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En empresas e investigadores. La concentración de incentivos
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 149 [2005-10-13]
 

En la entrega de la semana anterior apareció como uno de los aspectos relevantes en la reciente comparecencia del secretario de educación, hace un par de semanas, el hecho de que ahora, desde la parte gubernamental, se buscará impulsar en mayor medida la ciencia respecto de la tecnología. Es una definición importante en el contexto de las grandes orientaciones de política en la materia y, sobre todo, frente al relativamente reciente cambio de titular en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

A esta administración le queda poco más de un año de ejercicio y es un margen muy estrecho para intentar un viraje significativo en los planes que quedaron plasmados en el programa sectorial al inicio de la gestión. No obstante, ese margen incluye el manejo del presupuesto que es uno de los instrumentos más poderosos con los que cuenta la administración para poner en marcha sus decisiones y también para alentar o inhibir determinadas iniciativas. El presupuesto para el año siguiente, lo están discutiendo ahora los diputados y deberá ser aprobado a más tardar el próximo 15 de noviembre, lo interesante del asunto es que la base de ese presupuesto, el diseño, fue realizado todavía por el anterior director de Conacyt. Entonces, las modificaciones al presupuesto que realicen los legisladores, su distribución programática y los resultados de su ejercicio, serán un indicador, por un lado, del grado de corrección sobre la marcha y, por otro, del cambio efectivo en los apoyos. Por cierto, la comisión de ciencia y tecnología de la Cámara habla de la posibilidad de contar con 10 mil millones de pesos extras para el sector en el presupuesto del año próximo. Ya veremos.

Pero en la comparecencia otros dos factores fueron comentados: los incentivos fiscales para empresas y el papel del Sistema Nacional de Investigadores. Ambos involucran tanto a legisladores como a funcionarios. El diputado del Partido de la Revolución Democrática, Omar Ortega, según consta en la versión estenográfica de la reunión, cuestionó el destino de los apoyos fiscales para 400 empresas transnacionales. Pero, además, y esto es lo novedoso y más sensible del caso, el mismo diputado señaló que su partido no estaba de acuerdo en seguir apoyando con estímulos fiscales si éstos eran convergentes con otros recursos provenientes de los fondos mixtos y también de los fondos sectoriales. Es decir, que una o algunas empresas se viesen beneficiadas económicamente por tres vías diferentes (incentivos fiscales y dos diferentes fondos adicionales) y además con escasa repercusión para el desarrollo científico y tecnológico.

Los estímulos fiscales, como recordará el lector, han sido uno de los principales instrumentos de esta administración para tratar de promover la inversión en ciencia y tecnología en el país. De hecho, antes de la actual gestión y hasta el 2003 se consideraba un monto total hasta por 500 millones de pesos para incentivos fiscales. En el 2004 aumentó a mil millones de pesos y para este año a tres mil millones de pesos. El punto que ya se conocía era que las empresas más beneficiadas por los incentivos eran las empresas transnacionales (algo que en cierto modo era y es predecible), pero lo que sorprende es que esas mismas empresas reciben recursos por fondos sectoriales y mixtos. Si es el caso estamos hablando de una notable y perversa concentración de apoyos.

Una situación diferente parece plantear el ahora director de Conacyt. Aunque no era el compareciente en la sesión y habló como invitado, señaló que según datos preliminares que necesitan comprobarse, los mil millones de pesos que se invirtieron en estímulos fiscales para empresas en 2004, produjeron un incremento en la recaudación en esas mismas empresas por 2,600 millones. Una cifra ciertamente abultada pero que, como dijo el funcionario, habría que comprobar. Especialmente para corroborar la trayectoria fiscal de las empresas, el volumen del incremento de la recaudación y si éste se debió a los incentivos o a otros factores. Además, el director de Conacyt señaló que el 60 por ciento de proyectos que recibieron incentivos fueron de pequeñas y medianas empresas (Pymes), por lo que no solamente se beneficiaron transnacionales. Es cierto. El problema es que los montos de apoyo son notablemente diferentes: mientras que los proyectos de las Pymes generalmente se tasa en miles de pesos, el de las trasnacionales es en millones de pesos.

Otro aspecto que planteó un diputado del Partido Revolucionario Institucional, Fernando Ulises Adame, fue el de la reforma del SNI. De acuerdo al diputado, lo que se genera en materia científica y tecnológica no se corresponde con la realidad. En su opinión, "de nada le sirve a México que el artículo de un señor se lea en alguna parte de Sudáfrica o allá en Edimburgo, cuando los productores de nosotros, quien(es) no saben leer inglés, que no tienen una forma de conocer esa información, jamás la van a aplicar". Demandó que Conacyt proponga un mecanismo para que "esta tecnología se haga presente en la realidad nacional y deje de ser solamente la mención de unos, muy poco privilegiados". Se entiende que se refiere a los integrantes del SNI.

La respuesta del director de Conacyt fue que no tenía certeza de si una reforma del SNI era la solución al problema planteado por el legislador y que más bien habría que buscar establecer prioridades como país. Pero en, realidad, cuál era el problema al que se refería el legislador: ¿la transferencia de tecnología? ¿Acercar el desarrollo científico y tecnológico a la sociedad o a la empresa? ¿Al elitismo de los investigadores? ¿Una ampliación del SNI? A saber. Sin embargo, no cabe duda que el SNI ha sido uno de los instrumentos de política científica de mayor permanencia y regularidad (tiene más de dos décadas de estar en funcionamiento y media docena de reformas) y también uno de los principales responsables del tamaño de los recursos humanos en el área.

No carece de sentido preguntarnos qué función está cumpliendo hoy y cómo se aplican los incentivos tanto a empresas como a investigadores.


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