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Las humanidades en la universidad pública
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 711, pp. 6 [2017-06-29]
 

Cuando se trata de entender la complejidad del ser humano, de caracterizarlo en su contexto, en relación con otros, como actor, sujeto, como ente político, responsable de su pensamiento, como intelectual, con la capacidad de mirar y exponer la historia, enseñar a las nuevas generaciones, rescatar el patrimonio, escribir literatura, argumentar y sopesar imponderables éticos, con el talento de formular leyes, luchar por valores, construir museos, explorar lo público, levantar promesas y utopías, hacer esfuerzos civilizatorios, tenemos que ubicarnos en medio de la cultura y de la ética. Son todas cosas concretas, reales, que son asunto de lo que conocemos como humanidades, un conjunto de campos de conocimiento que en México se ha desarrollado, mayormente, en las universidades públicas.

Las humanidades son una propuesta universitaria. Desde siempre, las disciplinas humanísticas se centran en la enseñanza de un razonamiento crítico, en el análisis riguroso de cómo se funden el pasado y el futuro en el presente. Ponen al descubierto que existen diferentes culturas en el mundo y enfatizan que el estudio de la cultura es una cuestión prioritaria en la universidad. Las humanidades han producido estudios que dejan testimonio de los momentos en que una cultura se ha querido imponer a otra, de los conflictos culturales y religiosos. Testimonio sobre cómo nos ven otras sociedades.

A través de la reflexión sistemática y metódica, las humanidades dan elementos, a quienes las estudian y cultivan, para elaborar juicios, evaluar e investigar, para articular los hechos sociales y proponer rumbos que eliminen la injusticia y la exclusión. Son disciplinas que mediante la reflexión encauzan la acción y la reacción frente a la vida, sobre cómo entrar a resolver lo que pasa en el entorno. Las humanidades brindan perspectivas para la acción social razonada, la estimulan para que sea responsable. Animan el diálogo y la conversación pública, la razonabilidad como virtud para llegar a acuerdos.

En un mundo lleno de incertidumbre, inseguridad, un mundo desbocado (Giddens), las humanidades ayudan a la tarea de buscar y construir una identidad, de obtener un sentido de pertenencia a un grupo o colectivo, a tratar de ser como los demás y al mismo tiempo a seguir siendo una persona autónoma, a tener individualidad y el respaldo social de quienes son como nosotros. La identidad de un pueblo se forja.

Las humanidades permiten descubrir y hacer preguntas pertinentes, traer a la mente temas que de otra forma no hubieran llegado. Enseñan a que un mejor futuro se alcanza por varias opciones y que no hay respuestas finales. Entregan al estudioso compromiso, seriedad y dedicación a los fines de la colectividad y a desarrollar una imaginación social creativa. Incluyen una dimensión cívica y ética que trasciende lo nacional para que las personas se atrevan a ser ciudadanas del mundo.

En nuestro país, México, la crisis de valores ha tocado niveles muy profundos. Son momentos en que necesitamos enfatizar las humanidades, porque su instrumental valorativo auxilia a la socialización, a recomponer el tejido social y a crear ciudadanía. Porque en las preocupaciones de estas disciplinas se contempla la formación de la mente de las personas, la formación del carácter, y la vida asociada a otras personas en la familia, en la escuela, en las organizaciones sociales. En el ámbito escolar, las humanidades favorecen la escritura, la lectura y la reflexión para hacer juicios morales, para pensar con claridad. Y nada es más demandado en un medio democrático que el tener ciudadanos con conocimiento y visión de la vida en sociedad, de los asuntos públicos. El futuro de la democracia está, en buena medida, vinculado a la enseñanza de las humanidades en la universidad.

Por lo expuesto, en la universidad pública, la enseñanza y la investigación en humanidades son esenciales. Posibilitan que el estudiante indague, cuestione, produzca ideas, en lugar de ser considerado sólo como receptor. Que aprenda la tolerancia, la importancia de la libertad de expresión, la comprensión y el respeto por la diferencia. La universidad puede hacer mucho con las humanidades para acoger a las culturas juveniles, otorgar más capital cultural a los estudiantes. Las humanidades enriquecen.

En la investigación, la multidisciplina como enfoque, va a requerir que la universidad tenga y mantenga una estructura de investigación humanística competente, junto con las ciencias sociales. Muchos de los problemas que arrastra la sociedad, van a resolverse mejor sí las humanidades están presentes en la producción de conocimiento.

La universidad es razón y responsabilidad. Integra las ciencias y las humanidades. Fortalecer las humanidades, y renovar la planta académica son dos pasos ineludibles para tener una educación de calidad, entendida como aquella que es capaz de darle a la sociedad capacidades para generar cohesión, solidaridad, colaboración y romper los circuitos de la desigualdad. Con buena educación, investigación y difusión de las humanidades, la universidad cumple con la tarea de alimentar el espacio público.


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