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Tiempos universitarios
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 917, pp. [2021-09-23]
 

La expansión del sistema de educación superior en México ha sido notable desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Entre los años sesenta y los noventa el movimiento expansivo fue espectacular. Después, en el siglo actual (desde el 2000 al 2020), la matrícula se duplicó y se espera que siga creciendo hasta el 2030, cuando posiblemente se atenderá al 50 por ciento de la población de 18 a 24 años.

No está por demás decir que las instituciones que componen el sistema educativo están agrupadas en doce subsistemas; seguirán diferenciándose y diversificándose. Además, sería de esperar que se asienten de una manera más razonable en el territorio nacional, para que sea más pareja la distribución de oportunidades educativas.

Si estos procesos, que aquí esbozo, se mantienen, entonces, se requerirá enfrentar muchos retos, además de la construcción de infraestructura, el financiamiento y las relaciones entre lo público y lo privado. Menciono algunos de los argumentos que me interesa poner a discusión para pensar el tiempo universitario por venir.

1. La diferenciación del sistema en este decenio de los veinte debe abrir posibilidades para que las políticas públicas combinen el crecimiento institucional con la creación de una ciudadanía mejor formada e informada, participativa en la esfera pública. Personas con capacidad de estimular el desarrollo y de defender y promover los derechos humanos y el bien común, en un ambiente tolerable al diálogo entre la sociedad y el Estado.

2. La ampliación del sistema educativo con obligatoriedad y gratuidad requerirá una docencia actualizada, con alto rigor académico, particularmente en los cursos en línea. En esta medida, la universidad mantendrá su importancia ante la sociedad y el Estado, al tiempo que se compromete y colabora con el cambio social.

3. Las universidades públicas y autónomas requerirán financiamiento apropiado para que mantengan la fortaleza de la investigación humanística y científica al más alto nivel académico posible. Reforzar el posgrado para que las universidades públicas otorguen seguridad y confianza al Estado y a las empresas, de tener a la mano personal del más alto nivel académico.

La universidad seguirá siendo el espacio institucional donde se combinan docencia, investigación y conocimiento transmisible a la sociedad (Clark, 1887). Por ello, deberá generar condiciones laborales para que los académicos lleven a cabo sus actividades y se sientan satisfechos, lo que también dependerá del pago de salarios adecuados. Habrá que calificar laboralmente a una parte de la planta académica para que entre de lleno a la digitalización de los procesos académicos.

4. Con la globalización y la pandemia, la academia ha cobrado intensidad en las casas de profesores y estudiantes, separados todos. Ciertamente, ahora cabe la posibilidad de que todos los cursos sean remotos en una universidad dada. También, será más difícil viajar a congresos, reuniones, o para estudiar el posgrado en otros países, lo que siempre se consideró una ventaja cultural (llamémosla así) para el país de origen y de destino.

Ahora, los estudiantes podrán tomar clases con un profesor o cursar una materia que les interese, en la institución que la imparta, aunque se localice en otra parte. Tendrán la opción de estudiar en una universidad extranjera desde su propio país. Habrá que observar la experiencia del PUEES de la UNAM en la enseñanza no presencial. También, estimular la interacción entre estudiantes por vía remota. La globalización favorece que así sea.

5. Lo que sería de esperar es una mayor interacción institucional, hacia la cooperación, la colaboración y acuerdos que permitan realizar proyectos docentes y de investigación a escala nacional, regional y mundial. Será una forma de mostrar la relevancia de las tareas universitarias en los próximos tiempos.

La universidad pública y autónoma continuará, no cabe duda, estimulando el bien público, la reflexión, el pensamiento social y científico, y colaborando a fortalecer todas las instituciones educativas dispuestas a incluirse en los planes académicos para hacer un mejor país. La universidad pública llevará a cabo acciones para dinamizar a la sociedad, al tiempo que ella misma sufrirá transformaciones significantes para cumplir sus propósitos.

6. Moverse en la dirección que apunta este texto, supone que se lleven a cabo cambios en el gobierno universitario. Brevemente, abrir la participación comunitaria en los cuerpos colegiados bajo los principios de la representatividad y legitimidad de quienes se integren a ellos. Fortalecer su papel en la dirección de los procesos académicos, al tiempo que se reconozca la autonomía académica de cada entidad en la institución. Agilizar los trámites administrativos, para que la burocratización no frene a la academia, reclutar gestores de recursos económicos y académicos, y observar que se distribuyan adecuadamente. Renovar los cuerpos de autoridad encargados de elegir a otras autoridades, para que los reemplazos adquieran la celeridad que imprima el cambio institucional. Modificar la administración central de acuerdo a los nuevos tiempos es un prerequisito de primer orden para fortalecer a la universidad.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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