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Para la agenda de la educación superior
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 760, pp. 4 [2018-06-28]
 

Supongo que las encuestas reflejan en alguna medida la realidad y que las elecciones del próximo primero de Julio nos dejarán, probablemente, con un gobierno distinto, a los últimos cinco, por su concepción del país. También, por la ejecución de políticas públicas con contenidos diferentes a los que hemos atestiguado, de 1982 a la fecha. Para formular las nuevas políticas será menester contar con el esfuerzo y la colaboración de las universidades públicas. Quién gane no saldrá triunfante si no las convoca para sacar al país de la crisis.

En materia de educación superior hay varios puntos a considerar en las políticas públicas:

1. Es indispensable que se arme una agenda sobre la educación superior que aborde los temas más preocupantes: cobertura, calidad, planta académica, cultura y financiamiento. El documento de la Anuies, que se presentó a los candidatos presidenciales, puede ser un punto de arranque porque, al menos, tiene el visto bueno de los rectores. Otro documento valioso a estos propósitos es la Declaración de la Conferencia Regional de Educación Superior celebrada hace unos días en Córdoba, Argentina. Y para un punteo más detallado, es prioritario consultar una buena cantidad de trabajos confeccionados por los investigadores del país dedicados a cuestionar y a sugerir propuestas a los problemas que enfrenta la educación superior mexicana. Entiendo que en el nuevo régimen, los planteamientos para las políticas saldrán de esfuerzos en los que participe la academia.

2. Hay que fijar tasas de cobertura en la educación superior que puedan alcanzarse, digamos en plazos quinquenales. En materia educativa, los cambios tienen que ser proyectados teniendo en cuenta un cúmulo de variables que influyen en sus resultados. Es recomendable ir lo más rápido posible, con el debido cuidado de no estropear los logros obtenidos y estimular la apertura de nuevos campos de conocimiento en la docencia.

3. En la era digital, de la información y del riesgo, la política de educación superior no puede plantearse desligada de una política del conocimiento y de una política que persiga eliminar las brechas de acceso y manejo de las tics. Las ideas sobre el tercer entorno, la complejidad y los modos de producción del conocimiento abren la posibilidad de renovar la vinculación docencia-investigación. Las universidades públicas, de acuerdo con el Execum de la UNAM, producen el 70 por ciento de la investigación en México.

Separar la ciencia del conjunto de la actividad académica representa una visión esquizofrénica de lo que hacemos los investigadores y profesores. Cada uno hace las tres funciones universitarias en distintos grados. Deberíamos plantear una forma más provechosa del trabajo académico y que sea adecuada a las condiciones y necesidades de México y sus regiones.

Por lo pronto, deberían corregirse los efectos negativos de las becas al desempeño. Sin buena ciencia no hay futuro, y ello incluye a todas aquellas disciplinas que enseñan a reflexionar, a pensar y proponer nuevas opciones al desarrollo de México. Implica el trabajo académico en colectivo y de carácter multi e interdisciplinario. La unión intelectual y material de investigadores en espacios comunes para elevar la calidad de la docencia y producir ciencia pertinente.

4. En un artículo pasado, me referí a la necesidad de reforzar el posgrado. Ahora, considero de la mayor importancia reconocer los apoyos que requiere el bachillerato. Porque la demanda de educación superior en los próximos años todavía será resultado del bono demográfico y también del creciente egreso de estudiantes de educación media superior. El egreso del bachillerato es una fuente primaria que presionará para elevar la matrícula de licenciatura y, obviamente, la ampliación de los recursos económicos para las instituciones que aumenten la cobertura.

Habrá que cuidar que quienes egresan del bachillerato con buenas calificaciones no abandonen el sistema educativo, en su tránsito a la educación superior, por falta de recursos económicos. Una parte de los fondos gubernamentales deberá dirigirse para incrementar la proporción de la matrícula ocupada por los segmentos de menores ingresos en la sociedad, mediante el otorgamiento de becas a quienes tienen buenos resultados y provienen de familias de recursos escasos. Igualmente, elevar el costo por estudiante en las instituciones públicas. Es menester hacer un esfuerzo para evitar que los jóvenes abandonen sus instituciones en el transcurso de los estudios técnicos o profesionales.

5. Las universidades públicas van a requerir transformarse para influir en el cambio social. Una de las preocupaciones mayores es que las instituciones universitarias formen a sus estudiantes en una ética centrada en los valores democráticos, para que se vuelvan ciudadanos reflexivos sobre el devenir nacional y puedan actuar con razonabilidad. Las universidades influyen en el establecimiento de valores ciudadanos en la sociedad. La universidad es un centro cultural que produce símbolos para que la sociedad tenga esperanza de un mejor futuro.


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