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Élites políticas: La opción de la vida académica
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 703, pp. 5 [2017-05-04]
 

La Unidad Peninsular del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) tiene una nueva directora: Dulce María Sauri Riancho. El director general de la institución, Agustín Escobar Latapí, con manifestaciones previas de inconformidad, le dio posesión el pasado 24 de abril. Las funciones de la nueva directora comenzaron este primero de mayo y se extenderán durante los siguientes tres años.

El CIESAS es uno de los 27 centros públicos de investigación sectorizados al Conacyt y uno de los ocho centros de ciencias sociales y humanidades de ese subsistema. Al igual que muchas otras instituciones del sector científico se fundó en los años setenta, pero el Centro mismo ya es un subsistema que se ha expandido en los últimos años.

Actualmente, el CIESAS, aparte de la sede en Ciudad de México, tiene otras seis sedes regionales en diferentes puntos del territorio nacional: Golfo, Noreste, Occidente, Pacífico Sur, Sureste y Peninsular. De hecho, de los centros públicos de investigación de ciencias sociales es el que más se ha extendido. En conjunto, en sus diferentes sedes, su personal académico sumaba casi dos centenares el año pasado (158 profesores-investigadores, 13 jóvenes Cátedra Conacyt y 28 técnicos académicos).

Por su parte, la Unidad Peninsular, la que ahora dirigirá Sauri Riancho, es una de las sedes más recientes y relativamente pequeña (la otra es el la del Noreste). Apenas se creó en el año 2000, tiene una docena de investigadores y tres áreas de especialidad: historia, etnohistoria y antropología social. En términos comparativos es una institución modesta.

Pero ¿por qué generó inconformidad el nombramiento de Sauri Riancho? En el mes de marzo de este año, la revista Contralínea reportó que había sido contratada Sauri como investigadora de la institución y que el hecho había generado rechazo, porque se había apartado de la normatividad y porque los que estuvieron en desacuerdo argumentaron que las oportunidades debían ser para los jóvenes, no para las personas mayores de 65 años (http://www.contralinea.com.mx).

El director general del CIESAS, Escobar Latapí, según reportó la misma revista, asumió la responsabilidad directa del nombramiento y en carta pública, explicó que se debía a razones estratégicas: “El contexto presupuestal y político de la ciencia en México ha cambiado. No podremos ser fuertes si dependemos sólo del presupuesto federal aprobado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público... La contratación de una investigadora que facilite las redes, contactos y proyectos es una decisión estratégica que cabe dentro de mis facultades”.

Y sí, para todas las instituciones académicas la presión por la búsqueda de recursos propios se ha incrementado notablemente, pero ha sido mayor para los centros públicos de investigación. No es un tema menor. De hecho, la ley establece una regulación específica para los fondos autogenerados en estos centros y, tal vez por la misma razón, los recortes presupuestales les han afectado en mayor medida. ¿Razón suficiente para la nueva contratación? Podría ser.

El asunto es que Sauri Riancho, al poco tiempo de su incorporación, fue nombrada directora de la Unidad, lo que reanimó las muestras de inconformidad. Así que Escobar Latapí, en otro comunicado público, volvió a argumentar en favor de Sauri, ahora como directora, para destacar sus méritos para conciliar diferentes intereses académicos, su compromiso y su participación personal en distintos proyectos.

En estas circunstancias destacan diferentes aspectos. En primer lugar, es obvio que una parte del rechazo a la nueva directora está animado por su carrera como política de alto nivel en el PRI (legisladora, gobernadora de Yucatán, dirigente del partido) y su reciente grado como doctora en historia (en septiembre de 2016). Una combinación letal. Los políticos, casi que independientemente de su trayectoria y partido, tienen una bajísimo nivel de aprobación y cayendo.

En segundo lugar, si antes un buen número de investigadores, directivos y rectores de universidades aspiraban (o aspiran) a saltar a la administración pública, hoy se registra el camino inverso. No es ninguna novedad. Un buen número de funcionarios públicos de mandos superiores, en el ocaso de sus carreras en la política, han buscado un prudente y discreto retorno o refugio en la academia nacional o internacional.

En tercer lugar, y esto sí es más reciente, la opción académica de alto nivel para los políticos está bajo los reflectores y en la mayoría de los casos ha sido controvertida. No solamente por los cuestionados expresidentes que buscan una posición o estancia en una universidad en el extranjero y no lo logran o son ampliamente cuestionados. También están los casos de ex gobernadores, como Humberto Moreira, que cursan estudios de posgrado en condiciones inmejorables y esperan tiempos mejores. O los funcionarios públicos que se dedican a dar conferencias en espacios de invernadero.

Pero ¿un refugio académico hará verano? Tal vez y solo tal vez. ¿Y los recursos financieros comandarán todas las decisiones? Ojalá que no.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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