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Las TIC en la educación superior y la creación del tercer entorno
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 349 [2009-12-10]
 

En 1999 fue publicado el libro Los señores del aire. Telépolis y el tercer entorno, escrito por el filósofo y matemático español Javier Echeverría. La importancia de esta obra es innegable en cuanto que constituye una propuesta para entender el nuevo espacio social creado y posibilitado por las nuevas tecnologías de la información y de las telecomunicaciones (TIC). Echeverría distingue el tercer entorno de los entornos naturales (primer entorno) y urbanos (segundo entorno), en donde las sociedades humanas surgieron y se desarrollaron, creando sus territorios y tiempo propios. De hecho, como escribe el autor, no es lo mismo el tiempo de la sociedad industrial, ligado al reloj, al horario de trabajo, a los fines de semana, a las vacaciones, etcétera, que el de la sociedad rural, donde el tiempo está vinculado a los ritmos naturales de las estaciones, a las épocas en las que se debe sembrar y cosechar o llevar al ganado al monte a pastar. Por su parte, en el tercer entorno, que es donde sucede y se desarrolla la llamada sociedad de la información y del conocimiento, las dimensiones espacio-temporales son complejas, no requieren ser socialmente coincidentes y ocurren en redes electrónicas o digitales.

Sin duda, la construcción de la vida y de sus relaciones y sentidos en el tercer entorno tiene enormes implicaciones para la educación. Plantea, entre otras cosas, el reto de transmitir información y conocimientos por medio de las TIC y, además, el de proveer capacidades para que las personas puedan participar y actuar en los espacios y tiempos del nuevo entorno, pues de otra manera quedarían excluidas de él.

En los ámbitos naturales o rurales la lengua materna, las tradiciones y las fiestas funcionan como instrumentos de inclusión, pero con la aparición de las ciudades y los Estados estos instrumentos quedaron obsoletos y fue por medio de la escuela que se introdujeron nuevos procesos educativos orientados, sobre todo, a formar a las personas para actuar en los ámbitos urbanos. De hecho, como sabemos, hoy, la cabal participación en estos ámbitos exige tener educación superior. Y, con la emergencia del tercer entorno, ésta, por sí sola, no resulta suficiente.

En la actualidad, la exigencia es contar con las capacidades necesarias para navegar, aprender y relacionarse en el espacio virtual. Crear programas educativos que den respuesta a esta exigencia implica que en su diseño, y en el de sus materiales docentes, participen no sólo especialistas de las materias que se imparten, sino también expertos en diseño gráfico, sintetización multimedia, análisis de imágenes y sonidos, etcétera. Además, es de suma importancia que el campus universitario virtual sea diseñado y opere de tal forma que dé lugar a la ocurrencia de actividades lúdicas, porque los procesos de socialización y de inclusión real a la nueva sociedad tendrán lugar en este campus, que debe ser netamente interactivo para que propicie la reflexión, el aprendizaje y la creatividad.

En México, tanto universidades públicas como privadas se han dado a la tarea de desarrollar programas de teleformación y de crear campus virtuales. En el ámbito de la educación pública, se tiende a pensar en la utilización de las TIC como un remedio para contender con el problema de la relativamente baja cobertura y de la incapacidad de incrementar la matrícula en el espacio del sistema presencial.

Desde esta perspectiva, los programas y los campus virtuales de la educación superior pública están siendo diseñados y orientados, preferentemente, para atender a la población que cuenta con pocos recursos, de todo tipo, para tener acceso y permanencia en la educación presencial.

Para nadie es novedad que los jóvenes de escasos recursos que logran terminar la enseñanza media difícilmente se encuentran alfanumerizados para aprender e interactuar (y no sólo estar presente) en el entorno telemático. Y, como si fuera poco, todavía no existe una cantidad suficiente de profesores que no sean analfabetos funcionales en el nuevo entorno social y la didáctica del tercer entorno apenas está dando sus primeros pasos. Cabe decir, además, que poco se ha avanzado respecto de las metodologías de evaluación de los procesos educativos y de sus resultados, por lo que resulta difícil que en la educación virtual se puedan instalar procesos de mejora.

Concluyo diciendo que si se quiere evitar que crezca, todavía más, la brecha de calidad educacional entre los sectores ricos y los más pobres en México, resulta urgente acompañar el impulso que se está dando a la educación superior virtual con acciones y recursos encaminados no sólo a observar la evolución de la educación virtual, como lo hace el Observatorio de la Educación Virtual en América Latina, donde varias universidades mexicanas participan, sino también a la investigación que genere conocimientos, experiencia y metodologías que aseguren que la educación impartida en esta modalidad tenga la calidad y la pertinencia necesarias para que los individuos adquieran y ejerzan la ciudadanía en el segundo y tercer entornos.

Estando la educación telemática en un estado embrionario, hoy se abre la oportunidad de que la educación que se ofrece a todos los mexicanos sea de calidad internacional y que los principios de solidaridad, justicia e igualdad no desaparezcan y, en cambio, se cumplan al fin y hasta se fortalezcan.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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