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Conferencia Mundial
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 323 [2009-06-04]
 

El próximo 5 de julio, auspiciada por la UNESCO, se realizará la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior en París, Francia. Uno de los encuentros más importantes del sector, el más concurrido y uno de los más esperados para valorar qué se ha logrado en este nivel educativo en el ámbito internacional y, sobre todo, para constatar los desafíos que le aguardan.

En 1998, cuando se realizó la primera conferencia sobre el tema, el panorama era muy distinto. Quizá porque en esa fecha nada parecía amenazar seriamente el crecimiento económico mundial y también porque estaban a la vuelta el emblemático cambio de siglo y de milenio; era el tiempo de revisar los grandes pendientes, asumir los problemas, proyectar soluciones ambiciosas y esperar el futuro promisorio.

Hoy la situación es un tanto diferente. El horizonte económico es sumamente desesperanzador y es difícil anticipar cuándo se podrá hablar realmente de una recuperación, especialmente en las naciones más vulnerables.

Pero no sólo se trata de la incertidumbre generada por motivos económicos y los obstáculos que supone para el desarrollo, el bienestar social y la prestación de servicios; la discusión sobre la educación superior misma ha sido cambiante y a la vez reiterativa en un lapso relativamente breve.

Apenas en el comienzo de los años noventa del siglo pasado, una discusión importante surgió en la región al publicarse la propuesta de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), Transformación productiva con equidad. La tarea prioritaria del desarrollo de América Latina y el Caribe en los años noventa, en la cual sostenía que el progreso técnico era el eje de la transformación productiva, pero que ésta debía ser plenamente compatible con una democratización política y, particularmente, con la búsqueda de la equidad social.

Por supuesto, para que hubiera progreso técnico, sostenía la Cepal, se requerían diferentes factores, como una infraestructura tecnológica, apertura de las economías y una base empresarial, entre otros. Pero, más importante, decía este organismo, era necesaria la formación de recursos humanos calificados y el acceso y generación de nuevos conocimientos. Un planteamiento que reconocía la gravedad del problema de equidad, así como el rezago educativo de la región después de la crisis de la década perdida e impelía a la transformación de la educación, la capacitación y el sistema científico y tecnológico.

En 1994, cuatro años antes de la Conferencia Mundial, la discusión sobre la educación superior otra vez alcanzó alta notoriedad internacional al publicarse uno de los documentos del Banco Mundial (BM) con su perspectiva de ese nivel educativo (la versión en español se publicó en 1995: El desarrollo en la práctica. La enseñanza superior. Lecciones derivadas de la experiencia, 115 pp.).

El documento del BM planteó diferentes medidas que deberían considerarse para los sistemas de educación superior (diferenciación de las instituciones, diversificación de las fuentes de financiamiento, establecimiento de un marco coherente de políticas, etcétera). Sin embargo, fue ampliamente conocido y polémico por su afirmación de que, en comparación con la educación básica, la tasa de rentabilidad social de las inversiones en enseñanza superior era menor. Obviamente las implicaciones, por razones de equidad, eran que los recursos públicos deberían canalizarse principalmente a la educación básica, como ya había ocurrido con los préstamos que el mismo organismo había canalizado a los países.

La posición del Banco Mundial fue rectificada en el comienzo de la década actual, pero tiene importancia recordarlo porque formó parte del contexto en el cual se desarrolló la conferencia de 1998. Al respecto, la relatora de la conferencia señaló: “la financiación de la educación superior sigue siendo un problema crucial al iniciarse el siglo XXI… Habida cuenta del desarrollo de la enseñanza superior, el Estado no puede esperar ser la única y ni siquiera la principal fuente de financiación de todo el sector. Comparten esta opinión varios oradores, por ejemplo Marruecos. Sin embargo, ello no reduce su deber de velar por que la enseñanza superior sea adecuadamente financiada”.

Desde luego, el tema del financiamiento no fue el único. Los otros rubros que organizaron el debate e intercambio fueron: pertinencia, calidad y evaluación, gestión, y cooperación internacional. En el informe final, que incluye tanto la declaración como el marco de la acción, se plasmaron los puntos sustantivos de la discusión.

En la conferencia de julio próximo, la primera sesión plenaria estará dedicada precisamente a valorar qué cambió en la última década y qué permanece. Seguramente, tanto por el actual entorno económico como por el inveterado problema de acceso a la educación superior en la mayoría de países en desarrollo, el debate más álgido volverá a recaer en el tema de la equidad y el financiamiento. Claro, como ya se adelanta en el programa, también se discutirán otros temas.


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