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Cátedras Conacyt “¿Dónde quedó la confianza?”
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 892, pp. [2021-03-18]
 

Tienen una formación académica de alto nivel, sobradas habilidades para manejar herramientas de información y comunicación y, sobre todo, tienen una legítima preocupación por su futuro laboral. Son jóvenes de las Cátedras Conacyt y recientemente anunciaron que se han organizado en un sindicato y ya cuentan con el registro correspondiente.

El programa Cátedras Conacyt, probablemente usted lo tiene presente, comenzó en los primeros años de la pasada administración. Un mecanismo para dar respuesta a la creciente presión de jóvenes recién egresados del doctorado o posdoctorado que demandan oportunidades laborales. Desde ese entonces, también comenzó una nueva forma de ingresar en el territorio del trabajo académico.

La operación del programa preveía que si alguna institución pública (universidades, CPI o institutos nacionales) quería beneficiarse con la incorporación de jóvenes investigadores, necesitaba elaborar un proyecto para una cátedra individual o una cátedra grupal (entre tres y cinco jóvenes).

A su vez, los aspirantes a catedráticos debían inscribirse en un padrón de elegibles y cumplir con tres requisitos: ser mexicanos o extranjeros residentes legales en el país; un máximo de 40 años los hombres y 43 las mujeres; y poseer el grado de doctorado o todavía mejor si contaban con un posdoctorado. Después, quedaba en manos de un comité del Conacyt empatar proyectos y candidatos.

El estatus laboral de los participantes en las Cátedras es de personal académico del Conacyt y, según los lineamientos del programa, son comisionados durante un periodo de diez años (renovable tantas veces como sea necesario) a las institución de adscripción, pero son regidos por las normas del organismo rector de la política científica y tecnológica. Por la misma razón, son personal de confianza.

La primera convocatoria de las Cátedras Conacyt fue lanzada en febrero de 2014 y en esa emisión fueron aceptados 574 jóvenes. Sin embargo, al año siguiente comenzaron los problemas, algunos por las precarias condiciones institucionales que ofrecían a los nuevos investigadores, otros por la vulnerabilidad laboral de ser personal de confianza y otros más por la ambigüedad entre las normas de la institución de adscripción y el resto del personal.

El mayor obstáculo, sin embargo, radicó en los recursos financieros para renovar el programa año con año, porque estaba sujeto al financiamiento autorizado anualmente por los diputados. El presupuesto autorizado en el 2015 solamente alcanzó para 225 nuevas plazas, menos de la mitad de lo alcanzado en el año previo.

En fin, con dificultades y tropiezos, el programa continuó en los años siguientes y para 2018, al cierre de la administración anterior, se reportaron 1,511 catedráticos en 988 proyectos en todas las entidades federativas.

Tal vez las Cátedras Conacyt no alcanzaban la proporción deseable ni eran la mejor oferta laboral para los jóvenes doctores, pero sí constituían una opción ante la clausura del mercado académico. No obstante, al poco tiempo de asumir funciones el nuevo gobierno, el 5 de febrero de 2019, en la primera conferencia de prensa de la directora del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla –esa que anunció sería la primera de la serie que celebraría cada mes, pero que concluyeron a la segunda o tercera ocasión–, ahí expresó que no habría más Cátedras.

Dijo la directora: “Hoy tenemos colgados de la nómina a 1,500 catedráticos, eso tiene que cambiar… vamos a hacer honor a los compromisos, vamos a revisar con mucho cuidado que se cumplan, pero no se van a abrir nuevas plazas de Cátedras, sino que vamos a tratar de hacer propuestas mucho más sustantivas y sustentables a futuro” (t.ly/vy79).

No se emitieron más convocatorias ni se abrieron más plazas; tampoco se han presentado propuestas más sustantivas, sustentables o no. Seguramente ahí comenzó la preocupación de los jóvenes que ya estaban en el programa, tanto como el germen de su organización para la defensa de sus derechos laborales.

El pasado 10 de marzo, mediante comunicado público, anunciaron que ya estaban organizados en el Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores de Investigación de Cátedras Conacyt (SIINTRACATEDRAS) y contaban con registro ante la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. El primer objetivo que se proponen es abrir un diálogo para negociar un contrato colectivo de trabajo.

Tal vez uno de los efectos más visibles que han propiciado las medidas en marcha de la actual administración es la reacción y organización de diversos sectores de la comunidad académica y científica. Ocurrió primero con las asociaciones y sociedades del sector, luego con becarios de posgrado, tecnólogos, miembros del SNI, instituciones particulares, segmentos de la biotecnología, salud, centros públicos de investigación, responsables técnicos de proyectos de investigación, entre otros.

También provocó la reactivación de la vida sindical de los centros públicos de investigación. Y ahora un sindicato de nuevo tipo en la arena académica. Uno de jóvenes talentosos que no tuvo nada de confianza en su estatus laboral y que probablemente marcará la diferencia en organización sindical y comunicación política. Pronto lo veremos.

Pie de página: La ley debió ser aprobada en diciembre del 2020, pero apenas esta semana comenzaron dos foros regionales de consulta sobre la Ley General de Ciencia, tecnología e Innovación. ¿Foros en su versión 2.0? Atentos.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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