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El oficio de Rector
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 627, pp. 6 [2015-10-08]
 

Quien dirige la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) conduce una institución académica, un centro de enseñanza, generador de conocimiento y de ideas. Una Universidad que ha seguido el desarrollo de nuestro país desde la colonia hasta nuestros días; que es un proyecto cultural, cuya realización ha sido trascendente para la nación.

Estar al frente de la UNAM significa guiar a una comunidad académica dentro de una institución que otorga un sentido ético a sus miembros y a la sociedad, que produce símbolos y anima el hábito de la utopía. Es una Universidad que tiene un compromiso con el presente y uno mayor con el futuro. Crecimiento y cambio son dos conceptos que juegan para entender su naturaleza e impulsar su devenir.

En los últimos tiempos, la UNAM ha vivido un periodo de avance y consolidación de su quehacer, ha incrementado su prestigio, y su valía ha sido reconocida, aquí y en el campo internacional. La Universidad de nuestros días vive en un mundo en el que se manifiesta una crisis del modelo de desarrollo. Hoy se ubica en un entorno social inmediato lleno de tensiones. En medio de dificultades, la UNAM ha gozado de estabilidad, indispensable para el cumplimiento del trabajo académico. La institución enfrenta muchos retos: uno de ellos es conservar su carácter autónomo, público, laico y gratuito. Otro, elevar más su nivel académico.

Los universitarios estamos inmersos en un proceso de la mayor importancia. En nuestra casa de estudios, está por designarse un nuevo rector. La relevancia del proceso es absoluta, porque el rector es la figura y la autoridad más importante en la conducción institucional. También, el proceso cobra relevancia porque la fisonomía de la figura de rector ha experimentado mudanzas, por la diversidad de papeles que tiene que jugar en estos tiempos para dirigir una institución compleja y heterogénea, con un gran peso social.

El rector conduce, organiza y ejecuta un proyecto de desarrollo. Es encargado de vigilar el cumplimiento de las leyes y disposiciones jurídicas, de realizar los acuerdos del Consejo Universitario, de plantear y operar iniciativas de carácter académico. Varios estudiosos de la escena política universitaria hemos coincidido en que la figura del rector ha ganado fuerza a raíz de las transformaciones recientes en las universidades públicas.

En el pasado próximo se han agregado múltiples funciones a la figura del rector, en virtud de las políticas oficiales de educación superior y la complejidad organizativa de las universidades. Así, los rectores cubren, actualmente, un vasto número de tareas. Se han convertido en personajes políticos cuya misión es conciliar los distintos intereses en el campus, establecer acuerdos con las fuerzas que los enarbolan para mantener la gobernabilidad. Y, para tal efecto, un Rector necesita tener una amplia capacidad de convocatoria en la comunidad académica, gozar de legitimidad y credibilidad. Asimismo, de un innegable prestigio académico, porque la autoridad universitaria se finca en el saber.

El rector es responsable de la buena marcha de la administración y necesita contar con los debidos soportes para el manejo de los recursos económicos. Él es quien los gestiona frente al gobierno. Para ello, entra en contacto con el sistema político. Al rector le toca elaborar el presupuesto anual y cabildear en el Congreso con las fracciones de los partidos políticos y convencer de sus propósitos, al menos, a los secretarios de Hacienda y Educación.

Hacia la sociedad, el rector es quien representa a su casa de estudios. Y sus posturas frente a los problemas sociales y los eventos del acontecer político son muy importantes, porque crean e influyen en la opinión pública; tiene que saber expresarlas correctamente manteniendo el espíritu crítico que tiene la comunidad universitaria.

En breve, elegir rector tiene una delicadeza política extrema, por la calidad y cantidad de trabajo que encierra el puesto, pero también por la importancia cada vez mayor de las universidades, en esta era de la información y cambio continuo de los modelos de producción del conocimiento, que trae desafíos de gran envergadura. Hoy las tareas del rector requieren de un muy buen equipo de trabajo, respetable y respetado académicamente, proclive a la innovación.

En la UNAM estamos en el proceso de cambio de rector y es muy grato observar que se realiza con racionalidad y razonabilidad política, en un clima en el que se reflexiona sobre las quince personas que están compitiendo por el puesto, sus ofertas de programa y las necesidades de la institución para ser cada día mejor. Esperamos un buen resultado.

Finalmente, anoto que acaba de aparecer un libro que se agrega a la amplia literatura sobre los gobiernos universitarios y la política en las universidades. Se titula Autonomía y Pluralismo de la UNAM en las Designaciones de rector, 1999, 2003 y 2007. Su autor es el Dr. Carlos Hernández Alcántara, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. El texto es de lectura obligada.


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