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Elites y Universidades
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 604 [2015-04-23]
 

En los cursos de sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la teoría de las elites ha ocupado un lugar destacado. Marx, Weber, Mosca y Pareto son clásicos. Después, ha habido otros teóricos, como Hunter y Dahl. Pero ninguno tan recordado, en este campo, como C.W.Mills. Más recientemente, hay que citar a Wallerstein. Como pueden imaginarse, las coincidencias, pero también las diferencias, son muchas.

El estudio de las elites es importante porque nos permite comprender la forma de funcionamiento de la sociedad, desde su interior, entre otras razones porque muchas decisiones que se toman, y afectan a todos, proceden desde las fuentes del poder.

Otro sociólogo, R. Dahrendorf (2003), apunta que, con la globalización, se instalaron mecanismos de decisión que trascienden los “tradicionales. Y es que, desde su punto de vista, ha surgido una “clase global” cuyos intereses rebasan los límites nacionales. O en los términos de Rothkopf (2009), una “superclase” formada por unas 7000 personas, una por cada millón de habitantes en el mundo”. Dahrendorf (2005), se refiere, además, al debilitamiento de los Estados nacionales, en un desplazamiento del poder hacia organismos, corporaciones y empresas multinacionales.

La superclase comanda la economía, las finanzas y la industria cultural, es una fuerza que tiene que ver con las tecnologías de la información y que ha adquirido capital transformando los bienes y los recursos intangibles en dinero. Su poder real reside en que sus miembros toman acuerdos, entran en alianzas en interés propio. Comparten como valores la meritocracia, la libertad de mercado y el deseo de sostener el sistema a largo plazo.

En una entrevista, Nick Rockefeller, miembro de la superclase, reconoció que uno de los objetivos más grandes de la clase global es que se produzca una reducción importante de la población mundial. Más adelante confesó “el objetivo final es tener a todo el mundo con un chip, controlar a la sociedad entera, para que los banqueros y la elite mundial puedan mandar en el planeta.” “Los pobres ya no le interesan al capital” (Dahrendorf, 2005). Wasted lives, diría Bauman (2005).

Según Mills (1958) “nadie puede ser verdaderamente poderoso si no tiene acceso al mando de las grandes instituciones”. Pues bien, la superclase controla y se maneja con organismos cuya finalidad es lograr una soberanía supranacional. Mencionaré sólo algunos nombres: Consejo de Asuntos Exteriores de los USA, Comisión Trilateral, que reúne a propietarios y ejecutivos de las empresas más grandes del mundo, Club Bilderberg, un club cerrado, de hombres de negocios y políticos que quieren hacer su propia globalización. Pretenden unir a la OTAN para proyectar la política internacional. Sigue el Foro Económico Mundial en Davos, donde se llevan a cabo grandes negocios y los líderes nacionales presentan sus reformas.

Un grupo de investigadores suizos, del Instituto Federal de Tecnología, estudió las relaciones entre millones de empresas para concluir que sólo 147 mega-corporaciones controlan el 40 por ciento de la economía global. Además, los miembros de la superclase dominan la mayoría de las grandes instituciones financieras (FMI, World Bank), incluido el Banco de Pagos Internacionales, que es eje central en el esfuerzo de crear un sistema financiero global en manos privadas, capaz de imponerse al sistema político de cada país.

Y, por si fuera poco, hay seis grandes compañías globales que manejan cerca del 90 por ciento de las noticias y espectáculos que vemos. A lo que se suma un grupo de think thanks, donde sobresale la Rand Corporation.

En este espectáculo, ¿dónde aparece la universidad? La escuela de economistas de la Universidad Chicago, defensora del reaganomics, algo dice. Buena parte de la elite mundial ha sido educada en el top ten de las universidades anglosajonas. Las grandes universidades norteamericanas e inglesas tienen un fuerte componente de capitalismo académico. Reciben dinero de fundaciones y empresas de la superclase para llevar a cabo investigación, básica, aplicada y explorar el cosmos.

Actualmente, es indispensable observar y mostrar cómo está funcionando el capitalismo mundial y su interés por las universidades de investigación. La evaluación y los rankings llegaron para reproducir el prestigio y la hegemonía del grupo de universidades donde estudian las elites y donde se investiga para las grandes corporaciones. La tarea inmediata de las elites globales es construir un nuevo tipo de Estado, refuncionalizarlo para que sirva a estas empresas gigantes, al tiempo que ellas se sirven de las universidades.

A nosotros los mexicanos, nos toca combatir el deterioro de la vida social y actuar contra la concentración del poder a escala global, para lo cual es necesario tener universidades competentes y que brinden una muy buena educación a las generaciones nuevas. Las universidades necesitan prepararse, en este contexto, para auxiliar a la sociedad en el escrutinio de las decisiones globales, analizar sus efectos y formular opciones que abran grados de libertad al país. Corresponde, también, imbuir ética a la política y estimular una ciudadanía activa. Mantenerse como espacio organizado para el debate público, proponer soluciones y promover la cohesión cultural.


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