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Agenda legislativa: SNI
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 213 [2007-02-22]
 

Habrá que ver si se trata de un equívoco de comunicación o es, verdaderamente, uno de los propósitos de la actual comisión de ciencia y tecnología de los diputados. Un boletín oficial de la Cámara informa que la presidenta de la comisión, la diputada Silvia Luna Rodríguez, del Partido Nueva Alianza, anunció que revisarán la normatividad del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) para "evitar que las becas que otorga ese sistema se utilicen como trampolín para que científicos, en beneficio propio, realicen estudios en el extranjero que no son prioritarios para México" (Boletín No. 0716 14/02/07).

En una primera impresión pareciera que la afirmación de la diputada no corresponde con la función que cumple el SNI. No obstante, los cambios más recientes al reglamento del sistema fueron, precisamente, en el sentido de considerar como posibles miembros a quienes se encuentran realizando una estancia posdoctoral en México o en el extranjero (DOF 07/02/07). Entonces, tal vez el problema será uno de los puntos a resolver en la actual agenda legislativa.

El sistema, con más de dos décadas de operación, es un mecanismo que fue creado por decreto presidencial para otorgar el nombramiento de investigador nacional o candidato a investigador nacional a quienes se dedican centralmente a esa actividad y reúnen ciertos requisitos. Una forma de estimular su desempeño, reconocer su labor e impulsar la ciencia y la tecnología, se dijo entonces. Lo más importante es que, además del nombramiento, los investigadores reciben una beca que varía crecientemente según la categoría asignada (candidato, nivel I, II y III).

El contexto de creación del SNI fue en los difíciles años 80s, los de la crisis económica y la grave pérdida del poder adquisitivo, de forma que la beca otorgada a través del SNI fue oxígeno auténtico para la pequeña comunidad científica de ese tiempo. Los ingresos económicos de 1,650 investigadores -ese fue el número de quienes recibieron la distinción en 1984- mejoraron en términos relativos sin tener que pasar por un alza salarial generalizada.

Con el paso del tiempo, cambiaron las áreas de conocimiento en las que se agrupan los miembros del SNI, también algunos criterios de evaluación de ingreso y permanencia, se amplió el número de integrantes, incluyó a quienes se desempeñan en las instituciones particulares, la actividad tecnológica tuvo mayor presencia y se estableció un mecanismo de impugnación a las decisiones del organismo evaluador, entre otros aspectos.

El sistema, sin embargo, conservó su carácter restringido, tanto en el ingreso (pasó de 1,650 a 12,500 miembros entre 1984 y el 2006) como en el ascenso a sus diferentes categorías. Hoy sigue teniendo una amplia base formada por los candidatos a investigador y los que tienen nivel I (71 por ciento del total) y una reducida cúspide (9.2 por ciento de quienes tienen nivel III). El esquema de evaluación quedó instaurado en las rutinas de la comunidad académica y hoy como ayer los recursos adicionales que distribuye por esa vía son fundamentales para quienes los reciben.

La última reforma importante del SNI fue en 1999, pero no fue un cambio mayor, conservó sus principios y sus normas de funcionamiento. Tampoco asumió su responsabilidad en la tarea de renovación de la planta de investigadores. Los ajustes posteriores han corrido por cuenta de su reglamento y han sido básicamente para hacer precisiones, como la que ocurrió recientemente, para establecer quienes pueden aspirar al nombramiento de investigador nacional.

No obstante, la diputada Luna Rodríguez anuncia un desacuerdo con lo que establece el nuevo reglamento del SNI. Particularmente en lo concerniente a la posibilidad de que pueden ser parte del sistema quienes se encuentran realizando una estancia posdoctoral (artículo 3), especialmente si no responden a "las necesidades del país"

Se puede discutir o legislar sobre el punto que señala la presidenta de la comisión de ciencia y tecnología, pero tal vez lo más relevante sería preguntarnos si no hemos llegado ya al punto de inflexión del SNI y habría que replantearnos completamente su función y finalidades.


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