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Ciencia: México sin datos en la OCDE
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 174 [2006-04-27]
 

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recientemente publicó, por segundo año consecutivo, una compilación de los principales indicadores económicos y sociales (Factbook 2006) de los países miembros de esa organización. En conjunto, los datos muestran un panorama amplio sobre el desempeño de las naciones integrantes de la OCDE y también las áreas en donde se localizan los principales desafíos. En el caso de México, desafortunadamente, no están disponibles los datos para el área de ciencia y tecnología de los últimos años.

No son ninguna novedad las comparaciones poco favorables para México al interior de la OCDE. El señalamiento sobre las notables diferencias en casi todos los indicadores y los lugares ocupados por México han sido tema recurrente en los medios. Los resultados han tomado justificación por las asimetrías en el tamaño de las economías y las diferencias en los niveles de desarrollo de los países miembros.

Sin embargo, en los reportes internacionales cada vez es más frecuente que se hagan notar como se estrechan o se ahondan las diferencias entre países y regiones. Es el caso de los reportes divulgados la semana pasada por el Fondo Monetario Internacional (World Economic Outlook 2006) y el Banco Mundial (World Development Indicators 2006). En última instancia los reportes nos muestran la velocidad de los cambios y, más importante, lo que para algunos constituye la viabilidad o no de las naciones.

La serie de indicadores de la OCDE permite comparar no solamente las posiciones de los países miembros, sino también las variaciones en los diferentes indicadores a lo largo de la última década. Por esta razón resulta relevante contar con la información para observar la consistencia de los esfuerzos nacionales y valorar si la diferencia con el resto de países se mantiene, aumenta o disminuye. Esto supone información nacional organizada, lo mismo que un tratamiento según estándares internacionales (p.e. según el Manual de Frascati) que permitan la comparación.

En el caso de México, los datos de los últimos años no aparecen para algunos de los indicadores de ciencia y tecnología en la reciente publicación de la OCDE. Por ejemplo, el gasto para investigación y desarrollo experimental (IDE) como porcentaje del PIB que es uno de los indicadores que muestran el esfuerzo para impulsar la ciencia y la tecnología, los datos llegan solamente hasta el 2001, año en el que según la información anotada destinaba el 0.39 por ciento del PIB. México no es el único caso, otros países también presentan omisiones importantes, como Grecia, Suiza o Australia.

Aunque los documentos oficiales del gobierno mexicano manejan cifras más actualizadas del gasto en IDE, tampoco se trata de estimaciones recientes. Los datos que se presentan en el quinto informe de gobierno se refieren al 2003 e indican que en ese año el porcentaje era de 0.44 por ciento respecto del PIB. Por cierto, la cifra que se da para el año 2001 es de 0.40 y, como se puede apreciar, es ligeramente superior a la que aparece en la publicación de la OCDE. También hay que señalar que no se han actualizado las encuestas para calcular la participación relativa del gasto privado en IDE.

En el rubro de inversión en conocimiento México ni siquiera aparece. Este es un indicador construido recientemente por la OCDE para valorar lo que ha denominado las economías basadas en el conocimiento y lo calcula como la suma del total de gasto en IDE, sobre el total del gasto nacional en educación superior y en software. La tendencia en este rubro muestra que los Estados Unidos y Japón están haciendo una mayor inversión que la Unión Europea.

Tampoco aparecen cifras actualizadas sobre el número de investigadores por cada mil empleados. En este caso, la última cifra disponible que se anota es para 1999 y la proporción para ese año era de 0.6. La proporción más baja de los países de la OCDE. El número de patentes es el único indicador sobre el que sí se presentaron datos relativamente actualizados, aunque el año más reciente para el que se ofrecen datos de todos los países es 2002.

La información fidedigna es el aspecto más elemental y central para ubicar las áreas críticas y enfrentar los retos. Es cierto que en ocasiones por las prácticas técnicas de cada país, las dificultades para homogeneizar la información y los tiempos para recabar los datos, las cifras a nivel internacional presentan restricciones y no están muy actualizadas. Sin embargo, tal parece que sigue siendo necesario insistir en lo más básico: garantizar información técnicamente confiable y expedita.


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