El programa e-México pondrá en marcha una nueva modalidad de acercamiento de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a los jóvenes. La iniciativa, denominada “club digital”, se suma a los diferentes y fallidos intentos de hacer de las TIC una de las principales herramientas de avance de la sociedad mexicana.

La nueva modalidad apenas está por comenzar y, por ahora, es difícil anticipar qué tan relevante será, lo que parece evidente es que a la fecha no existe una coordinación ni una estrategia nacional articulada sobre acceso y uso de las TIC. Quizás el problema, como ha ocurrido frecuentemente en este terreno, es que las respuestas se han limitado a la entrega improvisada de equipo y poco se ha reparado en su uso e implicaciones en el mediano plazo.

El programa e-México, lo hemos reiterado en múltiples ocasiones en este espacio, inició en la administración del gobierno federal anterior. El propósito que entonces se declaró es que sería un programa que permitiría conectar digitalmente a México entre sí y con el mundo, así como coordinar los esfuerzos de los diferentes sectores en materia de TIC. Esto es, una iniciativa que daría respuesta a los desafíos planteados por la llamada “sociedad de la información” y que permitiría reducir la brecha digital entre los habitantes del país y agilizar servicios. Por esta razón se habló de la convergencia de servicios a través de internet en el área de la salud, la educación, la economía y el gobierno.

Sin embargo, al término de la administración anterior, en el terreno de la educación, la vertiente que nos interesa en este espacio, los avances se habían limitado a la creación de alrededor de 9 mil Centros Comunitarios Digitales (CCD). Tales centros, se esperaba, serían espacios de acceso público a internet y permitirían ofrecer servicios educativos, atención a la salud y realizar trámites gubernamentales.

El problema es que la infraestructura y los equipos de los CCD rápidamente quedaron obsoletos y fueron excepciones los centros que funcionaban adecuadamente. Además, tampoco fue clara la articulación con las dependencias del sector educativo para las modalidades de educación para adultos y a distancia. Los CCD más bien han naufragado (en la red, literalmente) sin presupuesto y en el abandono.

En esta administración el programa e-México continuó, en buena medida porque es la instancia encargada de los compromisos contraídos con los organismos internacionales y en la región sobre sociedad de la información. Respecto de los CCD planteó capacitar integralmente a sus promotores para mejorar el servicio, ampliar el número de centros —especialmente en edificios patrimoniales de gobierno— y contar con un inventario de su ubicación precisa.

No obstante, en marzo de este año el programa e-México y el Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), firmaron un convenio de colaboración para la creación del primer Club Digital, mismo que tendría como finalidad “despertar en niños y jóvenes, de nuestro país, el interés por la ciencia y la tecnología, a través del uso de las tecnologías de la información” (SCT, comunicado 055, 18/03/08).

En ese entonces la información oficial no fue clara sobre las características y estrategias del nuevo espacio de contacto con las TIC, solamente indicó que en la iniciativa colaborarían, además del Cinvestav, el Museo de Ciencias de Boston y el Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Finalmente, según se anuncia, en esta semana se puso en marcha el primer “club digital”, dirigido a jóvenes entre los 12 y 18 años, para que puedan “desarrollar su creatividad en temas de ciencia y tecnología” y puedan trabajar como diseñadores, inventores y creadores de proyectos a través del uso de nuevas tecnologías. Además se indica que se crearán 25 clubes más, distribuidos en los estados de México, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y el Distrito Federal (MILENIO, 03/10/08).

La escala de la nueva iniciativa es relativamente modesta, sobre todo si se considera el total de CCD que existen en los diferentes municipios o el número de jóvenes en el país. A pesar de que debe reconocerse que cualquier alternativa que facilite el acceso de los jóvenes a las TIC es bienvenida, vale la pena preguntarse, sobre todo si se trata de una política pública, cuáles son sus características y si es lo más pertinente.

La experiencia nacional con el uso de las TIC en el ámbito de la educación básica no ha sido el más afortunado. Lo muestran el fallido programa Enciclomedia, los CCD y el trabajo de organismos como el Consejo Nacional de Educación para la Vida y el Trabajo. Además, tampoco parece haber una coordinación de los recientes programas que están llevando a efecto instancias públicas y privadas en este terreno (Telmex y los gobiernos de las entidades, por ejemplo) ni lo que harán las entidades gubernamentales. Entonces, ¿los clubes serán otro experimento más?