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El desempeño de los políticos
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 316 [2009-04-16]
 

Las elecciones federales para renovar la Cámara de Diputados se realizarán el próximo mes de julio, pero desde hace semanas tiene en excitación permanente a la clase política mexicana. Algunos políticos ya perdieron toda esperanza de figurar en la próxima Legislatura: difícilmente ganarán en su competido distrito, están en el lugar equivocado de la lista de candidatos plurinominales o de plano su nombre ni siquiera aparece en las listas. Otros, en cambio, ocupan un lugar privilegiado como precandidatos y sólo esperan el momento de ocupar una curul. Pero no solamente anticipan acontecimientos del próximo julio; la cabeza y la estrategia de los políticos están en la preparación de las elecciones presidenciales de 2012, la contienda que más les interesa. Una y otra vez se fugan al futuro y escapan del presente.

No importa si los temas de la competitividad o la innovación se posponen una vez más. Tampoco si en este año, como hace décadas, la cobertura en educación superior sigue su desesperante avance inercial. Menos todavía si se trata de resolver la ecuación de mayores oportunidades educativas y mejores resultados de aprendizaje. Los problemas de hoy ya los resolveremos cuando obtengamos mayoría en el Congreso o en nuestro próximo programa de gobierno, nos dicen. De todas formas, salvo el (im)probable voto en la urna, no son evaluados formalmente.

Lo lamentable del caso es que todo parece subordinarse a la disputa entre las fuerzas políticas y, aparentemente, lo más importante de las elecciones son las elecciones mismas y la redistribución de cuotas entre partidos. Por lo pronto, independientemente de su desempeño en el cargo, el actual gabinete del gobierno federal ya tuvo un importante ajuste en la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la Comisión Nacional del Deporte (Conade) y en otros cargos de segundo nivel. Otro tanto ocurre en las entidades federativas y en las nuevas alianzas de los líderes de los grandes sindicatos y una vuelta de tuerca más a sus afinidades políticas. El ruido todavía será mayor en los próximos meses.

No menos grave es que, como sucede en cada elección, la trayectoria y el desempeño de los candidatos y sus respectivos partidos parecieran comenzar de cero en cada campaña. Otra vez estrenarán discursos —mejor si se ponen a tono con el siglo XXI y utilizan internet— y tal vez renovarán promesas incumplidas. A pesar de que todos, o casi todos, son políticos profesionales, lo que han hecho se diluye en las promesas de lo que están por hacer. Pero ¿acaso no son personajes públicos ampliamente conocidos dentro, y probablemente fuera, de sus respectivos distritos electorales? O bien ¿debemos olvidarnos de que tienen una historia y de que los legisladores constitucionalmente son representantes de la nación?

Deberíamos prestar mayor atención al desempeño de los legisladores y de quienes ocupan un cargo de elección popular. A diferencia de la mayoría de los gobernados, los políticos no están bajo evaluación. Aunque ya existe una calificación al trabajo de los políticos. Lo hemos comentado en este mismo espacio: los ciudadanos realmente desconfían de los diputados y de los partidos políticos. Por lo menos en la medición de los niveles de confianza en algunas instituciones en México, legisladores y partidos sistemáticamente ocupan los dos últimos lugares (Consulta Mitofsky).

Los diputados tienen un papel estelar en el diseño del Presupuesto de Egresos de la federación cada año. No obstante, la responsabilidad y la capacidad que han adquirido en el terreno del gasto público no logra contrarrestar la improvisación que han mostrado los diputados en su tarea primordial, que es legislar. Aprueban leyes que simplemente no se pueden cumplir (8 por ciento del PIB para educación, la obligatoriedad de tres años de preescolar y ahora la obligatoriedad de la educación media superior, por ejemplo), diseñan una ley que al año siguiente deben reformar por sus inconsistencias o simplemente no legislan sobre lo que debieran.

En buena medida todo se debe a que no están pensando como representantes de la nación que son, en el bien común o en el bienestar de los ciudadanos. Más bien están pendientes de los intercambios políticos que pueden hacer, de las ventajas que pueden obtener como fuerza política y de pavimentar su próximo peldaño. En estas circunstancias, no es de extrañar la mala fama de los diputados y el rechazo que tienen entre los ciudadanos.

El asunto es que las elecciones se siguen realizando y los candidatos ganadores ocuparán los puestos correspondientes. Entonces, si fundamentalmente una democracia representativa seguirá en operación, al menos deberíamos evaluar con mayor detalle cuál ha sido el desempeño de quienes han ocupado un cargo de representación popular. En próxima entrega nos ocuparemos de revisar logros y pendientes en materia de ciencia y tecnología de la Legislatura que está por concluir.


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