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¿Qué nos espera?
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 746, pp. 4 [2018-03-15]
 

Una y otra vez hemos insistido en la dificultad de los tiempos y los cuidados que debemos tener los universitarios para que nuestras casas de estudios salgan bien libradas, manteniendo su autonomía y su carácter público. Estamos preocupados porque la intromisión de la violencia puede hacernos mucho daño para educar, investigar, difundir conocimiento, preservar el patrimonio cultural de los mexicanos y nuestras tradiciones académicas.

En una globalización en la que ha habido rapiña y concentración de la riqueza en una pequeña minoría, han aparecido rasgos muy preocupantes de nacionalismo, racismo, sexismo, xenofobia, discriminación y exclusión. En el vecino país del norte, estos rasgos de la sociedad han provocado movimientos estudiantiles que son importantes de apreciar, porque al final de cuentas, son una respuesta de descontento con el orden social imperante. En otros países, como algunos europeos, las protestas estudiantiles han venido a más por la disminución de los presupuestos a la educación superior y el aumento de las colegiaturas, o simplemente por la privatización de la escuela pública, como en algunos países latinoamericanos.

En CdMx debemos tener en cuenta que los jóvenes estudiantes reciben el impacto de muchos fenómenos globales y nacionales. Pero también, que reciben el impacto de los problemas que hoy guarda el área metropolitana de CdMx, que van desde la falta de mercado de trabajo para los profesionistas, la incertidumbre del futuro, y las malas condiciones de vida, hasta el mal transporte, la falta de espacios para reunirse y expresarse, y el clima delincuencial que rodea a muchos planteles escolares.

Un ejemplo. Entre los estudiantes de licenciatura de la UNAM 8 de cada 10 siente que la ciudad es insegura y 6 de cada 10 considera lo mismo del barrio o colonia donde vive. El entorno que rodea a las instalaciones universitarias es también objeto de malestar porque no se ha tenido cuidado de acabar con el narco menudeo y los peligros que representa el asalto, sobre todo para quienes van al turno vespertino. De seguir así las cosas, el desgobierno está dejando una mala herencia para las nuevas generaciones. Por varios lados se escucha que el país se nos está yendo de las manos.

Los estudiantes de la UNAM señalan al desgano como uno de sus principales problemas, junto con las adicciones y la falta de oportunidades educativas para otras personas de su misma cohorte de edad. Además, los datos que van apareciendo de la realidad son ilustrativos de que en los campus hay actos de acoso a las mujeres, robos, venta de drogas y otros delitos. En la UNAM casi uno de cada cuatro estudiantes de licenciatura ha sido objeto de un delito en su escuela, pero 4 de cada 5 han declarado que se sienten seguros en las instalaciones escolares.

Todo este clima, que se vive en distintos niveles de la realidad social, y un posible conflicto político como resultado de las elecciones, puede provocar disrupciones institucionales en las universidades públicas. Recordemos que los movimientos estudiantiles en la UNAM, por ejemplo, fueron resultado del activismo de los jóvenes como respuesta a una serie de fenómenos sociopolíticos que se colaron al campus e hicieron explosión, sin que las autoridades pudieran frenarla.

El cierre del mercado de trabajo, la poca permeabilidad social y política, la inconsistencia de estatus entre los más educados, los recortes al presupuesto educativo, el maltrato burocrático, la insuficiencia de oportunidades para estudiar una carrera, la ruptura de expectativas y un clima político completamente enrarecido, nos pueden llevar ahora a tener problemas serios en las universidades, particularmente durante todo el proceso de campaña y sus consecuencias después de la elección.

No sería la primera vez que los jóvenes estudiantes se fueran en contra de las agendas, las decisiones que toman los políticos, la falta de propuestas para resolver problemas nacionales de fondo o los fraudes electorales. Desde la fundación de nuestras universidades, el siglo pasado, los estudiantes universitarios han desafiado el status quo jugando un papel extraordinariamente relevante en los cambios sociales de México. Hoy existen, como aquí se sugiere, muchas condiciones para una protesta social y no sería de extrañar, como hace seis años, que la encabecen o que participen los estudiantes. Hay como apoyar la idea de que el 68 tuvo influencia en la elección de 1970, el movimiento del CEU (86-87)en la del 88 con Cárdenas, el 99 en la elección del 2000 y la de “Yo soy 132” en el 2012. ¿Qué nos espera?

En estos momentos, la UNAM tiene un rector que pondera muy bien los riesgos en los que el entorno nos ha metido, tiene un discurso orientador para los universitarios y mucha capacidad para relacionarse con la comunidad académica y con el Consejo Universitario. Hay, además, académicos en la Universidad pensando y analizando los asuntos ligados a la violencia social, para hacer propuestas que ayuden a resolver los problemas. Aquí y ahora, en eso estamos.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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