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El programa sectorial y los institutos tecnológicos
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 257 [2008-01-24]
 

En la brevedad del programa sectorial —y a estas alturas no se sabe si es de agradecer o lamentar la inexistencia de una supuesta versión más amplia— apenas se menciona a la educación tecnológica. La alusión se refiere específicamente al propósito de que los programas educativos de esta modalidad estén orientados al desarrollo de competencias profesionales. Nada más.

El objetivo 4 del Programa Sectorial de Educación 2007-2012 (PSE) plantea ofrecer una “educación integral”, una que equilibre la formación en valores ciudadanos, el desarrollo de competencias y la adquisición de conocimientos. Esto a través de “actividades regulares del aula, la práctica docente y el ambiente institucional, para fortalecer la convivencia democrática e intercultural” (p. 20).

En lo que concierne a la educación superior tecnológica, como un indicador de cumplimiento de tal objetivo, el programa señala el porcentaje de programas con enfoques por competencias profesionales en institutos tecnológicos, universidades tecnológicas y universidades politécnicas. La meta que se autoimpone es pasar de 6 por ciento de programas con ese enfoque a 40 por ciento en 2012.

No está mal anunciar que, en el caso de la educación tecnológica, esta administración se concentrará en cambiar el enfoque de sus programas. Una discusión aparte es si eso es lo deseable, pero ante los múltiples desafíos en el sector, los recursos escasos y la limitación de capacidades técnicas, más vale aceptar lo que se puede y lo que no. Después de todo, los planes ambiciosos, como el de la administración anterior, terminan cayendo estrepitosamente ante el principio de realidad. El problema es que, al parecer, tampoco estamos ante una formulación deliberada y racional.

El Plan Nacional de Desarrollo de esta administración, el que antecede a la formulación de los programas sectoriales, si bien destacó la importancia de elevar la calidad de la educación y la necesidad de orientarla al desarrollo de competencias (objetivo 13), se refería particularmente a la educación media superior, no a la superior tecnológica. En este último caso, el énfasis estaba puesto en el intento de ampliar la cobertura (objetivo 14), dado que su diagnóstico registraba el escaso crecimiento de la matrícula de las universidades tecnológicas pese al número de instituciones que se crearon en los años recientes. Entonces, no sabemos si lo que ahora plantea el PSE es una rectificación o un cambio mayor.

Por otra parte, un boletín reciente de la SEP informa que el subsecretario de educación superior, Rodolfo Tuirán, clausuró una reunión con directores de institutos tecnológicos en la que se analizó el programa estratégico del Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos y “su alineación” al PSE (SEP, 18/01/08).

Lo curioso del caso es que, según se desprende del boletín, del conjunto de líneas estratégicas que guiarán el desarrollo de los institutos tecnológicos ninguna se refiere explícitamente a la modificación de los programas educativos para orientarlos al desarrollo de competencias. En primer lugar, plantea “aprovechar y ampliar la oferta educativa” (sic), aunque seguramente se refiere más bien a la capacidad instalada. Problema que se planteó en el Plan Nacional de Desarrollo y que ha sido una aspiración recurrente en la educación tecnológica. También propone la diversificación de los programas académicos y la flexibilización de los planes de estudio; el fortalecimiento de los programas de becas; la consolidación del perfil y desempeño del personal, y la extensión de las prácticas de evaluación y acreditación, entre otras.

Las líneas señaladas son, en realidad, los principios básicos que ya se les había comunicado a los directores en diciembre pasado, para que derivaran los ejes rectores del Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos. Fue en la inauguración de la reunión con los mismos directores y comunicada por funcionarios de SEP.

En estas circunstancias cabe notar algunos aspectos. Por un lado, el esquema de relaciones entre la SEP y los directivos de los institutos. Al igual que también ocurre con los rectores de universidades estatales, las universidades tecnológicas u otras autoridades a nivel de entidades federativas, los lineamientos establecidos centralmente tienen formas muy variadas de alcanzar el destino de los marcos institucionales. El instrumento de los recursos financieros es un acicate poderoso, pero no es el único. Por otro lado, también es de notar el cambio de énfasis en la declaración de intenciones de los documentos normativos y, más importante todavía, si es que ocurre, en qué culminarán esas declaraciones.

Finalmente, tampoco debemos perder de vista que el sector de educación tecnológica viene de una reestructuración administrativa aplicada en 2005. Todavía no se sabe qué tan profunda ha sido. Pero es posible que en esta administración lo observemos.


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