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La reforma del Estatuto del Personal Académico en la UNAM
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 277 [2008-06-19]
 

La UNAM se conduce hacia cambios que van a reformular las relaciones entre los académicos y entre éstos y el gobierno universitario. El centro de este cambio consiste en la reforma del Estatuto del Personal Académico, que viene trabajándose en el seno del Claustro Académico, instalado desde noviembre de 2004.

El claustro es un organismo integrado por 100 personas que fueron electas por la comunidad y representan a todas las figuras académicas y a todas las entidades de la UNAM donde hay académicos. Además, participan cinco representantes de la Rectoría y cinco miembros de la Comisión Especial del Congreso Universitario (CECU). El claustro funciona mediante comisiones y tiene una Junta de Coordinación que dirige sus trabajos.

El cometido del claustro es elaborar y presentar una propuesta de Estatuto del Personal Académico (EPA) al Consejo Universitario. Se trata de una tarea de primer orden para construir la UNAM de este siglo, razón por la cual queremos que tenga éxito.

Es de sobra decir que la reforma del EPA desata cambios en otros ordenamientos jurídicos, como el Estatuto General, que tienen correspondencia con el papel que juegan las autoridades personales y colectivas en cuanto al manejo de la comunidad académica. La reforma del EPA, como ha sido planteada en el claustro, tiene alcances y orientaciones generales cuyo propósito es fortalecer la realización de las funciones sustantivas y al cuerpo de académicos.

Hasta la fecha se han elaborado varios documentos de trabajo aprobados por el pleno de lo cual se ha informado en cinco ocasiones al Consejo Universitario. Son documentos en los cuales se tratan temas cruciales como la definición de las figuras del personal académico. Es relevante la sugerencia de crear la figura de profesor-investigador, la cual podría ser una herramienta que impulse a los académicos del más alto nivel para que se dediquen en sus últimos años a formar nuevos cuadros académicos que los reemplacen. Esta es la manera como podrá transitar la UNAM a nuevos estadios de desarrollo institucional.

En el claustro también se han abordado temas como el de la carrera académica, en la que felizmente se incluye el concepto de trayectoria. Y aquí hay un punto que me parece interesante de tener en cuenta: concebir un modelo más simple en el número de niveles por categoría en cada figura y en el número de puntos a seguir en la trayectoria. Como estamos actualmente en la UNAM, entre profesores e investigadores de carrera, hay más de 100 trayectorias posibles, resultado de la deshomologación con todos sus efectos perversos. En este tema habrá necesidad de un gran viraje.

La reforma del EPA ha permitido discutir un concepto de evaluación que puede ser de tal riqueza que modifique los mecanismos que hasta ahora se siguen en las universidades públicas.

En materia de evaluación, el nuevo EPA habrá de tener criterios generales y particulares para evaluar. Con el deseo de que se incorpore un enfoque que tenga en cuenta los procesos académicos que llevan a determinados resultados, y no sólo estos últimos. En lo que viene, acerca del papel de las universidades en medio de la complejidad, la gestión de los procesos de conocimiento será una actividad esencial.

La reforma del EPA recogerá el ethos académico del estatuto vigente. Pero incorporará nuevas formas de valorar los atributos de las personas para el ingreso, la promoción y la definitividad. El EPA, representa, pues, la columna vertebral de la academia.

El ingreso al cuerpo académico es, tal vez, el punto más sensible en este momento. Para seleccionar a nuestros nuevos académicos sería bueno seguir una combinación que asegurara la calidad con mecanismos de flexibilidad. No podemos perder de vista que hoy existen instituciones que forman un mercado de académicos en el cual compiten con nosotros para captar a las personas con potencialidades científicas. Por lo demás, la comunidad de investigadores y profesores esperamos que se hagan más ágiles los trámites para las promociones y que en el otorgamiento de la definitividad priven sólo criterios académicos.

El punto crítico, sin embargo, es cómo resolver la dicotomía entre la evaluación de la carrera y la evaluación por méritos. Operar con sistemas de normas alternos, para fijar una sola retribución económica, está dejando de ser funcional. El modelo del desempeño puede no estar lo suficientemente agotado para pagarle al académico, pero sí ha llegado a un límite que detiene a la academia y el avance del conocimiento original.

Cuando el claustro presente su propuesta de EPA habrá un sinfín de cosas que discutir, pero la UNAM y sus académicos, con madurez, estarán en otra pista para su desarrollo institucional. Por lo pronto, los colegas que han trabajado en el Claustro merecen nuestro mayor reconocimiento y respeto.


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