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Internacionalización de la ciencia: ¿Nos queda Francia?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 704, pp. 5 [2017-05-11]
 

“Quiero que todos aquellos que hoy representan la innovación y la excelencia en los Estados Unidos escuchen lo que tenemos que decir: a partir de ahora, a partir de mayo próximo, tendrán una nueva patria, Francia”.

Las palabras anteriores fueron parte de un mensaje dirigido el pasado 4 de febrero a investigadores norteamericanos. Fue en un acto de campaña en Lyon, Francia, y las pronunció Emmanuel Macron, entonces candidato poco conocido y líder del movimiento ¡En marcha! (https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2017/02/04). Hoy ese joven es presidente electo de Francia y tomará posesión este domingo 14 de mayo.

¿El discurso de Macron fue una improvisación para despuntar en la contienda electoral y será, como tantos otros, una olvidable promesa de campaña? O bien, ¿es un claro indicador sobre el inicio de un importante cambio en el flujo de personas altamente calificadas? Lo segundo. Distintos factores muestran que estamos ante el comienzo de un ajuste importante de los polos de atracción y expulsión de académicos e investigadores.

El 4 de febrero, los asistentes al acto de campaña de Macron, estallaron en aplausos al escuchar que Macron ofrecía una patria a los académicos norteamericanos (la grabación se puede ver y escuchar en la cuenta de Twitter de @EmannuelMacron de esas fechas). Tal vez la reacción positiva a sus palabras fue un acicate para que cuatro días después, el activo candidato grabara en inglés el mensaje formal de invitación.

El mensaje de Macron dice lo mismo que ofreció en el acto de campaña, aunque cuidando sus palabras sobre el presidente estadounidense Donald Trump. Por ejemplo, dijo: “Sé, cómo su nuevo presidente ha decidido poner en riesgo su presupuesto, sus iniciativas, ya que él es muy escéptico sobre el cambio climático”. Para añadir: “yo no tengo duda”. Ofreció un incremento en la inversión y reiteró la invitacion a investigadores de Estados Unidos: “queremos gente trabajando sobre cambio climático, energías renovables y nuevas tecnologías. Francia es su nación” (la grabación también se puede ver en el mismo sitio).

Y sí, al comienzo del pasado mes de febrero, Trump apenas tenía un par de semanas como presidente en funciones, pero ya había expresado que el cambio climático “era una invención”, anunciado una reducción de presupuesto para la actividad científica, endurecido el sistema migratorio y adoptado una posición pública ambigua sobre si Estados Unidos se retirará o no del Acuerdo de París sobre cambio climático. Factores que sin duda han tenido, o tendrán, un efecto en las expectativas y en el flujo de personas.

El Acuerdo de París establece las medidas más relevantes que se habrán de adoptar para la reducción de los gases de efecto invernadero. Es un documento discutido y consensado en la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático celebrada en París en 2015, correspondiente a la reunión número 21 de la Conferencia de las Partes (las Partes son los Estados, de ahí el nombre de COP21, por su sigla en inglés) y que sustituirá al Protocolo de Kyoto en 2020.

La Convención Marco, en la que se incribe el Acuerdo de París, reconoce la existencia de un cambio climático por efecto de la actividad humana y descansa en los países industrializados la mayor responsabilidad para tomar las medidas correctivas. El compromiso con el Acuerdo es firme por casi dos centenares de Estados (las Partes). Así que no es nada intrascendente el eventual retiro o ratificación de los Estados Unidos; la decisión deberá tomarla a más tardar al final de este mes.

De hecho, la posición de Trump sobre el cambio climático fue uno de los factores que alentaron la “Marcha por la Ciencia” del pasado 22 de abril, precisamente el “Día de la Tierra”; una marcha que tuvo resonancia en más de 600 ciudades en el mundo. Lo grave es que las cosas parecen empeorar para la investigación sobre cambio climático y protección al ambiente.

De acuerdo con el periódico estadounidense The New York Times, la semana pasada Trump ordenó una reestructuración radical de la Agencia de Protección Ambiental, lo que incluye la sustitución de científicos de sus comités de revisión por representantes de la industria regulada, un recorte a su presupuesto y revertir algunas medidas sobre cambio climático y protección del agua potable (https://www.nytimes.com/2017/05/07 ).

En fin, los datos indican que Estados Unidos es uno de los principales destinos para los jóvenes que están a la búsqueda de una formación de alto nivel y también para aquellos que desean desarrollarse profesionalmente. Al menos lo era al comienzo de la década actual. Después, le seguían Francia, Alemania y el Reino Unido. El asunto es que en todas estas naciones, por diferentes razones, están en marcha importantes procesos de redefinición que no solamente se refieren al cambio climático y que se reflejarán en una nueva composición de polos de rechazo o atracción.

No hay duda de que se producirá un impacto en el flujo de personal altamente calificado, lo que todavía no sabemos es cuál será su magnitud. Por lo pronto, comienza el periodo de Emannuel Macron y ahí queda su oferta de campaña.


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