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El controvertido petróleo
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 383 [2010-09-02]
 

Una críptica noticia acerca de que Pemex consideraba la posibilidad de importar petróleo generó algunas reacciones encontradas y provocó diversas especulaciones. La medida tal vez no se pondrá en marcha, al menos no de forma inmediata, pero muestra los errores sistemáticos en el manejo de esta industria, las fallas en la aplicación tecnológica, la ineficiencia gubernamental y la incapacidad para enmendar los errores.

Los ingresos derivados de la venta del petróleo —junto con la recaudación de impuestos— es uno de los elementos centrales para calcular los ingresos que como país obtenemos cada año y, en consecuencia, para saber de cuánto gasto público dispondremos. En promedio, los ingresos petroleros han representado entre 35 y 40 por ciento del gasto del sector público. Por este motivo, cierta inestabilidad en los precios internacionales del hidrocarburo, un incremento o decremento en su producción, tienen una repercusión directa en el presupuesto público, sea en forma de recortes o, eventualmente, en la canalización de recursos excedentes.

Hace una semana, en este espacio, comentamos el ciclo del paquete económico (Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos de la Federación) que anualmente diseña el gobierno federal y el 8 de septiembre como fecha límite para entregarlo al Congreso. Tal vez por la proximidad de la fecha, en los medios comenzó a circular la noticia de que Pemex, por primera vez en más de tres décadas, tendría que importar petróleo.

Al parecer, según una nota periodística, la propuesta de importar petróleo crudo se discutió desde marzo de este año, con el fin de optimizar costos en el proceso de refinación: “se han identificado oportunidades que podrían ahorrar millones de dólares en dos refinerías” (La Jornada, 21/08/10: 29). Incluso, se precisó que la importación podría alcanzar los 40 mil barriles por día, aunque la misma nota del diario también aclaraba que no era una decisión tomada.

Las versiones sobre la posible importación de petróleo cobraron fuerza en los medios, seguramente por las ya próximas negociaciones del presupuesto, la dinámica de intercambios de los principales involucrados en el diseño presupuestal y porque, apenas unos días antes, el propio Pemex había anunciado que ya estaba repuntando la producción de petróleo.

Efectivamente, el reporte de Pemex correspondiente a julio precisó que en ese mes se había revertido la tendencia a la baja en la extracción del petróleo que había tenido lugar a lo largo del presente año (boletín 061, 21/08/10). Esto es, la producción promedio en el mes de julio de 2 millones 573 mil barriles diarios fue 1 por ciento superior a la del mes previo y también a la del mismo mes de 2009.

En tal circunstancia de repunte de la producción y ante la posible contradicción con la idea de importar petróleo crudo, el mismo director de Pemex, Juan José Suárez Coppel, tuvo que aclarar cuál era la situación.

El funcionario confirmó que, efectivamente, la caída en la producción de crudo se está revertiendo y pronto quedará superada. Sin embargo, también aclaró que “las plantas que tenemos no sacan la mayor rentabilidad del crudo que ahora producimos, pero además nuestro sistema de refinación produce con nuestro crudo menos gasolinas” (entrevista radial con Joaquín López Dóriga, 24/08/10). Es decir, una falla en las refinerías, en el proceso de refinación de petroquímica, por lo que sería más rentable y justificado importar cierto tipo y volumen de crudo.

Sin embargo, el problema de productividad de Pemex y las dificultades de rentabilidad de sus refinerías no es de ahora, es más bien la constatación de la fallida estrategia que ha seguido esta industria en el país, su atraso tecnológico y la incapacidad gubernamental para aprovechar sustentablemente el recurso energético.

El actual director de Pemex, cabe recordar, tomó posesión del cargo hace un año, después de la polémica que se suscitó con el proceso para determinar la ubicación de la nueva refinería que todavía está por construirse en el estado de Hidalgo, aunque principalmente se debió a la fallida reforma energética y el intento de exploración en aguas profundas (“el tesoro escondido en el fondo del mar”). En ese entonces, el ahora director enfatizó su propósito de implementar los cambios previstos en la reforma. Pero tal parece que los problemas nos estallan antes de que logremos precisar su naturaleza y menos de intentar poner en marcha alguna solución.

Hace algunos años Felipe González, el ex primer ministro español, señaló que el caso de países productores de petróleo era de una paradoja inexplicable: hasta ahora la mayoría se han mostrado incapaces de transformar esa riqueza natural no renovable en bienestar social y en crecimiento económico sostenido de sus respectivos países. Por el contrario, tal parece que algunos de los países que han carecido del hidrocarburo han sabido aprovechar mejor los recursos energéticos, desarrollar tecnologías energéticas alternativas y alcanzado un mayor crecimiento económico. Esperemos que no sea el caso.


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