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Fondos mixtos
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 276 [2008-06-12]
 

El Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) realizó el pasado 2 de junio, en Tepic, Nayarit, un seminario sobre descentralización y los fondos mixtos. Estos últimos se establecieron con los cambios en la normatividad científica de 1999 y eventualmente se pensó que tendrían una amplia repercusión en la descentralización de la actividad científica. Lo notable es que la operación y valoración de tales fondos no parece ser una preocupación de la política actual.

Los fondos mixtos se plantearon por primera vez en la reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología de 1999. En ese entonces se consideraron como uno de los instrumentos de apoyo a la investigación científica y tecnológica, particularmente del capítulo de coordinación y descentralización, dado que se integrarían con aportaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y los gobiernos de las entidades federativas o los municipios.

El rasgo más importante de los fondos mixtos, al igual que los fondos sectoriales, es que cambiaron las reglas de juego en la distribución de los recursos financieros para la actividad científica y tecnológica. A partir de su reconocimiento en la normatividad de 1999 —aunque el cambio de señales ya estaba en operación desde antes—, una parte de los recursos se canalizaron a través de fondos competitivos, concursables, con una orientación a la demanda, más que a la oferta, como venía ocurriendo.

Los fondos no se pusieron en marcha inmediatamente, apenas en 2001 una docena de entidades federativas emitieron la convocatoria respectiva. Al año siguiente, aumentó ligeramente el número de entidades y la cantidad de convocatorias emitidas, precisamente cuando se produjo la reforma más reciente a la normatividad científica, en la cual los fondos mixtos quedaron prácticamente de la misma forma de la ley anterior.

Sin embargo, desde el comienzo el principal problema ha sido la escasa información sobre los fondos mixtos. Oficialmente, más allá de las cifras agregadas que tampoco son sistemáticas ni aclaran demasiado, sabemos poco de su operación, distribución e impacto. Probablemente esta situación se debe a dos razones. Una, por el intrincado procedimiento normativo que va de la convocatoria en los estados, la formación de comités, valoración de propuestas, aceptación, asignación de recursos, seguimiento y evaluación; un largo proceso que prolonga y superpone etapas. Dos, por la intervención de diferentes niveles de gobierno (federal, estatal o municipal) y en el interior del gobierno federal entre Conacyt y la Secretaría de Hacienda que hacen difícil la concentración de información.

También añadamos que Conacyt no se ha distinguido precisamente por la pulcritud, manejo, difusión y actualización de las bases de datos de sus diferentes programas. A pesar de que el sistema científico y tecnológico es relativamente pequeño y reciente, a la fecha sigue siendo un problema la precisión de sus bases de datos.

En lo que respecta a los fondos mixtos, el hecho incontrovertible es que no contamos con una serie histórica completa que nos muestre los indicadores más básicos de su operación y efectividad para promover la descentralización de la actividad científica y tecnológica. Lo único que sabemos con relativa exactitud es el monto destinado a estos fondos en el período: pasó de representar 3.2 a 10 por ciento del gasto ejercido centralmente por Conacyt.

Sin embargo, desde la creación de los fondos mixtos, la distribución y liberación de los recursos ha sido accidentada. Incluso, unos días antes de la realización del reciente seminario, el coordinador del FCCyT, José Luis Fernández, señaló el marcado retraso de la Secretaría de Hacienda para liberar los recursos de este año, dado que al final de mayo seguía sin otorgar el dinero (La Jornada, 28/05/08).

La organización del seminario sobre los fondos mixtos por parte del FCCyT está dentro de sus competencias, toda vez que la ley lo faculta para promover la expresión de la comunidad científica, académica, tecnológica y del sector productivo, para la formulación de políticas y programas en la materia. En esta ocasión, como en otras anteriores, también estaba prevista la participación de legisladores y la emisión de una declaración conjunta.

Lo notable (¿o ya no es de notar?) es que no acudieron al seminario los directivos de Conacyt. Lo sorprendente también es que no hubo ninguna declaratoria al final de la reunión. Según estaba previsto, después de discutir los principios para el apoyo, financiamiento y ejercicio del presupuesto del sector, así como la simplificación administrativa de los fondos mixtos y la aplicación de políticas diferenciadas para las entidades federativas en el ejercicio presupuestal, se identificarían las propuestas que lograran consenso para promover la federalización y el conjunto de propuestas formarían la “Declaratoria de Tepic”. Pero no. No hubo consenso ni documento. ¿Nos esperamos al programa sectorial para ver las iniciativas de federalización?


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