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La educación, el sindicato y los políticos
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 155 [2005-11-24]
 

Hay una especie de compulsión política en la vida nacional envuelta de contradicciones. El presidente Fox aparece en un espot televisivo, que se repite con frecuencia, en medio de un salón de clases de una primaria pública y tiene como fondo un pizarrón electrónico. Y afirma que México ya cambió.

El secretario de Educación, Reyes Tamez, por su lado, declaró que él sí va a los salones de clase y manifestó, hasta en un tono sorpresivo, que a los niños les dejan tareas iguales a las que él hizo lustros atrás. Es decir, se sigue trabajando con la misma metodología. Asimismo, en los listados en los cuales se hacen comparaciones internacionales se sostiene que la educación en México es deficiente. El cambio no llegó. Seguimos como antes.

Mientras tanto, el magisterio no aparenta estar preocupado por lo que ocurre en su ramo, no se altera ni por el gatopardismo ni por el bajo reconocimiento social que se le otorga y tampoco por los planteamientos tan generales que sobre el problema educativo han hecho los aspirantes a la Presidencia de la República. Más de lo mismo. Elevar la calidad, aumentar las oportunidades de estudio, la educación como palanca del desarrollo.

En mi opinión, este discurso en la política educativa no ha servido de mucho y se encuentra bastante desgastado. Tal política no ha alcanzado a producir una mejoría académica del magisterio, los alumnos no salen bien preparados, la mayor parte de las escuelas sigue con instalaciones inadecuadas, el grado de centralismo en la toma de decisiones se ha mantenido en todos los niveles de la enseñanza y el presupuesto sigue siendo arma de control de las burocracias sobre el sistema educativo.

En un sistema tan centralizado, en ocasiones consiguen entrar a la escena algunos actores. Pero en México, sus organizaciones, los académicos y los escritores críticos no han conseguido influir en los funcionarios del gobierno (y ellos no han tenido capacidad y fuerza) para avanzar en las cuestiones sustantivas de la política educativa. Esto es que se logre trasmitir conocimientos y valores en el nivel básico que son necesarios para participar en la vida social y para que se adquiera identidad nacional.

Tampoco se han fabricado instrumentos para que se eleve significativamente el rendimiento escolar en aquellas entidades federativas que tienen más retrasos socioeconómicos. O que se eleve mayormente la atención a la demanda en la enseñan media superior, de tal manera, que estos estados de la República alcancen a otros más desarrollados.

Una de las dificultades para ir hacia delante en el terreno educativo ha sido el poder desmesurado de la cúpula del sindicato magisterial adquirido a través del corporativismo. En estos tiempos, su excesiva actividad deja la impresión en la ciudadanía de que el profesorado más que educar está interesado en la política partidaria.

La cúpula sindical está envuelta en una pugna política en el interior del PRI y ha descartado ir a las elecciones con el candidato de ese partido. No se sabe bien a bien si el sindicato permanecerá con una afiliación colectiva en el PRI, opuesto a la "camarilla" que conduce al partido, si quien lo encabeza entablará al final de cuentas una negociación con el PAN (ha dicho que hay profesores de este partido), si fortalece al partido creado por ella, o si la directiva y sus bases van a elegir con quién juegan.

Los mandos sindicales han anunciado el lanzamiento de una convocatoria para que los candidatos participen en una pasarela, en la cual expongan sus planteamientos sobre lo que proponen hacer con la educación y, entonces, decidir, a quién apoyan.

No hay claridad política en los que representan a quienes educan. Tampoco propuestas para integrar en las plataformas de los candidatos. Se presentan como oferta volátil en el mercado de los votos.

Se juega con la ficción de que las bases magisteriales se inclinarán por el lado que lo hagan sus dirigentes. Lo cual es una mecánica imposible en un sindicato que en su historia ha manifestado una fuerte heterogeneidad política, pues hay militantes y simpatizantes de todos los partidos y organizaciones que se oponen a la dirigencia.

Quedará pendiente para el próximo gobierno que la escuela entregue buenos resultados basados en el aprendizaje de los alumnos. Para cumplir la tarea deberá enfrentar y vencer las resistencias que persistan por parte del sindicato magisterial, porque de otra manera no se podrán lograr cambios de fondo en la educación.

Un punto más. Como se ha dicho en distintos medios, la próxima elección de presidente será muy cerrada y en medio de tantas contradicciones es de presumir que en el sector educativo se desate o anime el conflicto político. Habrá que estar muy atento desde ahora para cuidar que sus cauces no rebasen la buena marcha lograda en varias de las instituciones universitarias del país. Son de las riquezas que nos quedan.


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