Desde comienzos de los años noventa se han venido reuniendo en diversas ciudades de Iberoamérica los jefes de Estado y de gobierno de la veintena de países que componen dicha región. Como sucede en este tipo de reuniones, además de “estrechar los lazos de cooperación e intercambio”, al final se elabora un documento que expresa los acuerdos de las discusiones sobre los temas de mayor interés para los dignatarios asistentes. La educación ha ocupado un lugar destacado en varias de estas reuniones cumbre. Así ha ocurrido en las que se han celebrado en Madrid (1992), Bariloche (1995), Panamá (2000), República Dominicana (2002), Santa Cruz de la Sierra (2003), San José de Costa Rica (2004), Salamanca (2005) y ahora en Mar del Plata (2010).
El tema central de la reunión celebrada en ese balneario argentino los días 3 y 4 de diciembre fue “Educación para la inclusión social”. El tópico es relevante, pues aún prevalecen importantes brechas de desigualdad en el acceso a la educación preescolar, la secundaria y el nivel superior, también entre mujeres y hombres, y en relación con la calidad de los aprendizajes alcanzados durante la escolarización de las niñas y los niños, jóvenes y adultos de toda la región.
En ese sentido, sigue siendo todavía un objetivo pendiente el logro de “una educación con inclusión social intra e intercultural en la región iberoamericana de calidad para todos y todas, para promover una Iberoamérica más justa, con desarrollo económico, social y cultural en el marco de sociedades democráticas, solidarias y participativas que promuevan el bienestar de todos los habitantes de nuestra región”.
Entre los 57 acuerdos de la Declaración de Mar del Plata, la mayor parte de ellos hace referencia a la educación en sus diversos niveles y modalidades, así como a los rezagos y limitaciones que no han podido ser superados hasta ahora. Es el caso del propósito de promover la universalización de la educación de calidad como un derecho humano fundamental e inalienable que deberá ser protegido y garantizado por todos los Estados iberoamericanos. En consecuencia, habrá de garantizarse la cobertura universal y gratuita de la educación primaria y secundaria, al igual que las oportunidades para ingresar a la educación superior en todas sus variantes.
Otro aspecto relevante del documento es la reafirmación de la educación como bien público y como herramienta para fomentar la integración y la productividad. Asimismo, se busca la convergencia de sistemas de educación superior con los programas de desarrollo científico, tecnológico, ambiental y cultural de nuestros países, y también la incorporación de los saberes ancestrales y colectivos a los conocimientos.
Con objeto de disminuir las desigualdades educativas en materia de acceso y calidad de la educación en todos sus niveles y modalidades, se recomienda profundizar el desarrollo de políticas públicas de tipo intersectorial con equidad e inclusión. En este orden de cosas, se requiere con urgencia atender al derecho a la igualdad de género, las diferencias culturales, las minorías étnicas, las poblaciones originarias, los pueblos de ascendencia africana, las personas con necesidades educativas especiales, las personas con discapacidad y los grupos sociales que habitan en zonas urbano-marginales y rurales.
Un asunto que también ocupa un lugar destacado en la Declaración de la Vigésima Cumbre Iberoamericana es el que se refiere a universalizar y mejorar la calidad de la educación básica, garantizar la asistencia a la escuela a los niños, niñas y jóvenes, así como ofrecer un currículum significativo, con pertinencia social e integral en el marco de los derechos humanos, flexible y que asegure el desarrollo integral de las personas.
Se recomienda también promover una escolaridad intracultural, intercultural básica, completa en condiciones de igualdad y sin discriminación que contemple las necesidades de las personas con discapacidades. Además, se aspira a alcanzar la plena alfabetización en todos los países de la región antes de 2015. En este rubro, se destaca la efectividad del programa “Yo sí puedo”, que ha permitido enseñar a leer y escribir a más de 4.5 millones de personas en América Latina.
Un último aspecto que merece destacarse del documento en cuestión es la adopción del programa “Metas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios” (reforzar y ampliar la participación de la sociedad en la acción educadora; incrementar las oportunidades y la atención educativa a la diversidad de necesidades del alumnado; aumentar la oferta de educación inicial y potenciar su carácter educativo; universalizar la educación primaria y la secundaria básica y mejorar su calidad; ofrecer un currículum significativo que asegure la adquisición de competencias básicas para el desarrollo personal y el ejercicio de la ciudadanía democrática; incrementar la participación de los jóvenes en la educación secundaria superior, en la técnico-profesional y en la universitaria; favorecer la conexión entre la educación y el empleo por medio de la educación técnico profesional; ofrecer a todas las personas oportunidades de educación a lo largo de toda la vida; fortalecer la profesión docente; ampliar el espacio iberoamericano del conocimiento y fortalecer la investigación científica; invertir más y mejor), el cual fue presentado el pasado septiembre en Buenos Aires.
Como se puede ver, los jefes de Estado y de gobierno asistentes a la vigésima cumbre tocaron todos los temas que requieren de urgente atención para disminuir la inequidad en el terreno educativo de la región iberoamericana. El reto para este tipo de reuniones es pasar de la retórica y las buenas intenciones a las acciones y políticas públicas concretas.
