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La universidad pública: Análisis, reflexiones y perspectivas
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 704, pp. 6 [2017-05-11]
 

El martes 2 de mayo se presentó el libro ¿Hacia dónde va la universidad en el Siglo XXI?, que es la última publicación del Seminario de Educación Superior (SES) de la UNAM. En la obra hay aportes de colegas que radican en América Latina, Europa y Estados Unidos y, desde luego, de colegas mexicanos que son académicos de varias casas de estudios en la República. Los comentarios estuvieron a cargo de Enrique del Val, Roberto Rodríguez y Mario Rueda.

La idea de la reunión era discutir la pregunta que da lugar al título. Se abordaron cuestiones importantes relativas a la evaluación, cuyas críticas, de parte de los académicos, no se ven, no se escuchan y no se leen, por parte de los tomadores de decisiones. Se trató de las condiciones de desorganización de los académicos y de los estudiantes, lo cual dificulta que puedan elevar demandas y exigir resultados a los gobiernos universitarios. En el fondo, se observa que esta situación de los principales actores universitarios está asociada con la estabilidad política, pero también con una inercia que obstaculiza la dinámica institucional.

Se tocó, además, lo relativo al cambio de la composición social y demográfica de la matrícula, lo cual está ligado a una mayor diversidad y, necesariamente, a una mayor flexibilidad organizativa. Asimismo, se hizo mención a las relaciones de la educación con el mercado laboral y a la disyuntiva que se abre para que las instituciones se vuelquen a servir con mayor énfasis a la sociedad o al Estado. No faltó, asimismo, referirse a los problemas de financiamiento, a las dificultades con el manejo de pasivos y de las pensiones, para una planta académica que viene envejeciendo rápidamente, ante una muy lenta renovación. Un desajuste completo, como en otros aspectos de la vida universitaria, que habrá que enfrentar a la brevedad.

A la lista de problemas discutidos, en lo personal, agregaría lo relativo a la falta de eficacia y eficiencia que tienen los gobiernos universitarios, la escasa participación de la comunidad en los procesos sucesorios de rector, y la ingobernabilidad en algunos casos. Hay una enorme inconformidad latente con la extrema burocratización con la que se opera administrativamente, con la presencia eterna de los mismos líderes sindicales y con el descontrol de las tareas que realizan los empleados sindicalizados encargados de servicios. A ellos, los estudiantes les tienen el mayor grado de desconfianza (según la encuesta de estudiantes de la UNAM).

Asimismo, hay disgusto porque los cuerpos colegiados de una misma institución siguen distintos criterios para evaluar el desempeño académico y por la discriminación que unos académicos hacen de los otros. Se tiene que acabar con el influyentismo y con la centralización de las decisiones, la confección de criterios de evaluación y el manejo de recursos en manos de la burocracia. Hay desaliento para seguir la carrera académica.

En el SES hemos hecho un recuento de aquello que consideramos obstáculos para la buena marcha futura de las universidades públicas en México, en varios libros. Quisiéramos que nuestros aportes a la problemática de la universidad pública sirvan al cambio institucional, más allá de su utilidad académica.

De lo que hemos realizado en el Seminario derivo una conclusión. La universidad pública de nuestros días, en México, tiene que prepararse para experimentar cambios que le permitan lidiar con los desafíos presentes y futuros. He seleccionado algunos que deseo mencionar.

En el país, las universidades públicas han ido formándose como universidades de investigación. Así, es prioritario fortalecer la producción de conocimiento y darle los recursos, medios y capacidades para que se expanda y difunda. A la universidad se le va a pedir que contribuya decididamente a resolver los grandes problemas nacionales y locales, en el marco global. Medio ambiente, energía, seguridad, violencia, distribución poblacional, pobreza y cultura ciudadana, entre otros, son rubros cuyos problemas requieren soluciones tendientes a romper las enormes disparidades sociales y territoriales existentes. Por tanto, más que hoy, las universidades tendrán la obligación de hacer proyectos y brindar resultados acordes a las necesidades de México.

Hay un eje del cambio institucional orientado por los escenarios tecnológicos a escala mundial. No nos libraremos de marchar hacia un sistema de innovación basado en el conocimiento científico. La universidad tendrá que contar con una comunidad académica y científica sólida, consolidada.

Asimismo, tendrá que adquirir y usar las nuevas tecnologías de la información, elevar la capacidad de los estudiantes en su manejo y usar estos medios para estrechar la comunicación con la sociedad. Es menester que la universidad contribuya al desarrollo de la sociedad civil y el espacio público, con lo cual ella misma se va a enriquecer.

A la universidad le esperan estos y otros retos difíciles de sortear. Los 21 investigadores que formamos el SES, estamos comprometidos a seguir nuestro trabajo, con espíritu universitario. Esperamos gozar de condiciones apropiadas para superarnos.


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