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¿Cómo cambian las universidades?
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 37 [2003-06-19]
 

En los últimos años, varias universidades públicas del país han emprendido procesos de reforma. Entre los más recientes destacan los casos de la Universidad de Sonora (UNISON), la Autónoma de Baja California (UABC) y la Autónoma de Yucatán (UADY). La nueva generación profundiza algunas tendencias de cambio iniciadas en universidades públicas como las de Guadalajara, Puebla y Veracruz en la década pasada, y tomadas en conjunto pueden entenderse como adaptaciones particulares a los modelos de cambio universitario que ANUIES y SESIC han buscado promover.

Desde el año pasado, la Universidad de Sonora puso en operación los “Lineamientos generales para un modelo curricular”, aprobados por la autoridad colegiada en 2001. En ellos se establece que la reforma de planes y programas se base en los siguientes propósitos: fomentar en los estudiantes el descubrimiento y construcción del conocimiento; centrar el proceso educativo en los estudiantes; fomentar la colaboración interdisciplinaria e interdepartamental; introducir el trabajo en equipo en la planta académica y los estudiantes, y promover la flexibilidad, movilidad y vinculación en el desarrollo del currículo. Además, se define una estructura general para los planes de estudio y un sistema de créditos. Para la adecuación del nuevo modelo, se aprobó un Programa Institucional de Tutoría Académica de Estudiantes y un Programa de Formación Permanente para la Docencia Universitaria, ya en funciones.

En complemento al proceso de cambio académico de la UNISON, recientemente se propuso la reforma del Estatuto del Personal Académico (EPA). La iniciativa está a consideración de la comunidad e incluye modificaciones en los procesos de ingreso, promoción y permanencia. Entre las más importantes destaca la declaración de que la actividad fundamental de las Academias y Departamentos es la investigación; por consiguiente, se enfatiza la necesidad de crear condiciones que incrementen la participación de la planta en actividades de generación y aplicación del conocimiento. Así, se propone desaparecer la clasificación del personal académico de carrera en profesores e investigadores y considerar a todo el personal de tiempo completo ya sea como profesor-investigador con funciones de docencia, investigación y difusión, o bien como técnico académico con funciones de apoyo académico. Al cabo de la consulta, a más tardar en noviembre de este año, las comisiones Académica y de Asuntos Normativos deberán presentar al Colegio Académico un proyecto de estatuto.

En la UACB el cambio de rector propició la definición de un conjunto de propuestas para la reforma institucional. El pasado 29 de mayo, el Consejo Universitario aprobó la reforma del Estatuto General que modifica la estructura administrativa de la universidad, basada en direcciones generales y su reemplazo por coordinaciones. El sentido de ese cambio es, por un lado, trasladar a la academia una serie de actividades de gestión universitaria antes concentradas en el ámbito administrativo, y por otro reubicar los recursos materiales, financieros y humanos de las dependencias anteriores a las nuevas. En la misma sesión se aprobó la creación de Entidades Universitarias Auxiliares, como fundaciones, asociaciones y fideicomisos, cuyo objeto sea incrementar el patrimonio universitario y se conoció el Plan de Desarrollo Institucional propuesto por el rector Mungaray para el período 2003-2006, que incluye diversas propuestas para la reforma académica de la institución (Gaceta UABC, 31 de mayo 2003).

En la UADY se elaboró y está en discusión una propuesta de Modelo Educativo y Académico, en la cual, a semejanza del modelo implantado en UNISON, se enfatiza el aprendizaje como eje del proceso educativo y se acentúan los vínculos entre las funciones de docencia e investigación como base de la calidad académica. La reforma curricular se inspira en el paradigma constructivista; se proponen condiciones de aprendizaje mediante la resolución de problemas y mediante relaciones pertinentes entre la enseñanza y la aplicación de conocimientos en situaciones prácticas. Asimismo, se subraya la formación de valores desde la perspectiva del humanismo y la formación integral.

Un aspecto importante de la reforma de la UADY radica en el proyecto de redistribución de espacios con miras a la formación de cinco “campus de conocimiento”, mediante la integración, en una misma instalación física, de las áreas de enseñanza e investigación que corresponden a un campo disciplinario específico. Así, se prevé la instalación de los campus de Ingeniería y Ciencias Exactas; Ciencias Sociales y Humanidades; Ciencias de la Salud; Ciencias Biológicas y Agropecuarias; y Arquitectura, Arte y Diseño, los cuales estarán distribuidos en diferentes zonas de la ciudad de Mérida (véase Campus Milenio núm. 36). El plan considera el aprovechamiento de las instalaciones existentes y la edificación de nuevas áreas. Lo más interesante del plan es la solución que ofrece al tema de la departamentalización, al combinar la estructura existente de escuelas y facultades con un nuevo modo de integración organizado en torno a los campus disciplinarios.

En los procesos de reforma comentados hay varios ejes comunes: transformar el currículum de licenciatura con énfasis en el aprendizaje y la aplicación de conocimientos; ligar el postgrado a la investigación; mejorar las funciones de vinculación y difusión; buscar la acreditación de los programas académicos y adecuar la normatividad y gestión institucional a los propósitos de la reforma.

El paradigma de cambio universitario solía girar en torno de la dinámica de transformación que imponían las universidades federales; ahora los vientos parecen cambiar de dirección.


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