MOTOR DE BÚSQUEDA PARA ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Autor  Periódico  Año 
Mostrar Introducción

Universidades públicas mexicanas: ¿sin alternativa ante los embates del mercado?
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 151 [2005-10-27]
 

Esta pregunta tiene pertinencia en la medida que esta institución se encuentra en el centro de los cuestionamientos, debates, reconocimientos y propuestas que se están llevando a cabo en las sociedades, en las cuales se han transformado los sentidos y las funciones de las instituciones, ahora que algunos acontecimientos de trascendencia histórica han alterado los paisajes culturales, sociales, políticos y económicos del mundo.

Cuando fueron los tiempos de la sociedad industrial, los países que aspiraban a ser modernos atribuyeron a la universidad una importancia crucial y fincaron en esta institución sus posibilidades de desarrollo.

En el caso de México, los textos y discursos políticos siempre ensalzaron la existencia y el deber ser de la universidad para lograr el destino de libertad, soberanía y progreso anhelado por la nación. Sin embargo, nunca las universidades mexicanas recibieron los recursos y el respeto que hubieran merecido de haber sido ciertos los escritos y las palabras.

De hecho, si ciñéramos nuestro juicio a la observación de los actos y acciones gubernamentales, dejando de lado los discursos pronunciados, podríamos afirmar que, salvo honrosas excepciones, en el país no ha habido una verdadera convicción pública respecto a la necesidad de existencia de las universidades para que el país viva dignamente.

Poco interés del gobierno

Sin duda, a las universidades públicas mexicanas hoy debe preocuparles profundamente la falta de convicción que han probado tener los gobiernos mexicanos en torno a las necesidades del país de tener buenas universidades. Porque como lo ha puesto Barnett: "Pudiéramos estar asistiendo al final de la universidad, tal y como la conocemos en su versión occidental", y, en México, además, podríamos estar frente al fin del modelo de universidad que ha operado en la región latinoamericana.

En esta región, las universidades públicas asumieron responsabilidades y cometidos sociales diferentes a los que propusieron las universidades de los países avanzados, que por cierto son a las que Barnett califica como "occidentales". Y es que en los países "atrasados" las universidades públicas tuvieron que actuar estrechamente comprometidas con su realidad, pronunciando su vocación hacia los problemas sociales y extendiendo sus servicios a sectores cada vez más amplios.

Pero, el mantenimiento y la recreación de la vocación y los cometidos sociales se han vuelto un reto para las universidades públicas latinoamericanas. El mercado las está empujando a "medirse" con las universidades privadas, cuyo principal cometido es empresarial y ofrecen servicios de educación superior dirigidos a "clientelas", a las que ubican en "nichos de mercado", de acuerdo con sus distintas capacidades de consumo.

El engañoso ranking

Últimamente, han proliferado en los medios de comunicación listas que presentan "mediciones" de la calidad de los programas que ofrecen las universidades nacionales y extranjeras. Cuando, para darles calificación a programas e instituciones educativos se utilizan criterios como el salario mensual obtenido por los egresados o el número de certificaciones y acreditaciones nacionales y extranjeras, las universidades públicas, mexicanas no suelen aparecer en las listas.

En cambio, medidos por el perfil de sus catedráticos, por la producción en cuanto a investigación y la producción editorial o por la experiencia profesional de los alumnos, los programas de las universidades públicas ocupan los primeros puestos nacionales y algunos alcanzan a asomarse en las listas internacionales.

Hasta ahora, no se han hecho listas que midan y clasifiquen a las universidades según cumplimiento de cometidos sociales y culturales. No cabe duda de que si algunas se construyeran utilizando indicadores que dieran cuenta de este tipo de aspectos serían las universidades públicas, de los países pobres, las que se llevarían las palmas.

En la actualidad, en México y en el mundo, la tendencia en las universidades de élite está siendo la de anunciar que solamente recibirán como alumnos a "los mejores". Por lo tanto, el mejor (si lo es) desempeño académico y en el mercado de trabajo que pudieran estar logrando los egresados de este tipo de universidades proviene de las condiciones de ingreso que se ponen a los jóvenes y no tanto de lo que adquieren durante el proceso educativo.

El imperio del mercado

Así, en un contexto en el que lo que impera es el mercado, no hay que olvidar que los cometidos de las universidades públicas, cuando menos en los países pobres, no pueden ser los mismos que los que se plantean las universidades privadas, pues de otra manera la conveniencia de las primeras quedaría en entredicho.

Por eso, las universidades públicas mexicanas no tienen alternativa. No pueden caer en la tentación de medir su desempeño como lo hacen las universidades privadas ni deben esforzarse por aparecer en listas que no ponderen los cometidos y responsabilidades sociales y culturales. Porque si permiten que estos cometidos sucumban frente a la lógica del mercado serán las universidades públicas las que terminarán sucumbiendo.

Y es que con esta lógica, el problema de educar a la población de escasos recursos podría resolverse a través de la educación técnica o repartiéndoles vouchers a los jóvenes, para que puedan ser "ellos" los que deciden la universidad privada a la que quieren o pueden asistir.

Entonces, ¿para qué o por qué habrían de preocuparse las sociedades con problemas de pobreza por destinar recursos, atención y esfuerzos públicos para recrear y cuidar instituciones educativas que se plantean cometidos que ya cumplen las universidades privadas?

Frente a este panorama que otorga posibilidad de muerte a las universidades públicas resulta pertinente hacer otra vez la pregunta planteada al inicio del texto, pero conjugándola, ahora, de manera más específica: ¿podría vivir México sin universidades públicas? la respuesta sería sí, pero con ello se perpetuaría la pobreza.

Y no me refiero tan sólo a la pobreza material del país y de los mexicanos, la que sin duda se perpetuaría en México en el caso de que salieran de nuestro paisaje las universidades públicas. Me refiero a la persistencia de la pobreza que, siendo a su vez causa y efecto de las desigualdades sociales y de la carencia de recursos económicos, se expresa en fracturas sociales, exclusiones, injusticias y falta de solidaridad y tolerancia. Porque al sacrificar la existencia de las universidades públicas en la realidad mexicana, el Estado estaría anunciando que restringe su apoyo a la democracia y, en cambio, apoya irrestrictamente los imperativos del mercado, aún a costa de abrirle paso al darwinismo social que, como lo dijo lechner, permite instrumentalizar y humillar al prójimo en beneficio propio.

¿Educación clientelar?

Ciertamente, aunque no es probable que así ocurra, la atención educativa a la población de escasos recursos podría brindarse a través de vouchers y de becas, desde y con las universidades privadas. Sin embargo, como son las universidades públicas -justamente por tener este carácter- las que permiten el encuentro y la expresión del "interés general", en su ausencia los intereses de muchos mexicanos quedarían sin ser escuchados ni vistos.

La educación superior, al estar organizada con base en estratos clientelares, solamente prestaría oídos y ojos a sus consumidores. Entonces, la educación superior y el conocimiento estarían siendo apropiados cada vez más, por particulares, sin ninguna consideración ante lo que, por ética, debería ser propiedad de todos.

Y, esto estaría ocurriendo justamente en un momento en el que el mundo globalizado las diferencias en cuanto a la formación de recursos humanos y capacidades para el aprendizaje, la acumulación, gestión e innovación del conocimiento son las principales causas de desigualdad, pobreza y miseria creciente en y entre países.

Si bien México podría vivir sin sus universidades públicas, lo cierto es que en estas circunstancias el país habitaría en un mundo marginal. Porque sin universidades públicas de calidad, ningún país pobre, podrá alcanzar "las medidas" necesarias para situarse, con éxito en el mundo globalizado.


Instituto de Investigaciones Económicas
Seminario de Educación Superior
TEL: 56650210, FAX: 56230116
webmaster@ses.unam.mx
Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

Free Blog Counter