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El desafío brasileño
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 9 [2002-11-07]
 

"Lo que hicimos ahora fue más fácil que lo que nos queda por delante", fue una de las advertencias que destacó Luiz Inácio Lula da Silva, luego de ganar las elecciones presidenciales brasileñas. Existen fundadas razones para pensar que efectivamente los retos están por comenzar. El primer día del año próximo asumirá sus responsabilidades, pero desde ahora comienzan las presiones. El tema central es el factor económico, sin embargo, no es el único.

Brasil tiene una profunda desigualdad que lo coloca en el cuarto lugar de las peores distribuciones del ingreso. Además, una deuda pública externa de 260 mil millones de dólares, misma que equivale a 63 por ciento de su PIB, y para el año próximo tiene vencimientos de deuda por poco más de 13 mil millones de dólares. El Partido de los Trabajadores, PT, postulante de Lula da Silva, había señalado que respetarían los compromisos en el cumplimiento del pago de deuda. Sin embargo, la agenda de pendientes no solamente incluye a la economía. Un componente importante es el sistema de enseñanza superior brasileño, sobre el cual se ha fincado la formación de recursos, una enseñanza de posgrado prestigiosa y es también elemento a considerar en la integración del Mercado Común del Sur, Mercosur.

En la víspera de las elecciones, cinco rectores de universidades brasileñas consagradas fueron convocados por el proyecto Universia –portal universitario que integra a diez países iberoamericanos y concentra cerca de 400 instituciones de enseñanza superior-, para que formularan las principales necesidades del sector (www.universiabrasil.net). Adicionalmente, les solicitaron su opinión respecto de cinco puntos críticos: evaluación, autonomía, financiamiento estudiantil, expansión y formación de recursos. Las opiniones son muy generales y fueron expresadas antes de que se conocieran los resultados de las elecciones, pero ilustran el tipo de dilemas que enfrentará el nuevo gobierno.

Es probable que, al igual que en el terreno económico, no se presente ningún cambio espectacular en la enseñanza superior. La situación de alternancia en Brasil es similar a la que vivió en México en el año 2000. Desde luego, son transiciones diferentes y también distintos los partidos postulantes. En cualquier caso, son interesantes las prioridades que marcan algunos rectores, la coincidencia con temas que se discuten en México y el curso que por contraste podría seguir la política educativa en ambos países.

Por ejemplo, el rector Adolpho José Melfi de la Universidad de Sao Paulo –por cierto, el estado de Sao Paulo es el más poblado de Brasil y con mayores recursos, pero donde el PT no logró ganar la gubernatura- resaltó que la prioridad debería ser garantizar la autonomía de las instituciones de enseñanza superior, así como más inversión en educación y mayor atención a la capacitación de profesores para la enseñanza media. Además, en su análisis de los puntos críticos del sistema de enseñanza superior resaltó: la insuficiencia de tomar un solo modelo de evaluación un solo modelo de evaluación y la importancia de una evaluación interna y externa en los sistemas; el complejo problema del financiamiento estudiantil; el crecimiento vertiginoso del sector privado que involucra un entendimiento entre el gobierno federal y estatal; y la continuidad en el apoyo a la ciencia y tecnología.

Por su parte, para el rector Mozart Neves Ramos de la Universidad Federal de Pernambuco, lo importante sería avanzar en cuatro vías: expandir la matrícula, especialmente los turnos que permitan la asistencia de los estudiantes que trabajan; financiar esa expansión; un sistema de evaluación; y que ese sistema garantice la calidad de la enseñanza. Además, advirtió la necesidad de pensar en una nueva ley orgánica de universidades y en la capacidad de articulación que deberá lograr el nuevo presidente para conseguir financiamiento de los sectores públicos y privados. En torno del os puntos críticos, entre otros aspectos, señaló la importancia de que el nuevo gobierno defina un nuevo proceso de evaluación institucional y en la necesidad de crear un organismo independiente de evaluación.

El rector de la Amazonia, Édson Pinheiro de Souza Franco, solamente destaca la necesidad de crear una subsecretaría de enseñanza particular con el fin de entender las especificidades de este segmento y, a demás, crear una planta de profesores profesionalizada. Llama a no confundir autonomía con soberanía y la inviabilidad de ampliar el sistema de enseñanza si no se define claramente una política de recursos. A su vez, el rector Jesús Hórtal Sánchez, de la Universidad Pontificia Católica de Río de Janeiro, resaltó la libertad como un aspecto esencial para garantizar la enseñanza, así como no alterar la unicidad de enseñanza, investigación y difusión.

Las prioridades señaladas por los rectores son variables. Pero, sin duda, dos de los temas fundamentales son financiamiento y autonomía. Cabe recordar que el sistema de enseñanza superior brasileño está centralizado y tiene un marcado predominio de instituciones privadas. En el año 2000 se componía por mil 180 instituciones de enseñanza superior, de las cuales 85 por ciento eran privadas y el resto públicas; de los 2.7 millones de alumnos, las privadas concentraban 67 por ciento y las públicas el restante 33 por ciento. Más importante, Brasil ha destacado en la región por su prestigiosa formación en el nivel de posgrado –debida al impulso de la política científica y tecnológica de hace más de 20 años-. Al comienzo de la década tenía mil 511 programas de maestría (mil 317 en instituciones públicas y 194 en particulares) y 846 programas de doctorado (773 públicas y el resto particulares), la mayor parte reconocidos. Según datos de la red Iberoamericana de Ciencia y Tecnología (www.ricyt.edu.ar) , Brasil es el país que sobresale en los principales indicadores de impulso a la ciencia y tecnología (CyT). Al final de la década anterior, Brasil destinó poco más de 7 mil millones de dólares a ese rubro (por arriba de España, más del triple que México y casi cuatro veces más que Argentina), 1.35 por ciento en relación con su PIB (México gasta 0.43 por ciento respecto de su PIB).

Los retos para el gobierno brasileño electo son múltiples y, de manera similar a lo que ocurrió en México, las expectativas pueden ser muy elevadas. Además, el papel de Brasil en el Mercosur y en América Latina, a la vista de los problemas de Argentina, han reforzado las expectativas. No obstante, conviene advertir que los ritmos de la educación no necesariamente son los de la economía. Será necesario moderar las promesas y en el terreno educativo, sobre todo, valorar lo que conviene preservar y lo que hay que modificar.


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