumento de cinco puntos porcentuales en los jóvenes entre 18 y 24 años que asisten a la educación superior. En esta situación destacan Costa Rica, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Venezuela, en los que se observan aumentos de 10 puntos o más en este nivel durante el periodo antes mencionado. La diferencia entre este grupo de países es notable, ya que en el 2010 algunos de ellos presentaban niveles de asistencia mayores al 30 por ciento como en Argentina, Bolivia, Costa Rica, Chile, Ecuador y Perú, en tanto que otros registraban tasas menores al 20 por ciento como en el caso de Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. México, por su parte, alcanzó el 30 por ciento en el 2012.

Para Poggi, la ampliación en el acceso mostrada por las cifras antes citadas, es sin duda un logro de todos los sistemas educativos de la región. De ese modo, resulta indiscutible la elevación general del nivel general educativo por el mayor acceso y el aumento en la cantidad de años de escolarización. Sin embargo, esto no puede considerarse como el único criterio para determinar si los sistemas educativos se están democratizando. Es necesario analizar una serie de indicadores que permitan analizar los avances y logros de la situación educativa de la región y señalar el camino sobre el cual las políticas educativas deben transitar con mayor intensidad.

De acuerdo con la autora, un aspecto fundamental de evaluación de la justicia de un sistema educativo tiene que seguir siendo el análisis de las desigualdades y brechas en las tasas de acceso de los estudiantes según factores como el área de residencia (urbano o rural), el nivel socio-económico de las familias de las que provienen los alumnos y la pertenencia a pueblos originarios o afrodescendientes. Aun cuando el medio social y de origen no debiera jugar un papel significativo en los resultados escolares, éste ha sido, sin embargo, una característica de la región latinoamericana. De este modo, a pesar de los evidentes logros y avances obtenidos durante los últimos lustros en gran parte de los países de la región, las insuficiencias tienen un largo camino por recorrer para poder ser superadas.


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