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¿Sin fines de lucro? Laureate en Chile
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm. 563 [2014-06-19]
 

Cuando en los años noventa los ejecutivos de la empresa estadunidense Sylvan Learning Systems se plantearon la posibilidad de enfilar baterías hacia el sector de universidades privadas en distintos países y regiones, la opción de invertir en México y Chile parecía la más promisoria en el mundo de habla española.

En 1992-1993 la empresa, hasta entonces dedicada a la provisión de suministros educativos, fue adquirida por Douglas Becker y R. Christopher Hoehn-Saric, dos jóvenes empresarios dispuestos a arriesgar capital en un mercado emergente, el de la globalización de servicios educativos. En el curso de los noventa segmentaron la compañía en tres divisiones: Sylvan Prometric, dedicada al diseño de pruebas por computadoras; Sylvan Learning Group, orientada a la concesión internacional de franquicias para la enseñanza de inglés; y Sylvan International Universities, cuyo propósito radicaba en la adquisición de instituciones privadas de educación superior. La última división acabaría por concentrar la atención empresarial y financiera de la compañía.

En 2004 ocurrió una nueva restructura: Becker asumió el liderazgo de la división universitaria, se creó la firma Laureate Education Inc. y la subsidiaria Laureate International Universities. A partir de 2005 se emitieron acciones al público a través del mercado NASDAQ. A Laureate no le fue como esperaban en la bolsa. Se tomó entonces la decisión de transitar al mercado privado mediante la conformación de un grupo de inversionistas privados especializados en el manejo transnacional de fondos. La nueva ingeniería financiera fue liderada por el propio Becker quien permanecería, hasta hoy, como el ejecutivo principal del consorcio.

En el 2000, cuando Laureate aún era Sylvan, se concretaron dos operaciones de importancia: la adquisición de la Universidad del Valle de México (UVM) y la compra de la Universidad de las Américas en Chile. Mientras que en nuestro país la estrategia de desarrollo consistiría en la expansión de la UVM mediante la apertura de unidades en distintas ciudades, y la compra de otras instituciones que fueron asimiladas al grupo UVM, en Chile se procedería a la progresiva adquisición de universidades y centros profesionales sin la necesidad de integrar un conglomerado académico unificado. En aquel país, el grupo Laureate tomó control en 2003 de la prestigiada universidad Andrés Bello y del Instituto Profesional AIEP dependiente de la primera. En 2009 se hizo de la Universidad Viña del Mar. Más adelante sería adquirida la Escuela Moderna de Música y el Institute for Executive Development Chile (IEDE), así, en inglés, vinculado a la Universidad Europea de Madrid, también propiedad de Laureate.

Las inversiones de Laureate en Chile y en México prosperaron porque en ambos países, con distintas expresiones, ocurrieron procesos de incentivo fiscal a la educación superior privada. En ambos casos se consiguió el objetivo de establecer instituciones con un peso significativo en la oferta privada. La UVM mexicana es el sistema de mayor tamaño en el segmento local, y la Andrés Bello se ostenta como la universidad más grande de Chile.

Cuando Sebastián Piñera fue electo presidente de Chile en 2010, los inversionistas de Laureate deben haber pensado que la fortuna les sonreía para proseguir y mejorar sus operaciones. No contaban, naturalmente, con la irrupción de un movimiento estudiantil que, a partir de 2011 pondría en cuestión la protección del gobierno a la educación superior privada con fines de lucro.

A partir de 2012, y con gran intensidad en el primer semestre de 2014, varios actores han demandado una investigación a fondo sobre los negocios de Laureate en Chile. El primer objetivo consiste en que las universidades que maneja el corporativo sean declaradas “con fines de lucro” para obligar el pago de impuestos correspondiente y para evitarles acceso a los subsidios indirectos con que el Estado apoya al segmento privado no lucrativo. Quienes sostienen esta postura argumentan que Laureate en Chile ha instalado varias compañías que se dedican a proveer diversos servicios (inmobiliarios, gestión de recursos humanos, mercadeo y publicidad, infraestructuras e insumos educativos) para la operación de las instituciones. Con ello, se señala, las ganancias que se obtienen por cuotas y colegiaturas van a parar, en buena medida, al resto de las empresas Laureate, y ulteriormente al corporativo transnacional.

Entre quienes más activamente han cuestionado la presencia de Laureate en aquel país se cuenta al rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, quien ha exigido una auditoría completa al grupo e interpelado a las autoridades del gobierno para que actúen con prontitud y energía sobre el caso. En el parlamento también está presente la postura crítica, en particular en la Comisión de Educación que integra a varios de los ex líderes estudiantiles del 2011. Aunque los voceros de Laureate han declarado que no se saldrán de Chile, todo parece indicar que su continuidad está sujeta a una nueva dinámica política, la del reformismo educativo y fiscal de Michelle Bachelet. Lo menos que pueden esperar es el fin de la bonanza vivida en los últimos años.

En Chile, la mirada crítica sobre el lucro de las universidades privadas ha puesto la mira y la atención sobre el corporativo multinacional Laureate. Es de anticiparse que haya cambios importantes en aquel escenario. Por ello, en nuestro contexto, quizás el ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, haría bien en reconsiderar su aceptación al cargo de presidente del Comité Asesor Académico de Laureate México.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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