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Los desafíos de la Universidad Nacional
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 250 [2007-11-22]
 

La UNAM tiene una enorme cantidad de desafíos a sortear en los próximos años. Ello implica que exista unidad en torno a los cambios generales que vayan a experimentarse. Uno de tales desafíos es romper la rigidez burocrática, a través de la cual la administración encuentra medios para imponerse sobre la academia.

En las instituciones grandes y complejas como la UNAM, el burocratismo se acentuó ligado a demandas de control político provocadas por una estructura altamente diferenciada en sus funciones, tareas, puestos, procesos y productos. Los desajustes administrativos se corrigieron aumentando las instancias directivas. La racionalidad burocrática implicó un estilo de gobierno centralizado en la toma de decisiones y, en algunos momentos, de corte clientelar.

La academia fue sacada poco a poco del juego. Las decisiones se tomaron de manera vertical, se concentró el manejo de los recursos en las oficinas de funcionarios y directores. En el movimiento, lo que se perdió fue la autoridad de los académicos. Y la universidad no ganó lo suficiente en operatividad administrativa.

En el presente sigue habiendo lentitud. Ahora, con la instalación de los mecanismos de calidad administrativa (ISO 9000), el papeleo ha aumentado y los trámites se han vuelto más engorrosos. Tengo la impresión de que han servido para disminuir la eficiencia e impedir que la academia ande con la fluidez que implica el manejo del conocimiento. A mi modo de ver, ahí está todavía la brecha entre administración y academia.

Así, uno de los principales retos del nuevo rectorado será darle un ajuste a la forma de gobierno para cerrar tal brecha, con el agregado de devolverles a los académicos su autoridad. Tal modificación en la estructura y funciones del gobierno universitario dará ganancias en legitimidad y poder de convocatoria para que el rectorado establezca nuevas alianzas y coaliciones para transformar la forma como se realiza la actividad académica en la UNAM, la cual es el desafío mayor a ser enfrentado en los próximos cuatro años.

Después de la etapa que acaba de concluir, necesitamos un gobierno representativo cuya fuerza emane de combinar el interés general de la institución con los objetivos de desarrollo del conocimiento en cada una de las partes de la universidad. El ajuste de gobierno del cual se habla supone una participación ordenada y responsable de los académicos en la toma de decisiones, incluyente, que articule los esfuerzos de quienes enseñan, investigan y difunden el conocimiento, tal que se eleve la calidad de todo lo que se hace en la universidad y que se pueda hacer cambios sin que se tengan efectos desestructurantes.

Estos últimos se evitan si hay un buen grado de gobernabilidad. Entendida como la capacidad del rectorado para conducir la institución, para establecer arreglos políticos, tomar decisiones y ejecutar cursos de acción basados en políticas rectorales explícitas. Políticas que puedan ser evaluadas por el gobierno de la institución y la comunidad universitaria para, en su caso, cambiar la dirección del rumbo. Requerimos que el poder universitario sea adecuado y congruente con los fines y necesidades académicas.

Las acciones que lleve a cabo el gobierno universitario para devolverle su lugar a la academia, en pro de una administración eficiente y la gobernabilidad, son una condición necesaria para alcanzar una alta calidad educativa. Son una palanca para el cambio institucional. Son un medio que se relaciona con el logro de los recursos que se necesitan para que la universidad opere en buenas condiciones.

Un rectorado con una comunidad unida por sus principios, gobernabilidad, competencia administrativa y capacidad de gestionar recursos, tendrá mejores condiciones para defender a la UNAM de sus enemigos externos y enarbolar a la autonomía en todo lo que vale. Se trata de mantener la independencia institucional ante los poderes públicos y fácticos. Se trata de garantizar la libertad de cátedra e investigación, a través de la autonomía, la cual es consustancial a una buena academia y a una mejor calidad, definida esta última en términos de propósitos verdaderamente universitarios.

En las palabras del rector José Narro (RUM, 2004), para la UNAM la autonomía "es parte de su esencia, de su intelecto, de su voz y de su identidad. La autonomía ha sido fuente de su evolución y desarrollo". Enhorabuena para la universidad. Al doctor Juan Ramón de la Fuente, mi agradecimiento intelectual y personal por el apoyo brindado al Seminario de Educación Superior.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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