En el número 151 de Campus apareció un artículo de María Herlinda Suárez Zozaya en el cual discute sobre lo engañoso de las listas internacionales que clasifican la calidad de las universidades. Señala que estas mediciones utilizan indicadores que no captan el cumplimiento de cometidos sociales y culturales pues, de hacerla, las universidades públicas de países como el nuestro se "llevarían las palmas".

Estando de acuerdo con este punto de vista, ocurre que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) apareció entre las cien mejores universidades del mundo según la clasificación del rotativo The Times Higher Education Supplement. Con todo y los desacuerdos que puedan tenerse con este tipo de mediciones, no puede negarse que la UNAM al aparecer en "las listas" la sitúa junto a las "mejores" universidades del mundo.

Además, en la mencionada clasificación, la UNAM aparece en el lugar número veinte en el campo de las humanidades. La significación de este dato es de enorme importancia, en cuanto se relaciona con la posibilidad de abandonar los escenarios de pobreza en los cuales suelen situarse México, sus universidades y los mexicanos.

Y es que en los países ricos, las humanidades siempre han gozado de un alto valor académico y social. Pero, en los países pobres, su desarrollo y apoyo suelen ser vistos con sospecha, debido a que se les considera un lujo, entre otras causas, por la insistencia de relacionar el conocimiento con fines estrictamente "prácticos", principalmente vinculados con "lo económico".

Sin embargo, la verdadera riqueza de los países proviene no de su prosperidad material sino de su cultura. Sólo para citar un ejemplo. La civilización maya es actualmente admirada en muchos lugares del mundo y objeto de estudio en centros de investigación de decenas de naciones porque forma parte de la historia universal.

Tenemos, además, una tradición cultural que rebasa nuestras fronteras. Somos bien conocidos en el orbe por nuestros pintores, literatos, poetas e historiadores. Contamos con una herencia y un acervo humanístico muy apreciados que han trascendido los tiempos.

La UNAM ha cuidado y cultivado esta herencia, la ha engrandecido, compartido y conjugado con las humanidades de todas partes del mundo. Por esto, a nuestra universidad se le ha reconocido entre las mejores, independientemente de cómo se hagan "las listas".

Hoy, más que en otros momentos, resulta esperanzador que se reconozca a la UNAM por su calidad en el campo de las humanidades. Recordemos que de éstas brotan las fuentes del pensamiento reflexivo y del arte, aquellas que dan sustento a la acción pública y a la innovación. De hecho, las humanidades son posibilidad de vida y recreación de la democracia.

Los académicos de la UNAM recibimos el juicio de la clasificación del Times como un estímulo y una responsabilidad. El merecido reconocimiento internacional del que goza nuestra institución nos otorga la oportunidad, que ahora se convierte en un deber, de proyectar el humanismo más allá de los muros universitarios, para integrar nuevos públicos que participen, junto con nosotros, en el proceso de construcción de esa sociedad que siempre hemos querido: un México humano en el que la innovación y el pensamiento reflexivo alimenten día a día la democracia, que se torna forma de vida.