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El CCC, las ciencias sociales y el Premio México
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 401 [2011-02-10]
 

El mes anterior fue entregado el Premio México de Ciencia y Tecnología en su edición 2009 y 2010. El dato relevante es que, por primera vez, el galardón se otorgó en el área de las ciencias sociales y le correspondió al reconocido sociólogo portugués Boaventura de Souza Santos.

El premio entregado por el gobierno mexicano es una de las pocas actividades visibles que todavía realiza el Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia (CCC). El Consejo, integrado por todos aquellos que han recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes y que desean formar parte del organismo, fue creado como línea de contacto directo entre científicos y Ejecutivo federal al final de los años ochenta por decreto presidencial.

Sin embargo, únicamente entre 1989 y 1994, en el primer periodo de funcionamiento del organismo, cuando el ex rector de la UNAM Guillermo Soberón Acevedo fue su coordinador, el organismo pareció cumplir su cometido. Después, la actuación del CCC ha sido más bien discreta, con muy contadas reuniones con el Ejecutivo federal y escasas propuestas.

En la reforma a la normatividad científica de 1999, la entonces Ley para el Fomento de la Investigación Científica y Tecnológica, en la que se propuso la creación del Foro Permanente de Ciencia y Tecnología, también se indicó que el CCC formaría parte de ese espacio, junto con otras tres o cuatro organizaciones.

No obstante, en la reforma de 2002 el foro cambió de nombre y desde entonces se le llamó Foro Consultivo Científico y Tecnológico, una modificación que parecía implicar la supresión del CCC. De hecho, en artículo transitorio de esa ley se especificó que “los recursos asignados al Consejo Consultivo Científico y Tecnológico de su Junta Directiva, se reasignarán al Foro Consultivo Científico y Tecnológico previsto en este Decreto” (artículo cuarto).

Pero no, el CCC perdió en el camino la extensión que lo vinculaba orgánicamente con la Presidencia de la República, la cual formaba parte de su nombre oficial, pero siguió en funcionamiento, aunque ya sin la aureola del contacto presidencial. Todavía el año pasado Jorge Flores fue designado como coordinador del CCC para el periodo 2010-2013.

El caso es que una de las pocas iniciativas que formuló el CCC en 1990 fue la instauración del Premio México de Ciencia y Tecnología, un galardón que continúa.

La razón de crear el premio, se dijo en su momento, era reconocer la labor científica y tecnológica de los investigadores en activo, provenientes de Centroamérica, Sudamérica, el Caribe, España y Portugal, así como de estrechar la relación entre esas comunidades con las de México. Aunque en las bases del premio, desde el comienzo, explícitamente se excluye la participación investigadores mexicanos.

En todos los años anteriores se ha reconocido a diferentes científicos y tecnólogos de Iberoamérica y del Caribe, pero siempre provenientes de las ciencias naturales, exactas o del aplicado, no de las ciencias sociales. Incluso, a pesar de que la convocatoria incluye esa área de conocimiento.

La entrega de la distinción correspondiente a 2010 fue para el científico social Boaventura de Souza Santos. Un merecido reconocimiento. El presidente Felipe Calderón, en la entrega del premio, después de confundir el apellido de la directora del IPN, Yoloxóchitl Bustamante (mencionó Gálvez), destacó la labor del Conacyt y los méritos de los premiados —el ganador de la edición 2009 era el científico español Miguel Ángel Alario y Franco—.

El presidente de la república, en referencia a Boaventura de Souza, dijo que era un científico no solamente teórico, sino práctico, reconocido “por sus grandes aportaciones en el campo de la economía, del derecho, de la sociología y la epistemología. Su destacada trayectoria académica está marcada por su defensa de la idea de que los movimientos sociales y cívicos fuertes son esenciales para el control democrático de la sociedad y el establecimiento de formas de democracia participativa”.

Efectivamente, Boaventura de Souza ha tenido una participación destacada en los encuentros del Foro Social Mundial y en la elaboración de una obra colectiva sobre emancipación social. De hecho, también tiene un libro sobre la emancipación en la universidad (La universidad en el siglo XXI. Para una reforma democrática y emancipatoria de la universidad), en donde argumenta en favor del cambio en la universidad.

En la entrega del premio, el discurso del científico portugués enfatizó que “lo más importante para mí es que se haya reconocido la importancia y la validez epistemológica de este vasto campo del saber. Particularmente importante en un contexto donde tantos cambios están convulsionando los saberes, las prácticas sociales, las instituciones, los derechos humanos, los regímenes democráticos… Es también significativo que, dado el pluralismo interno de las ciencias en general, haya sido premiado el tipo de ciencia social crítica que busco realizar desde hace cuarenta años. Una ciencia social objetiva pero no neutra, una ciencia social comprometida con las luchas de los oprimidos y discriminados, con el fortalecimiento de la democracia de alta intensidad”. Un merecido reconocimiento, sin duda.


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