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La sucesión en la UNAM: academia y política
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 248 [2007-11-08]
 

En este artículo comentaré tres puntos que han sido discutidos con motivo de la sucesión de la Rectoría en la UNAM. Lo hago con la intención de que estemos entendiendo lo mismo quienes por diferentes vías nos comunicamos con la comunidad.

El primero se refiere a la renovación del personal académico. He escrito que éste es uno de los procesos de fondo y de mayor extensión en el cambio que viene en la UNAM, que es inevitable. El problema no es de envejecimiento de quienes integran la comunidad académica. No se trata de ir jubilando a los viejos como condición para que entren nuevos cuadros.

La renovación del personal académico consiste en la transmisión de saber de las generaciones antiguas a las más jóvenes. No queremos que el problema se vea como un tapón, ni que se vayan los líderes académicos, así nada más, para que entren otros. Necesitamos preservar la experiencia y usar todos los canales y recursos disponibles para ampliar gradualmente la base del personal académico con la apertura de plazas a concurso.

El cambio generacional toma años. Hay que preverlo y aprovecharlo. Se trata de que las generaciones más jóvenes se formen, adquieran identidad y poder para conducir la institución. Que la experiencia equipe a los jóvenes académicos de herramientas y valores para seguir adelante. En el tiempo, unos ocuparán el lugar de los otros, estabilizándose el tamaño de la planta conforme a las necesidades del momento.

En segundo lugar, cuando se habla de poner al estudiante en el centro de las acciones institucionales y de revalorar a la docencia, yo entiendo que el verdadero centro de preocupación es el compromiso con la calidad de la enseñanza y el mejoramiento de las condiciones de estudio, lo cual tiene que ver no sólo con cuestiones de enfoque u organizacionales, sino también de presupuesto.

Hay, además, varios imperativos respecto de la docencia. Las cargas de trabajo deberían ser distintas a lo largo del ciclo de vida académica. Los profesores e investigadores con mayor antigüedad en la UNAM deberían dedicar una mayor parte de su trabajo a formar a los jóvenes alumnos. A estar rodeados de ellos.

Otro imperativo es que autoridades y comunidad revaloren la docencia. Para lo cual es indispensable revisar los criterios de evaluación, tarea que puede ser una de las principales políticas del próximo rectorado. Si la evaluación continúa ponderando más la investigación que la docencia, entonces se mantendrán los sesgos en la apreciación del trabajo académico. Además, hay que hacer más ágiles los instrumentos de evaluación, pues es absurdo el volumen de papel que exigen los informes, el tiempo que toma llenarlos y la frecuencia con la cual hay que presentarlos.

La idea es que la evaluación sea más seria y más apegada a la vida real de los académicos para evitar la simulación. La evaluación del trabajo académico debería tomar un sentido direccional, que promueva y oriente las innovaciones académicas, corrija los errores y desvíos, fortalezca lo débil y permita cumplir mejor los objetivos de superación individual e institucional.

En tercer lugar, a futuro es indispensable mantener y agrandar lo que ha funcionado bien. Por ejemplo, el programa de apoyo financiero a la investigación que se maneja en la UNAM ha sido crucial para la actividad científica y para hacer que pasen por la universidad el análisis de problemas que son de la mayor relevancia para el desarrollo de México.

Ante la escasez de recursos externos y falta de interés burocrático por la investigación humanística y social, los apoyos internos han resultado más que importantes para estas disciplinas y para la orientación de los problemas a ser investigados.

Agregaré, para finalizar, que uno de los principales retos del próximo rector será dirigirse hacia fuera del campus para convencer que adentro hay un espacio donde pueden encontrarse universidad, sociedad, economía, política y cultura para debatir y pensar su desarrollo conjunto. Al mismo tiempo, necesitaremos retomar nuestro papel de intelectual colectivo, de conciencia crítica, que propone opciones de desarrollo al Estado y a la sociedad. En lo que sigue, habremos de diseñar estrategias de mediano plazo con las cuales justificar la solicitud y entrega de recursos por parte de la sociedad. En lo inmediato, de cara al cambio de autoridades, requerimos que el próximo rector tenga consenso y legitimidad para que la UNAM continúe por una senda de progreso. La unidad será obligada.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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