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Educación superior en España: Los límites del crecimiento
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm. 571 [2014-08-14]
 

Desde hace varios años en España está ocurriendo una tendencia de gradual disminución de la matrícula de educación superior. En 1999 se alcanzó la cifra pico de un millón 602 mil 653 estudiantes en programas de pregrado. El dato más reciente, contenido en el volumen “Datos básicos del sistema universitario español. Curso 2013-2014”, del Ministerio de Educación Cultura y Deporte de ese país, reporta una inscripción total de un millón 577 mil 652 estudiantes.

La tendencia de disminución de matrícula en el periodo no ha sido lineal. Mientras que en la primera década del siglo se observa una pérdida anual en torno al uno por ciento, los efectos sociales de la crisis financiera mundial de 2008-2009 se tradujeron, en ese contexto, en un repunte del acceso al sistema universitario, debido a la pérdida significativa de otras oportunidades de ocupación para la población joven, así como al drástico incremento de los niveles de desempleo. Pero, al parecer, la tendencia negativa ha vuelto a tomar presencia en el sistema universitario.

De acuerdo al reporte citado, sólo en el último año disminuyó el volumen de matrícula en educación superior en más de cuarenta mil individuos. La principal parte de esta disminución se registró en programas públicos de nivel licenciatura. De acuerdo a la interpretación oficial, “de confirmarse la tendencia, se estaría retomando la senda de descenso de estudiantes universitarios que ya se venía produciendo con anterioridad a la crisis económica. De esta forma se podría decir que el crecimiento de estudiantes universitarios que se ha producido en el periodo transcurrido entre los cursos 2008-2009 y 2011-2012 ha sido de carácter excepcional debido al efecto de la crisis y la adaptación al Espacio Europeo de la Educación Superior y la consecuente puesta en marcha de los másteres oficiales universitarios.” (Datos básicos… pág. 8).

Varios factores explican la tendencia negativa. El primero es de orden demográfico: en España la maduración de la transición demográfica ha implicado una disminución pronunciada del segmento juvenil. En el presente, el segmento de población entre 18 y 23 años disminuye a un ritmo aproximado al 3.5 por ciento anual, una de las tasas negativas más altas en el mundo. La disminución población de niños y jóvenes en España se había venido compensando, hasta fechas recientes, por la tendencia migratoria hacia ese país. No obstante después de 2009, también por efecto de la crisis económica, la pauta deja de sentir sus efectos en la pirámide demográfica.

Debido al decrecimiento de la población joven, las tasas de cobertura de la educación superior española han aumentado aun cuando el volumen de matrícula disminuye. Hacia el año 2000 la tasa neta de educación superior se aproximaba al 25 por ciento de la población relevante (18 a 23 años). Según el reporte citado, dicha tasa asciende en la actualidad a 29.7 por ciento. El efecto es más notable aún en la tasa bruta: a principios de siglo, según datos de la UNESCO, la cobertura bruta en España era de aproximadamente el sesenta por ciento, mientras que en la actualidad supera el setenta por ciento en ese indicador. No sobra mencionar en este punto que España es uno de los países con la mayor proporción de estudiantes universitarios mayores de 23 años, rango en que se ubica casi una tercera parte de la matrícula total.

En este panorama, uno de los datos más importantes es el decaimiento de la población universitaria por áreas y carreras. Según la fuente citada, el número de estudiantes de ingeniería y arquitectura acumula en la última década un déficit del 23.3 por ciento total. Asimismo en el área científica se han perdido, en los últimos diez años, más del 25 por ciento de la inscripción total. En contraposición, el área de estudiantes en ciencias de la salud mantiene una tendencia creciente: en la última década casi ha duplicado su volumen. Parte de este efecto se atribuye al crecimiento de la oferta en las disciplinas del área y parte a la reclasificación de la carrera de psicología, antes ubicada en la rama de ciencias sociales y jurídicas y ahora en ciencias de la salud.

También materia de preocupación es el dato referido al abandono escolar en el ciclo universitario. El informe hace notar que la deserción después del primer año de estudios de licenciatura asciende al 19 por ciento de la inscripción original. Este indicador se presenta con mayor incidencia en instituciones públicas y en las carreras del área de artes y humanidades, en las que asciende hasta 28.8 por ciento.


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