La publicación de los resultados definitivos del Censo de Población y Vivienda 2000 permite identificar con mayor precisión el nivel de cobertura que ha alcanzado el sistema nacional de educación superior del país. Como se recordará, el tema se ha insertado en el debate político de fin de sexenio porque la autoridad gubernamental, en especial el secretario Alonso Lujambio, ha sostenido y reiterado que la meta del programa sectorial de alcanzar treinta por ciento en la cobertura de la educación superior se ha conseguido e incluso superado. Para los críticos, tal afirmación parece cargada de optimismo.
Los datos de las proyecciones de población 2005 a 2050, publicados por el Consejo Nacional de Población (Conapo), calculaban que la población nacional alcanzaría en 2010 un total de 108,396,211 personas. Sin embargo, el dato censal se encargó de corregir al alza la proyección Conapo. Según el Censo aplicado por el INEGI, a mediados del 2010 la cantidad de habitantes del país ascendía a 112,336,538 individuos, lo que equivales a casi cuatro millones más de lo proyectado.
El sesgo de las proyecciones, a la luz de los resultados censales, se concentró, fundamentalmente, en el segmento de población de menor edad, lo que significa que la proyección subestimó, en cierta medida, el comportamiento de la tasa de natalidad de los últimos años. No obstante, las proyecciones se muestran más precisas en el resto de los grupos de edad de la distribución.
Con respecto del grupo de edad que interesa al cálculo de cobertura de la educación superior, es decir el conjunto de individuos entre 19 y 23 años, la diferencia es de 183,505 individuos más que los proyectados. Es decir un sesgo que no alcanza siquiera el dos por ciento de diferencia entre la población censada y la proyectada. Por ello, a nivel nacional, la tasa de cobertura calculada con base en las proyecciones Conapo (29.9 por ciento en 2010, incluyendo en el cálculo a la matrícula de posgrado), decae apenas unas décimas, para situarse en el nivel de 29.4 por ciento con el dato censal.
No está demás hacer notar que la cifra oficial de cobertura para 2010 (el 29.9 y ahora 29.4 por ciento) contiene varios aspectos discutibles. El primero es que se basa en una cifra de matrícula estimada: 2,976.1 miles de estudiantes en total. Hasta que esté disponible la cifra definitiva de matrícula del ciclo 2010-2011 se podrá entonces precisar la magnitud de la cobertura. Segundo problema, que se incluye al posgrado en el cálculo (más de doscientos mil estudiantes según la estimación correspondiente), cuando la población típica de posgrado rebasa el rango de edad de referencia. El tercer problema, que no afecta por cierto el cálculo de cobertura derivado de los datos en el informe de la Presidencia de la República, aunque es cada vez más socorrido en círculos oficiales, se desprende a agregar a la cifras de matrícula el dato de población escolar en modalidades no escolarizadas, con lo que se pretende llegar a umbrales de cobertura más allá del treinta por ciento fijado como meta.
Si se resta la población de posgrado del cálculo y se toma en cuenta el dato de población registrado en el Censo, entonces, aún manteniendo la cifra de matrícula estimada, el dato de cobertura se ubica en 27.3 por ciento.
Los datos del Censo, por otro lado, permiten comparar por entidad federativa el comportamiento de la cobertura en el periodo intercensal. Los resultados son muy interesantes y ameritan un análisis desglosado. Por ahora nos limitamos a incluir la tabla comparativa para que el lector identifique en qué casos se han logrado avances efectivos en la materia, y en cuales los síntomas de rezago prevalecen.