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La universidad pública: ¿inercia o impulso al cambio?
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 263 [2008-03-06]
 

México está inmerso en tiempos de cambios económicos y políticos en el escenario nacional e internacional que implican que sus universidades públicas se transformen. Los cambios en las universidades se vienen procesando en muchos países. Están impulsados por las expectativas sociales de educación superior, el interés de los gobiernos por su destacado papel en el crecimiento económico y el desarrollo social, por las fuerzas del mercado y por la creación de un nuevo contexto para la educación superior en el mundo.

En el ambiente que priva en la educación del país sigue habiendo la sensación de inercia. No hay avances sustanciales. Entonces, es menester modificar las relaciones entre la universidad y el gobierno federal, tal que este último impulse, con respeto a la autonomía, los cambios que mejoren la calidad de los procesos y productos institucionales atendiendo a la diversidad del sistema educativo y a las necesidades y problemas sociales que se presentan en cada parte del país.

Uno de los temas más complejos a ser tratados en este momento es la renovación de las universidades, por los resultados de las políticas, por la enorme cantidad de presiones sociales que reciben y la emergencia de nuevos públicos que reclaman ser atendidos por ellas. En esta tesitura, el punto es cómo sortear algunos retos esenciales.

Para cambiar, las políticas y las mismas instituciones deben tener en cuenta qué es cada universidad. También, el marco de las relaciones de la universidad con su entorno social, para que las casas de estudios puedan contribuir a modificarlo. Tal papel se cumple mejor si las ideas de calidad y equidad se ligan a la responsabilidad social de la universidad. Siguiendo una óptica que responda a las expectativas de movilidad social y a las exigencias de conocimiento, adecuando la organización universitaria para satisfacer las demandas emergentes con perspectivas de largo plazo.

Por otra parte, se requiere un sistema público de universidades fuerte y consolidado académicamente para llegar, por la vía del conocimiento, a ser un país más desarrollado. Entender que en el sistema cada institución recibe de manera diferente los efectos de la revolución científica y tecnológica y que a ellos deben contestar instalando nuevos procesos productivos del conocimiento y nuevas formas de vinculación con la sociedad. Se trata de que haya un aprovechamiento público y a plenitud de los resultados de la investigación. La vinculación es hoy por hoy uno de los temas ineludibles, en su concepción y en su práctica. El reto es que las universidades auxilien efectivamente al desarrollo económico de su entorno, pero también a su desarrollo cultural.

Puestos en la idea de que las universidades van a seguir transformándose, es necesario discutir formas de gestión del conocimiento que significan, en primera instancia, reconocer que lo académico es lo que dicta la lógica de la conducción institucional. En tal lógica, los estudiantes son el centro de la academia, porque ellos son los futuros productores de conocimiento. Favorecer que se titulen y darles cultura para que se desempeñen en la sociedad con éxito es un objetivo de primer orden.

Para apoyar a los estudiantes es crucial que los profesores e investigadores tengan claras las reglas de su carrera académica y la certeza de poder contar con las condiciones para llevarla a cabo. De importancia extrema es captar e incorporar a jóvenes en plazas de tiempo completo. También, que existan rutas de superación del personal académico y un mayor respeto a sus tiempos, para superarse, atender estudiantes e investigar. A la fecha, hay que instaurar otras formas de evaluación y se consideren criterios de vinculación del trabajo académico con el entorno social.

Para que haya cambios y continuidad, la gestión rectoral tiene que enfilarse a lograr la cohesión, conforme a principios, de todos los grupos que forman la comunidad universitaria. Tener capacidad de establecer acuerdos sobre la dirección de los cambios y sobre la adecuación institucional a las demandas del entorno social.

Éstos son varios de los grandes desafíos que nos toca sortear para romper la inercia. Nos ponen alertas a la obligación de pensar cómo queremos la universidad que habremos de construir en los próximos años. Este es nuestro reto mayor. Particularmente en las universidades públicas. Ojalá que quienes investigamos la problemática de la educación superior iniciemos un diálogo para contribuir a las iniciativas de cambio de estas instituciones. Recuerdo que cuando hemos tenido ocasión de hacerlo, ha resultado muy fructífero.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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