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La dimensión internacional de la educación superior
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 9, pp.9 [2002-11-07]
 

Aunque desde sus inicios en la Europa medieval la universidad ha sido una institución con un marcado carácter internacional, éste se ha agudizado en las últimas décadas como consecuencia del uso intensivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. A lo largo de la historia, algunas universidades han sido centros de atracción de talentos que han ido en busca de conocimientos e ideas que después llevan a sus países de origen para ponerlas en práctica de acuerdo con las condiciones locales. Algunos ejemplos, baste recordar que el modelo alemán de la universidad basada en la investigación científica fue llevada a EU y Japón por grupos de profesores atraídos por lo novedoso que en ese entonces resultaba la combinación de docencia e investigación dentro de la institución universitaria. El traslado y adaptación de la experiencia universitaria alemana del siglo XIX fructificó con el establecimiento de las más importantes universidades de investigación en dichos países. También vale la pena recordar que un número considerable de movimientos anticolonialistas en América Latina, África y Asia han tenido su origen en organizaciones que estudiantes de dichas regiones fundaron durante su estancia en las universidades europeas. Por supuesto que en otros casos quienes regresan han utilizado los conocimientos aprendidos para conseguir provecho económico o político.

En la actualidad se estima que más de un millón de estudiantes, provenientes en su mayoría de países en desarrollo, realizan estudios en los principales países industrializados. EU es el país que recibe más a estos alumnos, pues cuenta con 450 mil estudiantes y 60 mil profesores. Le siguen Francia con 136 mil y Alemania con 106 mil (Altbach, 2001). La extinta Unión Soviética llegó a admitir muchos extranjeros en sus universidades. La Universidad Patricio Lumumba tuvo una matrícula exclusivamente compuesta por estudiantes internacionales. Una característica muy relevante de este flujo en el mundo académico es que la mayoría de los estudiantes extranjeros se traslada desde países en desarrollo a naciones industrializadas del norte. No obstante, en mucha menor escala los casos en sentido contrario serían India, Egipto y Filipinas en Asia y Medio Oriente; en América Latina, México, Argentina, Brasil y Chile; Sudáfrica y Kenia lo serían en el continente africano. Si bien la mayor parte de los estudiantes y profesores retornan a sus lugares de origen, hay algunos que se quedan al concluir sus estudios o estancias académicas. Quienes regresan a sus países lo hacen imbuidos en distinto grado de las normas y valores del país donde residieron: el fenómeno en cuestión tiene significativas implicaciones económicas, políticas, psicológicas y académicas.

En el plano económico se calcula que las universidades estadounidenses destinan más de 4 mil 500 millones de dólares a la educación de estudiantes extranjeros y en Francia más de 10 por ciento de la matrícula total está formada por estudiantes provenientes del exterior. En estos casos, los pagos de inscripción y colegiaturas que hacen estos estudiantes constituyen una fuente de ingresos muy importante para las instituciones universitarias. En el terreno académico, en EU en posgrado, los estudiantes extranjeros constituyen la mitad del alumnado en áreas como ingeniería e informática.

La constitución de la UE y el establecimiento de programas como Erasmus, Tempus y Sócrates ha significado un aumento muy considerable en la movilidad de estudiantes y académicos a un nivel sin precedentes. En nuestro contexto se ha incrementado el intercambio estudiantil y de profesores con los socios comerciales del TLCAN y también se participa en el marco de los programas de intercambio de la Unión Europea.

Entre los factores que atraen a los estudiantes a cursar estudios en el exterior se encuentran la disponibilidad de becas, la calidad y prestigio de los programas educativos, la disponibilidad de instalaciones para la investigación, estabilidad política y la posibilidad de realizar una experiencia de vida internacional. Dichos factores complementan las carencias en los países de origen, lo cual provoca de alguna manera búsqueda de mejores horizontes académicos. El panorama expuesto es de desigualdad global, económica, tecnológica y política. Dicho contexto es particularmente notable entre aquellos donde se produce el mayor flujo de estudiantes: entre las naciones del mundo en desarrollo y los países industrializados de occidente y Japón. Estas naciones concentran los mayores recursos en el proceso educativo como para la investigación en sus diferentes dimensiones.

Uno de los retos principales para países que, como México, están participando cada vez más en diversos programas de intercambio académico es aprovechar de manera plena las oportunidades de adquirir conocimientos avanzados y experiencias internacionales. Los currícula tendrán que seguirse flexibilizando, así como los mecanismos de acreditación para agilizar los procedimientos de equivalencia y validación de los estudios realizados en el extranjero. También se ha de intentar que dichas oportunidades permitan fortalecer el aparato científico nacional en ciencias y humanidades para reducir la brecha que amenaza con excluir a los países en desarrollo de los circuitos internacionales de producción y difusión del conocimiento. Por último habrá que enfrentar los riesgos de que los estudiantes y académicos puedan resistir los "cantos de las sirenas" que significa hallar mejores condiciones y oportunidades que las que se tienen en nuestro país.


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