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Efectos de la crisis financiera en las universidades norteamericanas
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 298, pp.7 [2008-11-20]
 

La crisis financiera por la cual atraviesa la economía estadunidense está provocando efectos devastadores en diversos sectores, incluido el de la educación superior. Universidades privadas y públicas, ricas y pobres han sido afectadas por igual en sus actividades académicas. En un reciente artículo aparecido en The New York Times (8/11/08), Tamar Lewin reporta que grandes universidades públicas, como la Estatal de Arizona, enfrentan recortes millonarios en sus presupuestos. Como consecuencia, esta universidad ha dado por terminados los contratos de casi 200 profesores adjuntos (los de la primera etapa de la carrera académica). También universidades privadas de prestigio como la Universidad de Boston, la Universidad de Cornell y la Universidad de Brown han anunciado el congelamiento de nuevas contrataciones en sus plantas académicas.

Otras universidades particulares como Tufts (con campus en Boston y sus alrededores), una de las pocas instituciones en otorgar amplio apoyo financiero a sus estudiantes, podría dejar de ser menos generosa con los alumnos de la próxima generación. Al enfrentar tiempos difíciles todas las instituciones en Estados Unidos, muchas han anunciado, además del congelamiento de nuevas plazas académicas, la posposición de proyectos de construcción o el aplazamiento de campañas financieras.

Asimismo, con la disminución en los intereses provenientes de los fondos financieros de garantía (endowments) y las donaciones, es cada vez más difícil establecer colegiaturas que sean lo suficientemente bajas para que los estudiantes continúen asistiendo a las universidades privadas de prestigio, y lo suficientemente altas como para mantener adecuados niveles de operación institucional.

También se ha observado que algunos estudiantes que se ven imposibilitados de pagar una costosa universidad particular prestigiosa, están dirigiendo sus preferencias hacia las universidades estatales (que aunque no son gratuitas, sí son considerablemente menos caras).

Algunas universidades estatales como las de Nueva York, han visto aumentar hasta en 50 por ciento el número de solicitudes. Sin embargo, también las universidades públicas están incrementando sus colegiaturas, incluso de un semestre a otro. Se dice que algunas universidades privadas están contemplando fusionarse, al igual que lo están haciendo diversas empresas en otros sectores de la economía estadunidense.

Las universidades estatales, de diversas entidades federativas, siguen anunciando, una tras otras, recortes presupuestales. Así, por ejemplo, la Universidad de Florida ha eliminado más de 400 puestos académicos y verá disminuido su presupuesto el próximo año en 10 por ciento.

El sistema de la Universidad de Massachusetts, por su parte, sufrió un recorte de más de 24 millones de dólares este año. Recientemente, el gobernador de California dio a conocer una propuesta para reducir en más de 65 millones de dólares el presupuesto del sistema de la Universidad de California, adicional a una disminución de 48 millones.

Al igual que en los otros casos, los recortes al presupuesto de las universidades significarán la imposibilidad de llenar vacantes en el profesorado, así como un aumento en el número de alumnos por profesor y el incremento en profesores de asignatura en lugar de profesores definitivos.

No obstante, las duras condiciones financieras, hay algunas instituciones que están echando mano de sus reservas financieras para aumentar la ayuda a los estudiantes que así la requieran. Por ejemplo, el Vassar College aumentará en un millón de dólares su ayuda financiera, recurriendo a su fondo financiero, el cual es responsable de la tercera parte de su presupuesto operativo. Se reducirán los costos de operación de la institución, pero seguirá el apoyo financiero para los estudiantes que lo necesiten. Otras instituciones se verán en la necesidad de reducir el número de alumnos beneficiarios de la ayuda financiera.

Asimismo, varias universidades están conscientes que no es recomendable aumentar las colegiaturas a un nivel mayor que la tasa de inflación, pues no lo resistiría la economía de las familias de sus estudiantes. Algunos establecimientos universitarios, como la Universidad Benedictina, han congelado las colegiaturas; otras como la Universidad Vanderbilt están reemplazando los préstamos por becas e, incluso, algunas más están ofreciendo la exención de colegiaturas para los egresados de las escuelas públicas de sus respectivos estados que tengan altas calificaciones.

Ante esta difícil situación hay quien empieza a pensar que la educación superior estadunidense necesitará de una ayuda especial del gobierno federal, como sucedió (con las proporciones debidas) con el inmenso paquete de ayuda al sector financiero.

Por lo pronto, además de las medidas de ajuste presupuestal que cada institución está comenzando a poner en marcha, algunos estudiantes van a dejar de vivir en los dormitorios de los campus universitarios en busca de viviendas más baratas e, incluso, reducir los planes de alimentación, que en ciertos casos son muy onerosos. Algunos políticos también han propuesto que las universidades privadas aumenten el uso de sus fondos de garantía financiera hasta 5 por ciento.

La difícil situación que enfrentan las universidades estadunidenses está siendo atacada con diversas estrategias y por diversos frentes, intentando evitar el colapso del que tal vez es el sistema de educación superior más grande y prestigioso del mundo.


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