MOTOR DE BÚSQUEDA PARA ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Autor  Periódico  Año 
Mostrar Introducción

Cinvestav
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 166 [2006-02-23]
 

"Encubren en el Cinvestav anomalías de científicos", así tituló su primera plana el periódico La Jornada el pasado 13 de enero. La nota, firmada por Karina Avilés, señaló que ese Centro había conservado "en secreto ciertas 'irregularidades' de una investigación" del químico Eusebio Juaristi y de Omar Muñoz Muñiz, este último ahora ex alumno del primero. De acuerdo con la información que se presenta, el origen del problema está en que no se pueden obtener los mismos resultados de la investigación que realizaron (un procedimiento para mejorar la síntesis de un compuesto) al intentar replicarla. Pero tal parece que el verdadero asunto no es ese sino, una vez más, los mecanismos sociales de la práctica científica.

Según la nota periodística, habría cuatro elementos que permiten cuestionar el proceder de los investigadores o de las instituciones involucradas. Por ejemplo, se indica que los resultados de la investigación efectuada, a pesar de que no pueden ser replicados, sirvieron para que: a) Omar Muñoz obtuviera el grado de doctor en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav), dado que los incluyó como parte de su tesis y previamente los publicó en tres revistas internacionales; b) el mismo Muñoz ingresara al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), en tanto las publicaciones están reportadas en su expediente de incorporación; c) en cierta medida para que el químico Eusebio Juaristi ingresara al Colegio Nacional ("forman parte de la obra por la que Juaristi ingresará hoy a El Colegio Nacional") y d) obtener recursos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para la publicación de resultados y para la realización de la tesis de doctorado.

En principio cabría discernir si la no replicabilidad de la investigación se debió a un equívoco propio de la actividad científica o más bien fue producto de una acción deliberada, anticipada, tendiente a provocar el engaño y el fraude. En el primer caso estamos ante equívocos que con cierta frecuencia tienen lugar en el ámbito científico, especialmente cuando se cree estar ante un gran descubrimiento -o un nuevo hallazgo relativamente pequeño-, donde al comienzo los resultados concuerdan con lo novedoso y sin más se difunde el hallazgo. La presión contemporánea por obtener resultados, elevar la productividad, competir en el campo y acumular prestigio es un acicate para buscar notoriedad entre los colegas y publicar los trabajos sin aguardar una segunda comprobación por el mismo investigador. De esta forma, la replicabilidad generalmente corre a cargo de otros integrantes de la comunidad científica, sobre todo si el nuevo hallazgo no concuerda con el pensamiento vigente, si resulta útil para alcanzar un siguiente objetivo o si existen sospechas fundadas sobre el alcance del descubrimiento. Si la replicabilidad muestra que no se obtienen las mismas conclusiones, entonces se buscará la explicación correspondiente en la investigación original y estas pueden ir desde errores de procedimiento o de interpretación hasta señalar una completa irrelevancia de lo que se creía novedoso.

En el segundo caso, cuando se sabe con anticipación que no se logrará la replicabilidad porque la investigación está basada en datos parcial o totalmente falsos o en su manipulación para ajustarlos a conclusiones previas, es más bien un ejemplo de fraude. Los engaños en el campo científico no son nuevos, aunque sí cada vez más frecuentes, tal vez porque hoy el número de científicos es mayor que en el pasado, la acumulación de conocimiento ha crecido notablemente en las últimas décadas y porque el sistema mismo lo provoca. El caso más reciente, como lo comentamos en estas páginas, es el que protagonizó el científico coreano Woo Suk Hwang. De hecho, las revistas científicas están cada vez más preocupadas por las prácticas fraudulentas, por lo que han diseñado controles más rígidos para revisar los artículos que reciben y sobre todo han elaborado códigos de ética para quienes publican en sus páginas.

En ocasiones es difícil averiguar, sin examinar minuciosa y equilibradamente, cuando se trata de un error involuntario y cuando un fraude deliberado. La línea puede ser muy sutil y en buena medida corresponde a la esfera de la responsabilidad ética del investigador. Sin embargo, en cualquiera de los casos, la replicabilidad es un procedimiento abierto, correctivo, del avance de la ciencia y de llevarse a efecto generalmente mostrará si se trata de uno u otro supuesto, con el consecuente impacto en el prestigio del investigador. La credibilidad del científico, aun si cometió un error involuntario, quedará en entredicho si se muestra que sus hallazgos no pueden ser reproducidos por otro investigador que sigue el mismo procedimiento y la crítica será mayor si se trata de alguien que ocupa una posición de liderazgo en la comunidad académica de la que se trate. Son las reglas del juego.

Según la información reportada en la nota de La Jornada, la no replicabilidad de la investigación de Juaristi y Muñoz fue advertida y reconocida por los mismos autores, no por otros integrantes de la comunidad, y ante tal situación decidieron hacer las aclaraciones correspondientes: el retiro de los artículos en que se reportaron los hallazgos; una fe de erratas en la tesis de doctorado y un informe a Conacyt. Es decir, reconocieron y aceptaron su error. No hay nada cuestionable en este proceder, excepto que lo hubieran hecho presionados porque un colega delata el error deliberado -como ocurrió con el científico coreano y como frecuentemente sucede-, por la constatación externa y reiterada de que la investigación no se puede reproducir o por la fuerza de los acontecimientos.

La cronología de los hechos muestra que el retiro de los artículos en las revistas internacionales comenzó en diciembre del 2004 y el informe a Conacyt en noviembre del año pasado. Es decir no se trata de un asunto reciente, pero lo notable fue que la noticia apareció en primera plana el mismo día en que uno de los investigadores implicado ingresaba al Colegio Nacional. Un dato que también ilustra las reglas del juego.

En los últimos años el Cinvestav, por diferentes motivos, ha ocupado amplios espacios en la prensa, la penúltima al final del año pasado por el despido de tres investigadores, quizás cabría preguntarse a qué se debe tal notoriedad y su sentido.


Instituto de Investigaciones Económicas
Seminario de Educación Superior
TEL: 56650210, FAX: 56230116
webmaster@ses.unam.mx
Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

Free Blog Counter