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El rector José Narro y la autonomía universitaria
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 577 [2014-09-25]
 

Con motivo de la inauguración del Coloquio para celebrar los 85 años de la autonomía de la UNAM, el rector de esta casa de estudios pronunció un discurso inaugural en el que señaló ideas en las que debemos fijarnos con atención. Tales ideas giran en torno a la autonomía y han ido elaborándose a lo largo de su primer y segundo período como rector. Se han expuesto en sendos artículos, publicados en revistas académicas. Escuchándolo, este lunes 22 de septiembre, me pareció importante retomar algunos de sus artículos y discursos, porque, desde mi punto de vista, el rector ha relacionado a la autonomía universitaria con otros conceptos, dando una visión que puede animar la discusión de la autonomía en estos tiempos.

El rector Narro recordó que la autonomía universitaria se había alcanzado antes que en la UNAM (1929) en otras dos instituciones: las Universidades de Michoacán (1918) y de San Luis Potosí (1923). Ello destaca que el concepto tiene su propia historicidad, y que ha ido en el tiempo tomado de la mano por el cambio permanente de las instituciones académicas, a medida que se renuevan estimuladas por las transformaciones sociales.

El Dr. Narro señaló que la autonomía implica responsabilidad y compromiso social, dos conceptos que se están movilizando para caracterizar a la universidad pública en nuestros días. Sostuvo que la responsabilidad social requiere del análisis de las condiciones institucionales de existencia, para que la universidad pública cambie académicamente y se ubique cada vez más cerca de la sociedad. El acercamiento es posible sí hacemos que la autonomía sea respetable y respetada por todos. Llamó, entonces, a reflexionar sobre el devenir de la universidad pública, sus circunstancias y problemas actuales, para resolverlos y seguir construyendo futuro. También, pidió que se examinen los retos de las universidades públicas, y la necesidad de fortalecer a la autonomía para enfrentarlos.

En los artículos del Dr. Narro (2009 y 2011) se sostiene que la universidad se dirige hacia una mayor integración con la sociedad; es lo que toca en estos tiempos. Y, para ello, la universidad necesita aumentar su capacidad para tomar sus propias decisiones con el propósito de satisfacer lo que la sociedad le demanda y responder a las exigencias que provoca el avance del conocimiento. Teniendo en cuenta, siempre, que la tarea de la universidad pública es formar mujeres y hombres cultos, con un sentido humanista de la vida. En la universidad pública el conocimiento y la cultura están indisolublemente unidos.

Al interior de la universidad, se aprecia que las funciones sustantivas se realizan mejor cuando las comunidades que la integran gozan de autonomía en sus cuerpos colegiados. La autonomía produce cohesión social sí su significado es asumido por todos los actores universitarios. Un ejemplo lo da la Encuesta de Estudiantes de la UNAM de 2011: el 97% de los alumnos de licenciatura respondió que es muy importante que la Universidad sea autónoma. La mayoría opina que la autonomía es valiosa para resistir legítimamente las intromisiones externas en la vida universitaria y para garantizar la existencia de la libertad académica. La unidad entre la comunidad universitaria, y entre ella y sus autoridades, es un elemento de primer orden para que la autonomía sea eficazmente utilizada por la institución en sus relaciones con el entorno social y en el escenario político.

El Dr. Narro ha sostenido, en reiteradas ocasiones, que la autonomía permite que en la universidad se exprese la pluralidad: distintas posturas académicas y diversas culturas. Igualmente, ha señalado que la autonomía está relacionada con principios como la tolerancia y el respeto a la discrepancia. La universidad pública y autónoma es el espacio organizado para el debate racional de la realidad social. En cuanto al compromiso social, la universidad autónoma opera para producir, trasmitir y difundir conocimiento que impulse el desarrollo y el bienestar social, para erradicar la desigualdad, cultivar el humanismo, las humanidades, y los valores de los derechos humanos. La autonomía tiene como condición de posibilidad la existencia de una sociedad y de un Estado democráticos. Ella no florece bajo una dictadura. Por eso, la universidad tiene el compromiso de crear ciudadanos con razonabilidad. Y, finalmente, para realizar su trabajo de manera autónoma, la universidad pública requiere un presupuesto suficiente que no esté sujeto a vaivenes coyunturales.

El rector Narro ha contribuido a la reflexión sobre la autonomía al ponerla en relación con los conceptos de responsabilidad y compromiso social de las instituciones, como la UNAM. La visión de conjunto, la vinculación conceptual, brinda un enfoque para pensar en la renovación de la universidad bajo moldes académicos que enriquezcan intelectual y éticamente a la sociedad en torno a la equidad con justicia social.


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